No era Belascoar¨¢n, era Olga Lavanderos
La serie de Netflix basada en el personaje m¨¢s emblem¨¢tico del escritor Paco Ignacio Taibo II abre la posibilidad de redescubrir otra de sus creaciones: una joven reportera de nota roja en el Distrito Federal de los a?os ochenta
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¡°Optimistas ellos, que creen que esta mierda es para siempre¡±. Olga Lavanderos mira desde su motocicleta la leyenda pintada en una pared, en la ciudad m¨¢s grande del mundo: el Distrito Federal. Y se siente aliviada. Lo agradece. No importa que haya pasado las ¨²ltimas horas tratando de encontrar las pistas que le permitan escribir un reportaje que la saque de estar cortando teletipos en el peri¨®dico para el que trabaja. Y con una mentada de madre y un par de maldiciones al aire contin¨²a su camino por la capital mexicana. Son los ¨²ltimos a?os de la d¨¦cada de los ochenta, cuando aquella ciudad era apenas la sombra del monstruoso laberinto de violencia en el que se convertir¨ªa despu¨¦s.
?Y qu¨¦ ser¨ªa de las grandes ciudades y las grandes historias sin aquellos que reman a contracorriente, como Olga? Atreverse a contradecir lo impuesto, la moda, el canon. En 1989 Paco Ignacio Taibo II lo volvi¨® a hacer. Y escribi¨® una novela que protagonizaba una joven envalentonada y chilanga de 23 a?os de edad, reportera de noticias de nota roja en el Distrito Federal de los ochenta. El libro ten¨ªa poco menos de cien p¨¢ginas y llevaba por t¨ªtulo: ¡°Sintiendo que el campo de batalla¡¡±. En el pr¨®logo, ya Taibo advert¨ªa de que se trataba de ¡°una novela para llevar la contraria¡±. Y en ¨¦l, recordaba tambi¨¦n de cuando le dijeron que no podr¨ªa nunca escribir como si fuera una mujer, y encima crear el personaje lo suficientemente cre¨ªble en un contexto como el defe?o, en el que las mujeres ni figuraban ni se les tomaba demasiado en cuenta. Su Olga ser¨ªa diferente. Taibo escribi¨® entonces, a modo de advertencia: ¡°Bien, pues no solo una mujer, me dije. Una mujer que resultara toda ella una provocaci¨®n. Y adem¨¢s, como yo estaba por cumplir los cuarenta, ser¨ªa joven. Ya la ver¨¢n¡±.
¡°Paco Ignacio Taibo II rinde homenaje al periodismo, ¡®la ¨²ltima pinche barrera que nos impide caer en la barbarie¡¯, a trav¨¦s de la periodista m¨¢s entra?able de la narrativa polic¨ªaca mexicana¡±, seg¨²n se puede leer sobre el libro en la p¨¢gina de la enciclopedia de la literatura en M¨¦xico, de la Fundaci¨®n para las letras mexicanas. Pero, Taibo II hizo, quiz¨¢ sin propon¨¦rselo, algo que va mucho m¨¢s all¨¢ de eso.
Quienes leyeron la historia de Olga Lavanderos se ilusionaron con lo que ella contaba. La dificultad de colarse en las oficinas de la polic¨ªa de la ciudad, o lidiar con la complicidad de las autoridades en los cr¨ªmenes que supuestamente ellas mismas investigaban. Los funcionarios malhablados y machistas que le invitaban un refresco o una torta, (o a los que ella trataba de persuadir con los mismos incentivos para conseguir informaci¨®n) y el ambiente masculino del que ella, sin embargo, sal¨ªa bien librada.
No se trataba solo de llegar a los autores intelectuales y materiales de un homicidio m¨²ltiple en la Colonia Roma, sino desentra?ar la corrupci¨®n, las cloacas, la podredumbre y la indiferencia de una sociedad mexicana que ya desde los a?os setenta y ochenta empezaba a acostumbrarse a la violencia y a la tragedia cotidianas.
Y, adem¨¢s, intentar escribir y describir esa realidad desde la pluma y tinta de una mujer joven, con muy poco dinero en los bolsillos de sus vaqueros de mezclilla, y con un s¨ªndrome de la impostora encima que a ratos lograba atenuar, motivada por las peque?as victorias que consegu¨ªa gracias a su astucia y esfuerzos descomunales.
Es por eso que se echa en falta un personaje como el de ella, en las grandes producciones nost¨¢lgicas que intentan recrear al M¨¦xico de antes, pero que tambi¨¦n podr¨ªan ser la invitaci¨®n a la posibilidad: ?c¨®mo hubiera sido el M¨¦xico de antes, si una reportera como ella fuera la estrella que ahora vemos a trav¨¦s de la pantalla?
Si como Rodrigo Santos, el director de la serie de Netflix, basada en el personaje m¨¢s famoso de Taibo II: Belascoar¨¢n (estrenada en M¨¦xico el pasado 12 de octubre), alguien en otro lugar de ese inmenso pa¨ªs, hubiera visto o le¨ªdo a sus 17 a?os las historias de una reportera furibunda, inteligente, sagaz, que reporteaba en moto por una especie de ciudad g¨®tica necesitada de estr¨®geno y progesterona. Me pregunto si esa persona se hubiera sentido tan arrebatadamente inspirada, para despu¨¦s poner todo su empe?o, energ¨ªa, recursos y pasi¨®n para ponerlo en la televisi¨®n, en las pantallas, y para que m¨¢s como ella supieran que s¨ª, que es posible sobrevivir a Ciudad de M¨¦xico, aun cuando se llamaba Distrito Federal y aun siendo una mujer joven. Y periodista¡
Si Olga Lavanderos tuviera m¨¢s de dos novelas peque?as ¡ªno obstante, grandiosas y elocuentes¡ª tal vez las grandes empresas del streaming hace tiempo que le hubieran hecho una, dos o m¨¢s series. No es que Belascoar¨¢n (con 10 t¨ªtulos en el repertorio editorial de Taibo II) no est¨¦ bien, es que su compa?era de pesquisas en la serie ya adaptada, aquella que aparece en el primer cap¨ªtulo enfundada en un coche de carreras y haciendo deportes extremos para superar un angustioso y traum¨¢tico episodio en su infancia, podr¨ªa causar ahora m¨¢s curiosidad que el personaje t¨ªpico del hombre que puede darse el lujo de abandonar una vida para perseguir su sue?o de convertirse en detective.
De cu¨¢ntos referentes femeninos nos hemos estado perdiendo en todos estos a?os. La imagen de una chica de veinte a?os, salida de la revancha literaria y existencial de Paco Ignacio Taibo II, parada frente a una ventana abierta al Distrito Federal de 1989, da gusto. Casi el mismo gusto que Olga Lavanderos sinti¨® al mirar la leyenda en aquella pared sucia en medio del caos. Y terminar, como ella, suspirando muy para adentro, pensando: ¡°Esta ciudad no me la han contado. Yo la he visto¡±. Y se las voy a relatar...
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