Omar Montes y el experimento del gorila
Se vende como un triunfador hecho a s¨ª mismo, aunque su fama proviene de haber sido la en¨¦sima garrapata del clan Pantoja, con la misma desfachatez que le lleva a erigirse en representante del barrio desde un Lamborghini y cubierto de oro como el rey Nabucodonosor

En 1999, los psic¨®logos Christopher Chabris y Daniel Simons realizaron un sencillo experimento: sentaron a varias personas frente a dos equipos de baloncesto y les pidieron que contasen los pases que se daban entre s¨ª los jugadores de uno de ellos; todos acertaron la cifra, solo la mitad se percat¨® de que mientras se afanaban en llevar la cuenta un gorila hab¨ªa cruzado la cancha. Atenci¨®n selectiva se llama, e impregna todo lo que vemos y lo que no. Verbigracia, algunos ven en El hormiguero un programa blanco y familiar, mientras otros percibimos un festival de rijosidad cuya visualizaci¨®n m¨¢s all¨¢ de lo que dura un zapeo solo la justifica que el gato se haya sentado sobre el mando a distancia.
Quiso el caprichoso azar que el primer invitado de Motos tras su G¨®lgota fuese Omar Montes, personaje que en su debut televisivo en GH Vip incit¨® a un compa?ero a abusar sexualmente de una concursante ebria, una secuencia que habr¨ªa encajado en la eficac¨ªsima campa?a del Ministerio de Igualdad. Ignoro sus m¨¦ritos musicales, pero como experto en camuflar al gorila que cruza la cancha es imbatible. Disfrazando de humildad un ego mastod¨®ntico, vende la moto del triunfador hecho a s¨ª mismo, aunque su fama proviene de haber sido la en¨¦sima garrapata del clan Pantoja, con la misma desfachatez que le lleva a erigirse en representante de la vida de barrio desde un Lambor y cubierto de oro como el rey Nabucodonosor. Un arte que le permite salir indemne de embrollos rocambolescos, incluidas fiestas ilegales de esas que tumban a un Primer Ministro, pero no a un Principito de Mediaset. ¡°Tengo la inteligencia justa para pasar el d¨ªa¡±, dice, consciente de las ventajas de parecer un simple. Sospecho que cuando se apagan los focos se yergue como Keyser S?ze en Sospechosos habituales, cambia el ch¨¢ndal oversize por un bat¨ªn de seda y se acomoda en un sill¨®n de orejas mientras lee a Marco Aurelio: ¡°Todo lo que escuchamos es una opini¨®n, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no la verdad¡±.
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