¡®Am¨¦n: Francisco responde¡¯: el Papa que escucha como ning¨²n otro
En el documental de Jordi ?vole, Francisco dialoga con diez j¨®venes sobre el aborto, las identidades sexuales o la pornograf¨ªa. Se acerca a esa generaci¨®n a la que el catecismo suena a chino
No hemos visto a otros papas en esta circunstancia. Francisco se reuni¨® con una decena de j¨®venes muy diversos, en su mayor¨ªa lejanos a la instituci¨®n cat¨®lica, para el documental Am¨¦n. Francisco responde. Podr¨ªa llamarse mejor Francisco escucha, porque aqu¨ª lo m¨¢s interesante no es tanto lo que Jorge Bergoglio dice a los veintea?eros, que tambi¨¦n, sino lo que estos le dicen a ¨¦l. Lo valioso de esta producci¨®n es que el Papa quiere acercarse a esa generaci¨®n que, en gran medida, ha pisado pocas iglesias, no espera la vida eterna, considera un derecho el aborto, vive la sexualidad de una forma libre y a la que el catecismo suena a chino. Y a quienes la presencia del Pont¨ªfice no impone demasiado: le hablan sin tapujos, uno lo tutea, algunas lo saludan con dos besos. Nadie le besa el anillo. La charla es muy cordial.
Am¨¦n es una obra de Producciones del Barrio, dirigida por Jordi ?vole y M¨¤rius S¨¢nchez, que estrena este mi¨¦rcoles Disney+. ?vole convenci¨® a Francisco no solo para rodearlo de gente lejana a su mundo, sino para llev¨¢rselo a un entorno distinto al Vaticano. La pel¨ªcula se grab¨® en verano del a?o pasado en un espacio de coworking a las afueras de Roma, donde trabajan artistas alternativos y al que el Papa lleg¨® subido en el montacargas. ¡°Lo que quer¨ªamos es que diera el paso de ir a un lugar m¨¢s propio de los j¨®venes. Y acept¨®¡±, cuenta ?vole. Antes de llegar, el equipo lo film¨® en su habitaci¨®n y en su despacho. Y la c¨¢mara subi¨® al coche con ¨¦l para grabar el recorrido y o¨ªrle decir: ¡°Roma es una ciudad muy bella y muy sucia¡±.
?vole ya entrevist¨® a Francisco en 2019 en Salvados, para disgusto de los medios conservadores que esperaban su turno. Se han mantenido en contacto desde entonces. Este documental tiene el aroma de Salvados o Lo de ?vole, con esas tomas en silencio, el making of, escenas de la vida cotidiana, c¨¢maras atentas a cada gesto. Esta vez el reportero barcelon¨¦s no se pone ante la c¨¢mara, sino que deja que sea esa decena de j¨®venes los que lleven el peso del di¨¢logo. Elegidos cuidadosamente, procedentes de distintos contextos, todos hispanohablantes. Solo una de los diez es cat¨®lica incondicional, de una familia del Camino Neocatecumenal, los kikos, e incluso ella le habla al Papa de que ha atravesado alguna crisis en su fe.
Hay otra mujer que perdi¨® toda la fe tras vivir recluida en una instituci¨®n religiosa, y que es lesbiana. Hay una cat¨®lica activista del derecho al aborto, y le pregunta si la cree una buena cristiana. Hay un senegal¨¦s, musulm¨¢n, que sintoniza con ¨¦l hablando de los problemas de los migrantes. Hay una v¨ªctima de abusos sexuales en un colegio del Opus Dei que no solo le expone su caso, sino que denuncia que fue desestimado por la Iglesia y luego condenado por la justicia civil. Hay una persona que se declara no binaria, y le pregunta si entiende qu¨¦ es eso. Otra joven pone sobre la mesa la salud mental, tras haber sufrido acoso, trastornos alimenticios e ideas suicidas. Y, lo m¨¢s conflictivo, hay una mujer que hace actuaciones pornogr¨¢ficas en una p¨¢gina web, y que no se siente mal por ello.
Dice mucho del pont¨ªfice m¨¢s aperturista al menos desde Juan XXIII su disposici¨®n a escuchar a quienes son tan diferentes a su entorno m¨¢s cercano, al que, por cierto, se refiere como corrupto. Se nota amargura en c¨®mo Francisco admite no haber terminado la limpieza en el Vaticano, la de esa suciedad con la que no pudo su antecesor. Un chico le pregunta: ?usted cree que tiene a mala gente a su alrededor? El Papa asiente: la tiene.
Pero los chicos no parecen muy interesados en la vida dentro de los palacios vaticanos. Le preguntan si se da cuenta de que la Iglesia est¨¢ cada vez m¨¢s lejos de la gente com¨²n, y Francisco lo explica en errores propios: los miembros de la Iglesia no han sabido dar ejemplo de servicio a la comunidad. Lo que inquieta a estos j¨®venes son las cuestiones de su tiempo. Y ah¨ª el Papa responde sin perder el tono amable ni salirse del guion. Sigue condenado el aborto: llega a compararlo (no es la primera vez) con los asesinatos por sicarios. Pero anima a la Iglesia a acoger a las mujeres que han abortado. Mucho m¨¢s emp¨¢tico se muestra con la homosexualidad y las identidades sexuales alternativas: esa es una gran novedad de este pontificado. No hay asomo de condena en sus palabras.
Expresa su repulsa a la pederastia, y se interesa por el caso del chico presente, si bien insiste en que ese es un problema de toda la sociedad, m¨¢s frecuente en el ¨¢mbito familiar. Sobre la pornograf¨ªa, no se escandaliza ni hace reproches a la chica que se dedica a eso. Pero le responde que el placer en solitario o frente a una pantalla empobrece la aut¨¦ntica sexualidad y limita el crecimiento humano.
Preguntan al Papa si ver¨ªa a una mujer sentada en su silla. En esto Francisco se cierra en banda: esa es una cuesti¨®n doctrinal. Se enreda un poco al argumentar que el papel de la mujer es muy relevante en la Iglesia, y ¨¦l tiene a varias en su equipo, pero que el ministerio, del sacerdocio al papado, es cosa de hombres. Incluso le parece machista que se cuestione eso.
Jorge Bergoglio no siempre convence, pero siempre sale airoso. Francisco no es, desde el punto de vista doctrinal, un papa tan revolucionario. Lo son los gestos. Es un papa que escucha. Que se muestra emp¨¢tico con los que no comparten una visi¨®n del mundo dominante durante siglos en el mundo occidental. Que apela al Jes¨²s de Nazaret que se rodeaba de prostitutas y publicanos, a los que ve¨ªa m¨¢s cerca del cielo que a los poderosos. Los nuevos discursos no han venido siempre acompa?ados de reformas. No hay cambios en el celibato (aunque parece abierto a ello), ni en la ordenaci¨®n de mujeres, ni en la doctrina sobre sexualidad y reproducci¨®n. S¨ª dict¨® normas para perseguir mejor los abusos sexuales.
?vole saca esta conclusi¨®n: ¡°Creo que est¨¢ haciendo hasta donde puede y no ha querido, al menos hasta ahora, romper la baraja. Sabe la estructura en la que se mueve y la oposici¨®n interna que tiene. ?l va pasito a pasito. Pero con los pasitos muy firmes¡±. No se imagina ?vole a un Ratzinger o un Wojtyla hablando as¨ª con estos j¨®venes. En eso Francisco s¨ª es revolucionario.
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