Expediente Nefertiti: historia de un siglo de lucha entre Alemania y Egipto por un busto
Dos documentales de la plataforma de ARTE.tv reconstruyen la centenaria pol¨¦mica sobre el fallido regreso del busto de la reina egipcia desde Berl¨ªn a El Cairo
En 1912, Egipto era un pa¨ªs que sufr¨ªa una extra?a e invisible divisi¨®n: todo lo que sobresal¨ªa de la superficie (carreteras, ciudades o infraestructuras) quedaba bajo protecci¨®n brit¨¢nica, mientras que lo que se ocultaba en el subsuelo pertenec¨ªa al Servicio Franc¨¦s de Antig¨¹edades. El 6 de diciembre de ese a?o, en los proleg¨®menos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el arque¨®logo alem¨¢n Ludwig Borchardt (1863-1938) encontr¨® en Tell el-Amarna, capital del reino de Akenat¨®n, el taller de un escultor de hace 3.300 a?os llamado Djehutimose. En una de las dependencias desenterr¨® un grupo de esculturas cubiertas por la arena del desierto. De entre todas, destacaba una. Se trataba ¨D¨¦l no lo sab¨ªa¨D del busto de la m¨ªtica reina Nefertiti, esposa de Akenat¨®n, el fara¨®n que cre¨ªa que el Sol era el ¨²nico dios posible. Ahora, la plataforma ARTE.tv estrena los documentales Nefertiti: el busto de la discordia y El busto de Nefertiti: el nacimiento de un icono, donde se recrean las reclamaciones que desde hace m¨¢s de un siglo mantiene Egipto con Alemania para el regreso de la cabeza de la monarca, cuyo nombre se traduce por ¡°La bella ha llegado¡±.
Las leyes egipcias en el momento del hallazgo establec¨ªan que los descubrimientos deb¨ªan repartirse ¡°a partes iguales¡± entre los promotores de la expedici¨®n arqueol¨®gica y las autoridades del pa¨ªs. Los franceses ser¨ªan los encargados de hacer la justa divisi¨®n. Borchardt, no obstante, estaba decidido a llevarse la reina a Alemania, tal y como dej¨® escrito en las cartas conminatorias que envi¨® a los franceses antes del reparto, en las que hablaba de que ser¨ªa injusto separar en pa¨ªses distintos las piezas descubiertas. Dejarlas en Egipto ni se le pas¨® por la cabeza.
Y a partir de aqu¨ª las versiones de los expertos se dividen. Para los egipcios, el alem¨¢n jug¨® sucio, porque cubri¨® de arcilla la multicolor testa real para que el funcionario franc¨¦s no detectara su inmenso valor ¡ªest¨¢ asegurada en 400 millones de euros¨D, mientras que los germanos sostienen que se trata de un bulo, tal y como confirman las fotograf¨ªas que se hicieron en el momento de la divisi¨®n. Fuera como fuera, Borchardt parti¨® hacia Alemania con la singular pieza bajo el brazo, que inicialmente no fue expuesta en Berl¨ªn para evitar reclamaciones francesas o egipcias. No fue hasta tres a?os despu¨¦s cuando el p¨²blico la pudo admirar por primera vez en el Neues Museum de la capital alemana.
En 1922, cuando Egipto ya hab¨ªa alcanzado su independencia, se intent¨® por todos los medios la vuelta de la reina a ?frica. Los egipcios llegaron a ofrecer una impresionante estatua de un funcionario llamado Ranofer a cambio del busto real. En Par¨ªs se conserva lo que se conoce como el Expediente Nefertiti, un grueso volumen donde se recogen todas las negociaciones a tres bandas entre Alemania, Francia y Egipto para la devoluci¨®n. El acuerdo estuvo a punto de firmarse con la Rep¨²blica de Weimar, pero la llegada de Adolf Hitler al poder detuvo la operaci¨®n. El f¨¹hrer hab¨ªa quedado fascinado con la pieza y plante¨®, incluso, un museo solo para ella. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial dinamit¨® el plan y la cabeza tuvo que ser ocultada en un refugio antia¨¦reo hasta el final de la contienda para evitar su destrucci¨®n.
La directora del Museo Egipcio de Berl¨ªn, Friederike Seyfried, se muestra contraria a la devoluci¨®n por los supuestos ¡°riesgos del traslado¡±, adem¨¢s de alegar que Nefertiti es ¡°la mejor embajadora¡± del pa¨ªs en Alemania. Algo que exacerba a la experta egipcia Monica Hanna: ¡°Nunca he visto a una naci¨®n que env¨ªe un embajador y no reciba otro a cambio. ?En qu¨¦ barrio de El Cairo est¨¢ la Corona de Federico el Grande?¡±.
Zahi Hawass, uno de los egipt¨®logos m¨¢s famosos del mundo, recuerda un debate en la Universidad de Oxford con los directores de los museos Getty y de Arte de Viena, donde le argumentaron que este tipo de obras ¨²nicas y universales no puede retornar a sus pa¨ªses de origen porque estos carecen de los museos e instalaciones de seguridad necesarios. ¡°Yo les dije que en Egipto tenemos ahora mejores museos que en Europa y Estados Unidos [el Gran Museo Egipcio, junto a las pir¨¢mides, est¨¢ previsto que se inaugure este a?o] ?Cu¨¢l es ahora la excusa?¡±.
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