Guy Standing: ¡°Hemos dejado que la derecha se apropie de la libertad¡±
El economista, creador del concepto ¡®precariado¡¯ y defensor de una renta b¨¢sica, va a participar en un estudio sobre el ¡®precariado¡¯ para el proyecto pol¨ªtico de Yolanda D¨ªaz
Guy Standing (Reino Unido, 74 a?os) forma parte de una nueva corriente de economistas que est¨¢ obligando a las formaciones de izquierda a abandonar la pereza y buscar nuevas respuestas. Creador de un concepto que ya es moneda com¨²n, el ¡°precariado¡±, y defensor a ultranza de la necesidad de una renta b¨¢sica incondicional para todos los ciudadanos, Standing ha asesorado a la Generalitat de Catalu?a y va a contribuir en el proyecto pol¨ªtico que prepara la vicepresidenta del Gobierno Yolanda D¨ªaz. Ma?ana estar¨¢ en Es Baluard Museu, en Palma de Mallorca, para hablar de El precariado: la nueva clase peligrosa (y prometedora).
Pregunta.??Qu¨¦ es el precariado?
Respuesta.?Podemos definirlo en tres dimensiones o espacios. Consiste en millones de personas que tienen un trabajo inestable e inseguro. La mayor¨ªa de ellos tienen un nivel de educaci¨®n muy superior al trabajo que desempe?an. Y deben realizar muchas tareas que no cuentan como desempe?o laboral, que no son reconocidas. No pueden dar a sus vidas una narrativa ocupacional. No saben realmente qu¨¦ son. Un mes trabajan en un bar, al siguiente limpian suelos, o incluso ejercen de periodistas. La segunda dimensi¨®n: sus sueldos reales est¨¢n en declive. Y no tienen pensiones, bajas por enfermedad o vacaciones pagadas, como el viejo proletariado. Y la tercera dimensi¨®n, para m¨ª la m¨¢s importante: si formas parte del precariado, pierdes derechos de ciudadan¨ªa. Civiles, culturales, valores propios de pertenecer a una comunidad concreta.
P.?Y derechos sociales.
R.?Y derechos sociales, exacto. Porque los derechos sociales son subsidios universales que los gobiernos vinculan a unos objetivos concretos, a unos comportamientos concretos y a unas condiciones sociales concretas. Si solo concedes esas ayudas a la gente pobre, en cuanto uno intenta salir de la pobreza, las pierde. Y pasa a convertirse en la trampa de la pobreza. La gente trabaja m¨¢s, pierde esos beneficios sociales y obtiene poco m¨¢s a cambio.
P. Se ha mostrado muy cr¨ªtico con la respuesta de los gobiernos al desaf¨ªo econ¨®mico de la pandemia.
R. La mayor¨ªa de las pol¨ªticas llevadas a cabo por los gobiernos europeos fueron profundamente err¨®neas. Los ERTES, por ejemplo, fueron b¨¢sicamente un subsidio para las grandes empresas. Fueron regresivos, en el sentido de que fueron destinados sobre todo a los que ten¨ªan ingresos m¨¢s altos, y solo despu¨¦s al precariado. Este ¨²ltimo, en gran medida, no recibi¨® nada, porque no ten¨ªa un puesto de trabajo fijo. Se les ech¨® a la calle y punto. Creo que el sistema de los ERTES aument¨® la desigualdad. Y hubo altos niveles de fraude. Las empresas fing¨ªan que sus empleados no estaban trabajando, sino que estaban en casa. Y los asalariados, con sus ordenadores, siguieron trabajando.
P.??Hemos aprendido la lecci¨®n?
R.?Estoy muy entusiasmado con la idea de que la vicepresidenta del Gobierno espa?ol Yolanda D¨ªaz haya puesto en marcha una comisi¨®n de investigaci¨®n sobre el precariado. Me han pedido que colabore, y creo que se trata de una magn¨ªfica oportunidad. Hoy el nivel de inseguridad de una parte cada vez mayor del precariado, de rabia, es insostenible. Son j¨®venes, con alto nivel de educaci¨®n, muchas mujeres. Y afirman, tras la pandemia, que no quieren regresar a lo de antes. Quieren un nuevo tipo de pol¨ªtica progresista. Usted lo sabr¨¢ mejor. En Espa?a, hubo un momento en que se rompi¨® el molde pol¨ªtico tradicional. Pero lo que vino despu¨¦s fueron malos pol¨ªticos y malas medidas. No creo que sea el final de esta historia. Hay nuevos movimientos ecologistas, sociales, un precariado cada vez mayor y m¨¢s enfadado. Todo esto trasladar¨¢ presi¨®n a los gobiernos para pensar de un modo diferente. El actual Gobierno de coalici¨®n, en teor¨ªa, es de izquierdas, pero no creo que lo sea en la pr¨¢ctica. Debe abrirse m¨¢s a nuevas ideas.
P. Pero ese enfado tambi¨¦n puede traducirse en el apoyo a fuerzas populistas, de izquierda o de derecha.
R. Yo divido al precariado en tres grupos. El primero lo forman aquellos que han sido expulsados de las clases trabajadoras. No tienen un nivel alto de educaci¨®n. Son fundamentalmente hombres. Y escuchan las voces populistas de la derecha extrema, como Trump, Johnson o, en Espa?a, VOX. Ese grupo era el m¨¢s grande despu¨¦s de la crisis de 2008. Ya no lo es. Se est¨¢n haciendo mayores. En el medio tienes a los que yo llamo los nost¨¢lgicos. Sienten que no tiene un hogar. Inmigrantes, refugiados, discapacitados, minor¨ªas... Este grupo mantiene la cabeza agachada. No votan a populistas porque, sencillamente, no votan. El tercer grupo son los j¨®venes, a los que sus padres les prometieron un futuro. Fueron a la universidad, aprobaron sus ex¨¢menes y todo lo que correspond¨ªa. Y no tienen futuro. Y lo saben. Est¨¢n endeudados, furiosos. Pero no quieren votar al populismo, ni de izquierdas ni de derechas. Al primero, porque les parece est¨²pido. Al segundo, porque les aterroriza. Son el grupo que m¨¢s ha crecido en todos los pa¨ªses, Espa?a incluida. Hemos llegado a un punto en que los pol¨ªticos est¨¢n obligados a pensar de un modo diferente. Algunos virar¨¢n al populismo, otros agitar¨¢n prejuicios... pero los m¨¢s j¨®venes, especialmente las mujeres, est¨¢n empezando a forjar un nuevo vocabulario. Por eso soy bastante optimista.
P.??En qu¨¦ consiste esa renta b¨¢sica universal que defiende?
R.?Nunca hablo de renta b¨¢sica universal. Hablo de renta b¨¢sica. Porque en el caso de los inmigrantes reci¨¦n llegados, por ejemplo, deber¨ªan esperar un tiempo antes de adquirir ese derecho. Aunque eso no quiere decir que no reciban otras ayudas. Es un derecho por el que cada individuo, hombre o mujer, recibe una modesta cantidad cada mes. Incondicional. No est¨¢ vinculada a ning¨²n nivel econ¨®mico ni requiere un comportamiento concreto. En met¨¢lico o de alg¨²n otro modo. Cada uno la usa como quiera. La cantidad depender¨¢ de la capacidad de cada Gobierno para incrementar los fondos destinados a este objetivo. Es un derecho econ¨®mico. Un ejemplo de justicia com¨²n. La justificaci¨®n de la renta b¨¢sica es, sobre todo, ¨¦tica. No implica la supresi¨®n de otro tipo de ayudas o subsidios.
P.??Por qu¨¦ ¨¦tica?
R.?Contribuye a aumentar tu libertad. Sobre todo, la de las mujeres. Les permite decir no a una relaci¨®n abusiva, o a un jefe explotador, o a una burocracia asfixiante. Permite poder tomar decisiones, y en eso consiste la libertad. Y al fin, una renta b¨¢sica, por muy peque?a que sea, ofrece a las personas la indispensable sensaci¨®n de seguridad. Porque la inseguridad, como nos han explicado los psic¨®logos, reduce nuestro cociente intelectual. Es injusto que el Estado someta al mismo criterio que a usted o a m¨ª a una persona que sufre una inseguridad cr¨®nica.
P.??Qu¨¦ deber¨ªa garantizar esa renta?
R.?Deber¨ªa garantizar alimentaci¨®n, vivienda y un nivel de vida b¨¢sico. Y a partir de ah¨ª, ir subiendo. En pa¨ªses dependientes de una econom¨ªa globalizada, como Espa?a o el Reino Unido, en los que en el futuro cercano los sueldos seguir¨¢n bajando, por culpa de esa globalizaci¨®n y de la automatizaci¨®n de los trabajos. Debemos dar con un modo nuevo de proveer a los ciudadanos con una seguridad b¨¢sica. Los resultados de programas piloto realizados en varios pa¨ªses y ciudades, incluido uno en Barcelona, demuestran que las personas que logran esa seguridad b¨¢sica trabajan m¨¢s, no menos. Normalmente los cr¨ªticos burgueses de la propuesta afirman que las personas dejan de esforzarse. No es verdad. Tienen m¨¢s confianza, m¨¢s energ¨ªa. Intentan adquirir nuevas habilidades.
P. E incluso se atreven a cambiar de empleo.
R. Hasta cambian de trabajo, porque ya no tienen miedo. Crea un nuevo tipo de emprendedor. Me impresionaron mucho los resultados de una encuesta en Espa?a. Preguntaba a las personas qu¨¦ har¨ªan si tuvieran una renta b¨¢sica. Muchos dijeron que aumentar¨ªan su nivel educativo. O har¨ªan m¨¢s voluntariado. O m¨¢s autoempleo. Esta liberaci¨®n de estr¨¦s es hoy una necesidad vital, porque el estr¨¦s se ha convertido en una pandemia en s¨ª mismo.
P.?Pero al final, ?no acaba siendo un subsidio sin control, como los que usted critica?
R.?No, porque no es lo mismo. Una renta b¨¢sica es una paga semanal, modesta, que debes aprender a usar. Y lo que hemos descubierto en los programas piloto es que, al principio, las personas no usan bien ese dinero. Pero poco a poco aprenden a hacerlo. Ahorran. Cambian su comportamiento. Si fuera un solo pago, probablemente todos nosotros lo malgastar¨ªamos. Es lo que se denomina la debilidad de la voluntad. En el caso de la renta b¨¢sica, es una aproximaci¨®n mejor, porque generas una reforma modesta y un derecho econ¨®mico.
P.?Aboga usted por un cambio de planteamiento con los impuestos. ?Es posible?
R.?No solo es posible, es esencial. Piense, por ejemplo, en el impuesto sobre altas emisiones de carbono. Necesitamos gravar esas emisiones para reducir el consumo de energ¨ªa f¨®sil. Pero el problema de un impuesto as¨ª es que supone un alto porcentaje de los ingresos de una persona pobre. Hay que lograr que sea pol¨ªticamente popular, y para eso conviene avisar de que toda esa recaudaci¨®n es el dividendo de unos bienes comunes, destinado a un fondo creciente que alimentar¨¢ las rentas b¨¢sicas. Cuanto mayor sea ese fondo, mayor ser¨¢n las rentas.
P.?Y recuperar¨¢ ese mensaje de los bienes comunes.
R.?Los ciudadanos pueden entender este concepto, el de los bienes comunes. Pueden ser el agua, el aire o la tierra, pero no solamente. Tambi¨¦n el disfrute de derechos de patente o de propiedad intelectual logrados gracias a una importante aportaci¨®n de ayudas p¨²blicas. Es una v¨ªa para que los pol¨ªticos progresistas reformulen su agenda y dejen de utilizar un lenguaje viejo y marxista que ya no conecta con las nuevas generaciones.
P.??Hay un problema en el mensaje de la izquierda?
R.?Hablar de propiedad del Estado, o de intervenci¨®n del Estado, lleva a la gente a pensar en gobiernos autoritarios, como el de Putin. Los asocian con un control centralizado y r¨ªgido de la econom¨ªa. Uno de los problemas que hemos tenido en la izquierda ha sido que hemos permitido a la derecha apropiarse del discurso de la libertad. Era el modo de presentarnos a nosotros como defensores de un Estado paternalista. El mensaje de los bienes comunes y de la necesaria redistribuci¨®n de sus dividendos lo entiende todo el mundo.
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