C. Tangana ante Jordi ?vole: h¨¦roe de la clase precaria
El m¨²sico relat¨® en el programa del periodista catal¨¢n un caso de explotaci¨®n laboral que sufri¨® en la cadena de comida r¨¢pida Pans & Company
?rase una vez un chaval normal y corriente llamado Ant¨®n ?lvarez Alfaro que trabajaba en un restaurante Pans & Company. All¨ª pasaba las horas sirviendo bocadillos Pulled Pork BBQ y fingers de mozzarella, a veces hasta altas horas de la madrugada, pero no cobraba mucho de ese desempe?o: la encargada, de nombre Vanesa, borraba del registro buena parte de las horas extra y la empresa no le pagaba lo que justamente se hab¨ªa ganado. Pero resulta que aquel chaval hac¨ªa m¨²sica en su tiempo libre, bajo pseud¨®nimos como Crema, Pucho o C. Tangana, y con el tiempo se convirti¨® en una rutilante estrella. Y entonces, desde las alturas de la fama, consigui¨® vengarse de la empresa: la venganza es un bocata que se sirve fr¨ªo y en prime time.
Esta f¨¢bula del patito feo precario que se convierte en cisne de la m¨²sica urbana, un final feliz no al alcance de cualquiera, es una que cont¨® C. Tangana en el ¨²ltimo programa de Jordi ?vole. Le robaron unos 600 euros, que no es poco para un joven en su situaci¨®n. A Tangana te lo crees porque, a pesar de su pose arrogante en escena, cuando lo oyes hablar est¨¢s escuchando al mismo chaval normal y corriente que no acaba de creerse su ¨¦xito. Incluso llam¨® al boicot: ¡°Si a alguien le gusta mi m¨²sica, que no vuelva a comer en un puto Pans & Company en su vida¡±. El nuevo h¨¦roe de la clase precaria.
Existe una m¨ªstica del artista incomprendido, que encadena trabajos vol¨¢tiles y mal pagados, hasta que un d¨ªa triunfa. Charles Bukowski fue cartero, lavaplatos, aparcacoches y mil cosas m¨¢s. Brad Pitt fue repartidor de frigor¨ªficos y pollo disfrazado, de esos que dan folletos publicitarios. Nadie dir¨ªa que hubo un momento en el que Pablo Motos limpiaba cristales. Hay chistes que retratan la ¨ªntima conexi¨®n entre el arte dram¨¢tico y la hosteler¨ªa: ?qu¨¦ le dice un actor con trabajo a un actor sin trabajo?
¡ª?Qu¨¦ quieres tomar?
Parece que el verdadero talento siempre salga a flote, contra viento y marea, y brille junto al sol. Pero se huele en esta idea cierto tufillo meritocr¨¢tico, falso una vez m¨¢s: abundante talento permanece subterr¨¢neo y su ascenso tambi¨¦n depende de los golpes de suerte y los gustos del mercado. Recuerden a aquel chaval talentos¨ªsimo para la petanca que tuvo que dejar su pasi¨®n porque de la petanca no se puede vivir. Y tampoco est¨¢ claro que tengamos que considerar el talento como un m¨¦rito.
Entre los artistas son muy escasos los que lo petan (y luego nos cuentan que la fama es una mierda), pocos los elegidos para vivir de su trabajo con dignidad y much¨ªsimos los que sobreviven con apa?os, trabajos paralelos, hundidos en la precariedad, o, directamente, dedic¨¢ndose a otra cosa. El Estatuto del Artista, que ahora promete seguir desarrollando el Ministerio de Cultura, trata precisamente de que el arte d¨¦ de comer, pero no solo al alma.
El precariado, que tanto se nutre de los trabajadores culturales, es una clase con escasa conciencia de s¨ª misma y poco organizada sindicalmente, como la ha categorizado el economista Guy Standing, de modo que no le es f¨¢cil reivindicar sus derechos y es vulnerable a los abusos de las empresas. Lo que le queda, muchas veces, es convertirse en una estrella para denunciar los abusos, una curiosa forma de lucha laboral en tiempos espectaculares. Nadie escuchar¨ªa a aquel Puchito de antes como se escucha al Tangana de ahora. Siguen ah¨ª, repartiendo en bici, limpiando en casas, sirviendo en bares y restaurantes, arreglando habitaciones de hotel.
Cuando lleg¨® la pandemia nos dimos cuenta de que los trabajadores esenciales no eran los dise?adores web, ni los chief financial officer, ni los tertulianos, ni los subsecretarios, ni los futbolistas, sino esa gente que, con trabajos poco reconocidos socialmente y de bajos salarios, mantienen el mundo girando. Nos prometimos cambiar, salir mejores, pero se ve que cuesta. Si el turismo es el motor m¨¢s potente de la econom¨ªa espa?ola, dos de sus pilares, la cultura y la hosteler¨ªa, reunidas aqu¨ª en la figura del joven Ant¨®n antes de triunfar, son sostenidos por gente que no est¨¢ bien.
Las empresas explotadoras deben tener cuidado: cualquiera de esos chavales a los que exprimen puede alg¨²n d¨ªa exponer en el Reina Sof¨ªa o ganar un Grammy. Y cuando usted vaya a pedir un bocadillo pollo supreme en el Pans & Company, que sepa que al otro lado de la m¨¢quina registradora puede estar uno de los artistas m¨¢s influyentes para las siguientes tres generaciones. Pida un refresco rellenable y un aut¨®grafo.
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