¡®The Good Fight¡¯, el final de la serie que reflej¨® este mundo loco, loco, loco
El drama legal protagonizado por Christine Baranski ha sido uno de los m¨¢s libres y salvajes a la hora de satirizar los Estados Unidos de Donald Trump
Primero fue Alicia Florrick. Entre 2009 y 2016, Julianna Margulies protagoniz¨® The Good Wife, una serie del canal estadounidense en abierto CBS que se camuflaba de drama legal al uso para revelarse como una producci¨®n que renov¨® y elev¨® su trillado subg¨¦nero televisivo. Guiones medidos al mil¨ªmetro que reflejaban la realidad con una velocidad pasmosa, personajes ¡ªprotagonistas, secundarios e invitados¡ª cuidados hasta el extremo, acabado formal elegante e impecable, tramas capitulares y de largo recorrido, dosis de alta comedia... En los 156 episodios de The Good Wife (por alg¨²n motivo, no est¨¢ disponible en ninguna plataforma en Espa?a en este momento) se habl¨® de la Primavera ?rabe, de Snowden, de Anonymous, de bitcoin, de abusos sexuales en el ej¨¦rcito, y todo mientras las c¨¢maras segu¨ªan la transformaci¨®n de Alicia Florrick, santa Alicia, la buena esposa, en una mujer diferente, independiente y que termina convertida en una versi¨®n de ella misma que su yo del pasado desaprobar¨ªa totalmente. Y enfrentada con aquella otra mujer que estuvo dispuesta a tenderle la mano cuando m¨¢s lo necesitaba.
Alicia Florrick ya es historia. Y, desde esta semana, Diane Lockhart tambi¨¦n. Tras aquella gran serie lleg¨® otra, un nuevo caballo de Troya que inclu¨ªa mucho m¨¢s de lo que aparentaba. Hay pocos casos de series derivadas de otra de ¨¦xito o prestigio que hayan salido victoriosas. Un caso reciente es Better Call Saul, de Breaking Bad. Otro ya cl¨¢sico es Frasier, de Cheers. The Good Fight (en Movistar Plus+ completa; en Amazon Prime Video las tres primeras temporadas) rescat¨® al personaje que interpretaba Christine Baranski en The Good Wife, la abogada Diane Lockhart, y se llev¨® a varios otros (Marissa Gold, Lucca Quinn, David Lee, Kurt McVeigh, Elsbeth Tascioni) para contar una historia diferente, una historia de abogados, de negros, de dem¨®cratas y de mujeres en los Estados Unidos de Donald Trump. En definitiva, una historia de c¨®mo gente normal y corriente trata de salir adelante en un mundo que ya no tiene nada de normal ni corriente. As¨ª, lo que pod¨ªa haber resultado un drama legal al uso se revel¨®, en esta ocasi¨®n, como un profundo an¨¢lisis sat¨ªrico, en ocasiones rozando lo caricaturesco, de la actualidad pol¨ªtica y social.
The Good Fight (2017-2022) fue una de las primeras series en reflejar en la ficci¨®n los Estados Unidos de Donald Trump. Cuando sus guionistas estaban preparando la serie daban por hecho que su estreno tendr¨ªa lugar cuando su pa¨ªs estuviera presidido por una mujer por primera vez, Hillary Clinton. El techo de cristal definitivo se habr¨ªa roto y Diane Lockhart, fiel defensora de Clinton, pod¨ªa optar por retirarse con la sensaci¨®n del deber cumplido (no lo har¨ªa porque una estafa piramidal se llevaba todos sus ahorros por delante). Sin embargo, esas primeras escenas tuvieron que ser reescritas para ajustarse a la realidad: no gan¨® Hillary, sino Donald. La sombra del presidente republicano y la polaridad pol¨ªtica que ha vivido el pa¨ªs (y el mundo) desde el auge del populismo y los extremismos han sobrevolado las seis temporadas que ha completado la serie. Que su acci¨®n se desarrollara en un bufete de Chicago de mayor¨ªa afroamericana permiti¨® el caldo de cultivo perfecto para abordar asuntos que en The Good Wife no tuvieron tanto encaje. Y que la serie se emitiese en una plataforma de pago minoritaria (fue una de las primeras producciones propias de CBS All Access, ahora reconvertida en Paramount+) les dio alas y libertad para hacer casi lo que quisieran.
A los mandos de todo est¨¢n los guionistas Robert y Michelle King, que ahora tambi¨¦n analizan, con su brillantez habitual, las diferentes manifestaciones del mal en la serie sobrenatural Evil (en Syfy). En una entrevista con EL PA?S en 2018 explicaron c¨®mo, de una forma un poco retorcida, Trump logr¨® que The Good Fight se convirtiera en una serie mejor. ¡°The Good Wife empez¨® en 2009 y termin¨® en 2016, los a?os de Obama [su presidencia dur¨® de 2009 a 2017]. Trump lo est¨¢ haciendo todo m¨¢s f¨¢cil para nosotros. Pero tambi¨¦n quer¨ªamos mostrar en la serie la reacci¨®n liberal, la tendencia a volverse locos cuando un presidente no es de los suyos. No solo es hacer s¨¢tira a partir de Trump, sino tambi¨¦n satirizar la reacci¨®n de la izquierda frente a Trump¡±.
Esa s¨¢tira, ese punto de locura, conquist¨® poco a poco The Good Fight hasta casi devorarla. El drama legal pas¨® a un segundo plano para centrarse en circunstancias o personajes que rozaban en ocasiones el surrealismo. La tercera temporada incluy¨® al histri¨®nico abogado Roland Blum (Michael Sheen), que se encarg¨® de llevar la trama por el camino de la posverdad y las fake news. Mientras, los personajes de Diane y Liz (Audra McDonald) se un¨ªan a un grupo secreto de resistencia antiTrump. Aquellos cap¨ªtulos tambi¨¦n incluyeron cortos animados y musicales para explicar conceptos concretos. Las semillas de la paranoia se hab¨ªan plantado y ya estaban dando sus frutos.
La pandemia dej¨® la cuarta entrega a medias y con un final (no planeado) que abordaba el esc¨¢ndalo Jeffrey Epstein repasando todo tipo de teor¨ªas de la conspiraci¨®n relacionadas con el depredador sexual que fue hallado ahorcado en su celda en agosto de 2019. Antes, todo el primer episodio de aquella entrega hab¨ªa transcurrido en una realidad paralela en la que Hillary Clinton hab¨ªa ganado las elecciones de 2016. En la quinta temporada, y tras un brillante comienzo que repasaba lo sucedido en los meses m¨¢s duros de la pandemia tanto en la realidad como a los personajes de la serie, su vertiente surrealista la llev¨® a introducir una trama en la que se planteaban una justicia paralela, impartida por ciudadanos, con el juez Hal Wackner (Mandy Patinkin) a la cabeza.
La sexta y ¨²ltima entrega ha llevado a Diane Lockhart a experimentar con una terapia a base de drogas alucin¨®genas mientras en la calle el clima de confrontaci¨®n es tal que parece aproximarse una guerra civil. En su pen¨²ltimo cap¨ªtulo, un multimillonario plantea comprar el partido dem¨®crata (?acaso no ha hecho eso mismo otro multimillonario con Twitter?) para refundarlo por completo. El planteamiento es sencillo: si llevamos la realidad al absurdo tenemos¡ algo muy parecido a la realidad.
Muchas de las tramas repasadas en estos ¨²ltimos p¨¢rrafos no han sido las mejores de The Good Fight. Y, sin embargo, sus personajes, sus di¨¢logos, sus gui?os internos y metarreferencias, sus codazos al espectador c¨®mplice, la han mantenido muy viva como uno de los t¨ªtulos de culto preferidos. Todo, tanto cuando se deja llevar al lado salvaje como cuando recupera la moderaci¨®n, ha convertido a The Good Fight en lo que es, una de las series m¨¢s libres y que mejor han reflejado c¨®mo el mundo pas¨® a estar loco, loco, loco.
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