Paco Ignacio Taibo: ¡°Espa?a es cada vez m¨¢s rara¡±
El escritor vive la serie de Netflix sobre su detective y la recuperaci¨®n de sus novelas en Espa?a como un fen¨®meno muy divertido. Ha tenido que aprender a no mirarlo con ojos de autor
Paco Ignacio Taibo II ha llegado a Espa?a por error. Invitado a Barcelona en febrero, se equivoc¨® de fechas y se pasea estos d¨ªas por Madrid con cierta sensaci¨®n de desubicaci¨®n. Pero tiene otras dos buenas excusas: una es que su detective Belascoar¨¢n (al que ¨¦l ya mat¨® y resucit¨® hace d¨¦cadas al modo de Sherlock Holmes) ha vuelto de nuevo a la vida gracias a una serie de Netflix; y la otra es una edici¨®n en Espa?a de estas novelas de la mano de Reino de Cordelia. Nacido en Gij¨®n en 1949, vive desde los diez a?os en M¨¦xico, donde dirige el Fondo de Cultura Econ¨®mica.
Pregunta. Usted suele decir que comparte una cosa importante con su detective, H¨¦ctor Belascoar¨¢n: la salchichoner¨ªa.
Respuesta. He dedicado a H¨¦ctor diez novelas y, conforme vas desplegando un personaje vas hered¨¢ndole cosas. Por ejemplo, naci¨® el mismo d¨ªa que yo, el 11 de enero. ?De qu¨¦ a?o? Vaya usted a saber.
P. Entonces: ?Felicidades a los dos!
R. Gracias, s¨ª, es su cumplea?os y el m¨ªo. Lo segundo que nos une es su amor por las salchichoner¨ªas, los aparadores de las tiendas en los que se verifica si un jam¨®n serrano espa?ol es mejor que uno italiano. Tambi¨¦n su gusto por las agencias de viajes. ?l nunca viaja, pero esas ofertas de ¡°siete d¨ªas en Filipinas o Tailandia¡± le causan un singular amor, como a m¨ª. Y lo tercero es que lee los mismos libros que yo, por eso s¨¦ lo que lee, por qu¨¦ lo lee y qu¨¦ le produce la lectura. Y una ¨²ltima cosa: su motor no es la sabidur¨ªa detectivesca sino la curiosidad. En una sociedad como la que yo viv¨ª en M¨¦xico, donde la realidad no tiene nada que ver con la versi¨®n de la realidad que conocemos, la curiosidad es la que te permite entrar. Nuestras sociedades son iceberg de los que solo vemos el 10% que flota sobre la superficie, frente a un 90% que no se ve. Y la novela debe llegar ese 90% donde no llega el periodismo, la sociolog¨ªa, la econom¨ªa, ni la pol¨ªtica. Ah¨ª solo llega la literatura.
P. ?Para qu¨¦ sirve un detective como el suyo?
R. Para contarnos las historias no contadas. Para llegar m¨¢s all¨¢. En los ¨²ltimos 30 o 40 a?os el periodismo ha cubierto la superficie, pero no la profundidad. Esto solo lo hace la novela.
P. ?Qu¨¦ significa para usted la serie que resucita a su detective?
R. Un fen¨®meno divertido.
P. ?Le han resucitado de otra forma?
R. S¨ª, y eso es inevitable. Yo he tenido que aprender a ver la serie con ojos de espectador y no con ojos de autor. Es un grave riesgo medir un producto cinematogr¨¢fico o televisivo con mentalidad de autor. No ves bien, est¨¢s nublado. De repente tengo amigos que han le¨ªdo las novelas durante los ¨²ltimos 30 a?os y que me dicen: ¡°Belascoar¨¢n no era as¨ª¡±. Y yo les digo: ¡°co?o, no era as¨ª porque el que tienes en la cabeza no es el que el director plasm¨®; el director plasm¨® el que tiene ¨¦l en su cabeza. Seamos justos¡±.
P. ?La serie le ha devuelto vigencia?
R. Logr¨® algo, s¨ª. Para mi sorpresa se ha creado un fen¨®meno en las ferias del libro y se est¨¢ viendo mucho en pa¨ªses como Italia o Grecia. Los tres primeros cap¨ªtulos le han dado una gran intensidad a las esencias de Belascoar¨¢n. Respeta las esencias de las novelas: matan a las mujeres porque son pobres, maldita sea; y la polic¨ªa es la zona m¨¢s corrupta del sistema. Ahora vienen los tres siguientes cap¨ªtulos.
En los ¨²ltimos 30 o 40 a?os el periodismo ha cubierto la superficie, pero no la profundidad. Esto solo lo hace la novela.
P. ?Usted es hoy mexicano y espa?ol? ?Espa?ol y mexicano?
R. Soy muy raro. Soy muy mexicano y asturiano a ratos. Es curioso, en Espa?a no me siento espa?ol. Pero cuando bajo las monta?as, entro en el verde y el mar de Asturias, en mi infancia, entonces s¨ª. Y tantos a?os haciendo la Semana Negra me fortalece. Pero soy muy mexicano, endiabladamente mexicano. Mi obra literaria se construy¨® en un 90% en M¨¦xico.
P. ?C¨®mo ha cambiado Espa?a?
R. Cada vez es m¨¢s rara y cada vez que vuelvo me sorprende m¨¢s ver c¨®mo evoluciona la Espa?a formal. Me quedo con la sensaci¨®n que compart¨ª con Manolo [V¨¢zquez Montalb¨¢n] de que la transici¨®n nunca lleg¨® hasta donde debi¨® haber llegado, que fue un borr¨®n y cuenta nueva que no era cierto. Era borr¨®n y cuenta vieja.
P. ?Y hoy deber¨ªa llegar m¨¢s lejos?
R. Si podamos, y me pongo en perspectiva asturiana, cuesta trabajo. Uno de mis primeros shocks m¨¢s fuertes cuando viv¨ª aqu¨ª durante dos a?os y escrib¨ª la historia de la revoluci¨®n del 34, era ver c¨®mo era posible que esta Espa?a que se construy¨® sobre la migraci¨®n, que vivi¨® en carne propia el exilio republicano, no sea hoy hipersensible hoy ante la inmigraci¨®n. En mi doble condici¨®n de hijo y nieto de exiliados, para m¨ª ver un argentino o un senegal¨¦s en la Semana Negra era un reconocimiento, no un desconocimiento. Yo me sent¨ªa en familia, identificado con ellos. Pero yo era muy peculiar.
P. ?Siguen existiendo las clases sociales?
R. No, no. Ya no eran como las conocimos. Esta esencia clasista que en Asturias era tan fuerte, que reencontr¨¦ cuando volv¨ª para escribir sobre la revoluci¨®n del 34, se ha desvanecido. Se ha vuelto una clase media aspiracionista, debilitada.
P. Pero la desigualdad pervive.
R. Se ha movido y afecta a otros sectores. Cuando he vuelto en a?os pasados a Asturias ha sido desesperante ver la crisis de las deudas, los bancos, los desahucios de un sector ya no identificable con la clase obrera pero que era marginado por la sociedad. La sociedad espa?ola sigue generando desigualdad, pero yo vengo de M¨¦xico, donde la desigualdad es mucho m¨¢s fuerte a¨²n, a pesar de los tremendos esfuerzos que hacemos desde el Gobierno para suavizarla.
P. ?Est¨¢ fracasando la izquierda en esto?
R. No, no est¨¢ triunfando, que es diferente. Aprendimos que no hay triunfos absolutos ni derrotas totales. Hay fen¨®menos parciales. Yo vivo un fen¨®meno masivo muy positivo: hemos regalado cinco millones de libros, creado bibliotecas de barrio, clubs de lectura por todo el pa¨ªs, bajado el precio de los libros¡ En M¨¦xico est¨¢ creciendo la lectura de forma esplendorosa, pero esto es un sector colateral, perif¨¦rico.
P. ?C¨®mo recuerda a V¨¢zquez Montalb¨¢n?
R. ?ramos muy, muy amigos a pesar de nuestras coincidencias y diferencias literarias. Compart¨ªamos la idea de que el polic¨ªaco era uno de los espacios gen¨¦ricos m¨¢s interesantes que se estaban produciendo a finales del siglo XX.
P. ?Y c¨®mo definir¨ªa esas diferencias?
R. Era brillante. Pero yo sol¨ªa decir: prefiero a Manolo cuando se equivoca que cuando acierta. Y ¨¦l me miraba como diciendo: ?en qu¨¦ me equivoco? (r¨ªe) Y me callaba la boca, d¨¦jalo en el misterio.
P. ?Carvalho y Belascoar¨¢n habr¨ªan sido amigos?
R. No, no, no. Hay un cinismo defensivo en Carvalho que Belascoar¨¢n no comparte.
P. ?Espa?a debe pedir perd¨®n, como demanda el presidente de M¨¦xico?
R. No, porque Espa?a es un gen¨¦rico. Pedir perd¨®n... Aquellos que piensan que la conquista fue un paseo que llev¨® allende los oc¨¦anos la civilizaci¨®n, esos tienen que pedir perd¨®n, porque no fue as¨ª. Que pidan perd¨®n aquellos que piensan que es territorio de expoliaci¨®n, los de las trasnacionales que creen que la industria el¨¦ctrica mexicana debe pertenecerles y no a la naci¨®n. Esos son los que tienen que pedir perd¨®n, no el ciudadano com¨²n y corriente que ve con simpat¨ªa y que sufre a las mismas trasnacionales en Espa?a o en M¨¦xico.
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