¡®Mrs. Davis¡¯ y el creador desatado
El guionista Damon Lindelof sali¨® escaldado de ¡®Perdidos¡¯ y desde entonces ha desarrollado interesantes series, cada vez m¨¢s locas
Damon Lindelof est¨¢ desatado. Quiz¨¢s despu¨¦s del fiasco que termin¨® siendo Perdidos (2005-2010) decidi¨® que nunca caer¨ªa en los mismos errores: enorme expectaci¨®n, unos guiones que al final parec¨ªan pollos sin cabeza, tremenda presi¨®n y frustrar tanto las expectativas de una base de fans masiva que durante a?os te piden explicaciones. Pero esto es pura especulaci¨®n. O quiz¨¢s no tanto. Olvidemos su trabajo en el cine. Desde el ambiguo final de Perdidos, la carrera del guionista y director estadounidense en televisi¨®n cumple unos est¨¢ndares comunes: ninguna serie pasa de las tres temporadas y en todas parece pensar el final antes de desarrollar la idea. Y todas, The Leftovers (2014-2017), Watchmen (2019) y Mrs. Davis, se mueven en un universo que m¨¢s que realismo fant¨¢stico es fantas¨ªa realista.
La sublime The Leftovers era el reflejo de Perdidos: una trataba de los que desaparecen, la otra de los que se quedan esperando la vuelta de los desaparecidos. En Watchmen se atrevi¨® a zarandear la mitolog¨ªa de uno de los c¨®mics m¨¢s venerados de los ¨²ltimos 30 a?os. Traslad¨® la acci¨®n a Oklahoma, aparentemente para poder empezar recreando con toda crudeza uno de los episodios m¨¢s oscuros y escondidos de la historia de EE UU en el siglo XX: la Matanza de Tulsa. En dos d¨ªas de 1921, entre 36 y 300 ciudadanos negros (todav¨ªa se discuten las cifras) fueron asesinados durante dos d¨ªas y su barrio borrado del mapa. Poco despu¨¦s de ese ba?o de realidad hac¨ªa que llovieran chipirones, literalmente.
Mrs. Davis, una sola temporada de ocho cap¨ªtulos en HBO Max, ya roza el delirio m¨¢s absoluto. Y lo hace con tanta gracia y tan pocos complejos, que una vez que te das cuenta de que todo es posible resulta dif¨ªcil dejar de verla. El argumento es tan raro como f¨¢cil de explicar. En un futuro cercano, una monja, Simone (Betty Gilpin), pretende acabar con una inteligencia artificial que domina el mundo. Esa inteligencia artificial, Mrs. Davis, parece ser pura bondad. A trav¨¦s de una app hace la vida de todo el mundo m¨¢s f¨¢cil y ha acabado con el hambre y las guerras. Pero su omnipresencia ha despojado a los humanos de toda capacidad de decisi¨®n, los ha convertido en monigotes. Algunos, los menos, se resisten a su influjo. Pero el motivo de Simone es m¨¢s personal: la culpa de la muerte de su padre.
Intentar narrar las aventuras de la monja para lograr su objetivo es imposible. Demenciales excursiones en Escocia, en Roma o Espa?a. Sociedades secretas, el Santo Grial, muchas muertes sangrientas, ballenas asesinas, cient¨ªficos locos y hasta gatitos.
Pero, lo interesante de Lindelof, en esta ocasi¨®n trabajando a medias con Tara Hern¨¢ndez (The Big Bang Theory, El joven Sheldon), es que aprovecha para dejar entre tanto desfase cargas de profundidad. Que casi siempre giran sobre una misma cosa: el amor y su naturaleza. Las cosas que hacemos por amor, por qu¨¦ amamos a quien lo hacemos. El amor de pareja o las complicadas relaciones entre padres e hijos. Todo est¨¢ en Mrs. Davis. Y en este caso, adem¨¢s, la fe como una forma de amor. Aunque sea con tono de comedia, pocas veces ha resultado tan comprensible algo tan dif¨ªcil de explicar como el amor de una monja por Jesucristo. Y las debilidades del hijo de Dios, que, no lo olvidemos, era humano. Aqu¨ª es un tipo muy simp¨¢tico, al que su esposa, la monja Simone, llama J, y que tiene un restaurante en el que cocina unos falafels riqu¨ªsimos. Suena delirante, ya. Ese es su encanto.
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