El falso glamour del narco
El narco se glamuriza y el consumo se le banaliza. He discutido con feministas que se rasgan las vestiduras ante una canci¨®n, pero no se cuestionan que cuando consumen cualquier tipo de droga est¨¢n financiando el tr¨¢fico de mujeres y tambi¨¦n de inmigrantes y armas
A Kiko El Cabra le pusieron el mote por conducir narcolanchas temerariamente. Al asesino de los guardias civiles de Barbate le podr¨ªan haber llamado as¨ª por su rostro poco agraciado, pero no sorprender¨ªa que si su vida se llevase al cine acabase interpretado por Mario Casas. Sito Mi?anco ten¨ªa pinta de divorciado que mete tripa para ligar con camareras que podr¨ªan ser sus hijas, pero en Fari?a fue el atractivo Javier Rey; Pablo Escobar tuvo la mirada l¨¢nguida de Wagner Moura y las hechuras seductoras de Benicio del Toro. Bajo el maquillaje de Griselda est¨¢ la despampanante Sof¨ªa Vergara y se la adivina incluso tras una m¨¢scara m¨¢s rid¨ªcula que la que us¨® para escaparse de la c¨¢rcel Jeannette Rodr¨ªguez en La dama de rosa, una fuga tan estramb¨®tica como la de El Pastilla, el sicario al que una c¨¢mara detect¨® d¨ªas despu¨¦s en Leipzig. Es dif¨ªcil pasar desapercibido cuando te pareces a Jar Jar Binks. A la ficci¨®n le da igual, en cine ser¨ªa como m¨ªnimo Jon Kortajarena. El modelo vuelve hoy en la segunda temporada de El inmortal. En la serie de Movistar Plus+ el guap¨ªsimo ?lex Garc¨ªa es un trasunto de Juan Carlos Pe?a, el l¨ªder de Los Miami, la banda que control¨® el tr¨¢fico de drogas en Madrid, la misma que Ana Obreg¨®n quiso contratar para apalizar a Jaime Cantizano ¡ªesa es la Feud hispana que quiero ver¡ª. Busquen a Pe?a en Google y comprobar¨¢n cu¨¢nto le deben los delincuentes a los directores de casting.
Adem¨¢s de revestirle de glamur, al narco se le humaniza. El colombiano Juan Pablo Calv¨¢s lo denunci¨® tras el estreno de Griselda. No es un vicio reciente. Recuerden a Miguel ?ngel Silvestre en Sin tetas no hay para¨ªso. Es incontable la cantidad de idiotas que lo tomaron como modelo creyendo que la vida del delincuente est¨¢ plagada de cochazos y t¨®rridos romances con mujeres que se parecen a Amaia Salamanca. El narco se glamuriza y el consumo se le banaliza, como si el cliente final estuviese exento de culpa. He discutido con supuestas feministas que se rasgan las vestiduras ante la letra de una canci¨®n, pero no se cuestionan que cuando consumen cualquier tipo de droga est¨¢n financiando el tr¨¢fico de mujeres, tambi¨¦n de inmigrantes y armas. Para encontrar los v¨ªnculos entre el narco y la trata no es necesaria Gloria Serra, aunque como sucede con los castings resulte m¨¢s satisfactorio eludir la realidad.
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