¡®Kleo¡¯: persiguiendo a Tarantino desesperadamente
La serie alemana de esp¨ªas alabada por Stephen King promete, pero acaba perdida en una f¨®rmula que emula estilos sin inventar nada
En un gui?o a Fargo, no tanto la pel¨ªcula como la serie de Noah Hawley basada en el universo de los hermanos Coen, en los t¨ªtulos de apertura de Kleo, la serie de esp¨ªas ambientada en el Berl¨ªn (Este y Oeste) de la Ca¨ªda del Muro (Netflix), advierte al espectador que ¡°esta es una historia real¡±, aunque se apresura a a?adir que ¡°nada de esto pas¨® en realidad¡±. El tono se pretende jocoso, o desmitificador desde el principio. Pero tambi¨¦n violento. Extremadamente violento. De una violencia est¨¦tica que persigue, por momentos, desesperadamente, el impacto ¡ªy el estilo¡ª de un Quentin Tarantino domesticado para un peque?o gran p¨²blico europeo, que s¨ª, est¨¢ volviendo la vista atr¨¢s a un periodo francamente oscuro, y delirante, pero quiere hacerlo con distancia.
S¨ª, podr¨ªa decirse que el principal problema de Kleo es la distancia. El punto de vista. Sus creadores (Hanno Hackfort, Bob Konrad, Richard Kropf) reducen a arquetipo casi de vi?eta a los personajes, y su aparente inocencia choca frontalmente con la crueldad de sus historias. Pensemos en Kleo Straub, la protagonista, a la que sostiene, en todo momento, la espectacular y camale¨®nica Jella Haase, una jovenc¨ªsima actriz curtida, y se nota, en el teatro. Es una dur¨ªsima y brillante agente de la Stasi ¡ªuna esp¨ªa de Berl¨ªn Oriental, el Berl¨ªn sovi¨¦tico¡ª que ama despreocupadamente a su abuelo ¡ªque la meti¨® en el asunto¡ª y a uno de sus compa?eros ¡ªcon quien no deber¨ªa estar saliendo y de quien espera un beb¨¦¡ª. ?Es ingenua? No, aunque su forma de presentarla, s¨ª.
Y, sin embargo, su personaje, suerte de Beatrix Kiddo, es decir, suerte de Mamba Negra, la Uma Thurman de Kill Bill, una mujer en busca de venganza y una lista ¡ªen su caso, mental¡ª de gente a eliminar, est¨¢ planteado de forma tan et¨¦rea que nada parece importar demasiado. Porque nada lo hace para la historia por culpa de la distancia, que a veces imprime el exceso de saturaci¨®n est¨¦tica, o un guion que se pierde en el absurdo de forma intermitente ¡ªy crea personajes memorables, como el compa?ero del amante de Kleo, que grita a cualquier polic¨ªa con el que se cruza porque ¨¦l es un esp¨ªa y puede hacerlo, y le encanta estar enfadado y ejercer un poder rid¨ªculo¡ª para acabar sirviendo a una trama sin m¨¢s giros que los previsibles.
Sorpresa
En tanto que producci¨®n alemana es sorprendente, sin embargo. Como lo fue la francesa OVNI(s) (Filmin). De hecho, una y otra comparten est¨¦tica, e incluso tono. La diferencia es que aquella se pretend¨ªa, y era, delirante, y fondo y forma encajaban a la perfecci¨®n. Ten¨ªa esp¨ªritu berlanguiano y hablaba de un tipo en ca¨ªda libre ¡ªreci¨¦n divorciado, reci¨¦n descendido en el trabajo¡ª rodeado de amantes de lo extraterrestre, en peque?os pueblos aburridos de s¨ª mismos. Aqu¨ª, la complejidad que propone el intento de absurdo no encaja con lo convencional ¡ªen el fondo¡ª de la propuesta. Y, pese a todo, a Stephen King, uno de sus principales defensores, le pareci¨® ¡°un soplo de aire fresco¡±. Porque, en cierto sentido, tambi¨¦n lo es.
Desde Good Bye, Lenin!, la insuperable pel¨ªcula de Wolfgang Becker que protagoniz¨® Daniel Br¨¹hl en 2003, nada hab¨ªa tratado de desmitificar as¨ª el principio de la Guerra Fr¨ªa, y la anomal¨ªa hist¨®rico-social que la precedi¨® ¡ªesa ciudad dividida en dos, ese pa¨ªs tambi¨¦n dividido en dos, las dos Europas decidiendo que merec¨ªan existir como un algo aparte y distinto y respetable, pero sin poder evitar espiarse¡ª, y solo por eso ya resulta, s¨ª, un soplo de aire fresco. El hecho de que tambi¨¦n, por una vez, la protagonista sea una mujer, y una imbatible, y que la violencia no quede al margen, abunda en el mismo sentido.
La l¨¢stima es que, pretendiendo no tomarse en serio, no se tome en serio. Como lo hizo Killing Eve en su primera y portentosa temporada, por mencionar otro de los referentes de la serie, y uno que hace palidecer cualquier intento de apropiaci¨®n que no est¨¦ a la altura. Como ocurre con Tarantino. Lo que pasa con Kleo es que trata de construir una f¨®rmula que re¨²na todo aquello que supuestamente puede hacerse, y olvida que para que tenga sentido, debe inventar algo. Y casi lo consigue. Pero no.
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