La geopol¨ªtica de Eurovisi¨®n 2022: entre el ¡°voto emocional¡± a Ucrania y el ¡°chanelazo¡±
La guerra sit¨²a como favorito al pa¨ªs invadido por Rusia el a?o en que Espa?a se ve con posibilidades de realizar un gran papel
Tur¨ªn es una ciudad ordenada, silenciosa y demasiado sobria si uno no tiene tiempo ni paciencia para superar su burguesa superficie. Aqu¨ª se fund¨® la Italia unificada y tuvo sede la vieja monarqu¨ªa de los Saboya. Pero tambi¨¦n un reinado moderno, encarnado en los a?os setenta por Gianni Agnelli, l¡¯Avvocato, patr¨®n de Fiat y ¨²ltimo monarca laico. La relevancia de la ciudad es inversamente proporcional a su modesto tama?o, y las ¨²nicas aglomeraciones que consienten sus ciudadanos son las que genera un domingo alterno la Juventus. Pero la ciudad piamontesa lleva una semana inmersa en una estridente euforia de luz y coloridos personajes. Eurovisi¨®n se celebra hasta el s¨¢bado aqu¨ª porque el a?o pasado M?neskin, un grupo de rock romano, gan¨® el certamen con una potente canci¨®n que les llev¨® por todo el mundo. Italia (tres veces campeona) ayuda tambi¨¦n a descifrar un evento que este a?o sue?a con ganar Espa?a, pero que las din¨¢micas de la geopol¨ªtica televisiva aconsejar¨ªan otorgar a Ucrania.
Eurovisi¨®n se construy¨® en 1956 calcando el molde del Festival de San Remo, que sigue siendo el pasaporte para los italianos que llegan hasta aqu¨ª. Pero nunca tuvo el prestigio musical del certamen genov¨¦s. Italia ejerci¨® tanta influencia, que incluso se fij¨® el l¨ªmite de duraci¨®n de las canciones en tres minutos por culpa del napolitano Nunzio Gallo y su Corde della mia chitarra, que solt¨® una paliza tremenda en 1957. El certamen abus¨® del kitsch y no hubo grandes filtros art¨ªsticos ¡ªs¨ª pol¨ªticos¡ª que dieron pie a actuaciones poco ortodoxas que lo convirtieron en un para¨ªso del freakismo. Sin embargo, sus or¨ªgenes como experimento de comunicaci¨®n europea, cimentados en la reconstrucci¨®n del continente tras la II Guerra Mundial, siguen todav¨ªa vigentes en un tiempo que se discute sobre las costuras y las ideas de un proyecto en crisis (como lo demuestra la presencia de la europe¨ªsima Australia, que el jueves logr¨® pasar a la final con Sheldon Riley, un tipo que lleva la cara cubierta con un velo de perlas a quien hac¨ªan bullying en el colegio).
La guerra hoy es otra y los desaf¨ªos del artefacto comunitario, muy distintos. La duda, adem¨¢s, es si un evento surgido de los viejos principios cat¨®dicos pinta algo en el mundo digital. La respuesta, para descre¨ªdos, est¨¢ en unas audiencias salvajes. Unas 183 millones de personas vieron la final del a?o pasado en 36 mercados distintos: el evento no deportivo m¨¢s seguido del mundo.
La invasi¨®n a Ucrania excluy¨® del concurso al agresor ¡ªno se le ve muy preocupado por ahora¡ª y reforz¨® moralmente al agredido. Dicen los expertos ¡ªno se pierdan el videoan¨¢lisis en este peri¨®dico de Llu¨ªs Pellicer¡ª que la geopol¨ªtica cuenta relativamente en todo este asunto. Y que en caso de victoria ucrania, conviene m¨¢s bien hablar de ¡°voto emocional¡±. Pero Kalusch Orchestra, el grupo que propone este a?o un pa¨ªs martirizado por las bombas, ya era uno de los favoritos antes de que Putin decidiese invadirles. Puro folclore rebozado con ritmos electr¨®nicos y rap. Un tutti frutti sonoro que el viernes entusiasmaba a los eurofans pata negra que viajan cada a?o ¡ªun cocktail sociol¨®gico en la que se mezclan miembros de la comunidad gay, del universo freak y colegas con ganas de pegarse una juerga¡ª y que re¨²ne los ingredientes necesarios para que los telespectadores puedan darle una patada en el trasero a Putin desde el sof¨¢ de casa con su m¨®vil.
Y maldita guerra. Porque m¨¢s all¨¢ del drama, la verg¨¹enza y la miseria humana, este pod¨ªa ser tambi¨¦n el a?o en el que Espa?a volviese a pintar algo aqu¨ª si solo contase lo que se ver¨¢ en el escenario. La ¨²ltima victoria fue en 1969, con el Vivo cantando de Salom¨¦. Un bis, porque el a?o anterior hab¨ªa ganado Massiel con el La, la, la. Desde entonces, poco m¨¢s all¨¢ del segundo puesto de Anabel Conde (1992), el cuarto de Sergio Dalma (1991) o el s¨¦ptimo de Rosa, la de Operaci¨®n Triunfo. As¨ª que el ambiente en la delegaci¨®n espa?ola, despu¨¦s del ¨¦xito del ensayo general del viernes y del runr¨²n favorable a Chanel, es de cierta euforia. Nada extra?o tampoco en la particular gesti¨®n de las expectativas nacional.
¡ªTen¨¦is a la mejor. Despu¨¦s de nuestro pa¨ªs, ella es la favorita. No lo dud¨¦is ¡ªanaliza Anders, un seguidor sueco (su candidata, Cornelia Jakobs, es otra de las favoritas) en el extenuante recinto para fans ubicado en el parque Valentino, junto al Po.
La palabra de moda entre los espa?oles que han viajado Tur¨ªn ¡ªaqu¨ª la frontera entre fans y periodistas es algo difusa¡ª es ¡°chanelazo¡±. Obviamente, se refiere a la potencial gesta del s¨¢bado de la cantante espa?ola, que ha crecido exponencialmente desde su contestada victoria en el Benidorm Fest. La gente quer¨ªa hace unos meses a Rigoberta Bandini o a Tanxugueiras. Pero el ¨¦xito modifica percepciones a toda velocidad. Y ahora no hay quien dude de la victoria de una artista trabajadora, que canta y baila estupendamente al son de SloMo, un hit latino que, dicen, deb¨ªa ser para Jennifer L¨®pez. La ven arriba las casas de apuestas, que cada d¨ªa le dan m¨¢s cuota. Y RTVE, claro, que se ha gastado una importante cantidad del presupuesto p¨²blico: 637.984,18 euros. La mitad (302.156,84 euros) se destinar¨¢n a la retransmisi¨®n de Eurovisi¨®n 2022 y las tres galas (dos semifinales y la final del s¨¢bado). Un dinero que aporta tambi¨¦n la dimensi¨®n geopol¨ªtica de esta edici¨®n, en la que se espera, al menos, salir en la foto de los cinco mejores. Chanel cantar¨¢ en d¨¦cimo lugar este s¨¢bado. Es decir, en la primera parte de la gala. Algo que no suele jugar a favor de los est¨ªmulos en la memoria de los votantes.
En Tur¨ªn, quiz¨¢ por su propia naturaleza reservada y elegante, no se ven banderas italianas ni grandes eurofans nacionales. El pa¨ªs transalpino, que vivi¨® durante unos a?os de espalda a este certamen ¡ªfue Raffaella Carr¨¤ quien se empe?¨® en relanzarlo en 2008¡ª manda siempre al ganador de San Remo. Y el invento ha hecho que este a?o vuelva Mahmood, que gan¨® el certamen hace tres a?os y qued¨® segundo en Eurovisi¨®n en 2019. Esta vez se presenta junto a Blanco para marcarse una oda al falsete y no apta para diab¨¦ticos. Jugar en casa podr¨ªa ayudar. Pero las posibilidades de ¨¦xito se miden aqu¨ª tambi¨¦n en euros, y las casas de apuestas dan m¨¢s peso a Reino Unido (quiz¨¢ algo perjudicada en los ¨²ltimos a?os por el Brexit), Suecia, Ucrania y Espa?a. El s¨¢bado por la noche, sin embargo, le tocar¨¢ hablar a Europa.
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