Griselda: los narcos no pueden ser h¨¦roes
Empieza a ser inaceptable que productos audiovisuales como ¡®Griselda¡¯ o la serie sobre Pablo Escobar arropen a esos delincuentes con velos de humanidad que matizan su esencia de genios del mal
Tal vez me falla la memoria o son los vac¨ªos de mi cultura audiovisual los que me llevan a hacer esta afirmaci¨®n: nunca he visto que en las producciones de cine o televisi¨®n hechas en los Estados Unidos se busque generar simpat¨ªa por aquellos delincuentes que le han hecho da?o a la sociedad de ese pa¨ªs.
Una pel¨ªcula inolvidable y premiada como Los Intocables no consigui¨® que su p¨²blico sintiera l¨¢stima o aprecio por Al Capone. La reciente serie sobre el asesino serial Jeffrey Dahmer no fue un ejercicio para llevarnos a pensar que ese pobre muchacho, a pesar de sus cr¨ªmenes, merec¨ªa un mejor final que el que tuvo. No he visto pel¨ªcula en la que al Unabomber se le muestre como un hombre de familia, atravesado por dilemas humanos que justifican sus atentados terroristas. Creo que no hay producci¨®n alguna que nos lleven a ver en Lucky Luciano o John Gotti seres con los cuales hemos de tener compasi¨®n. En fin, pareciera que existe una certeza: a aquel que ha hecho da?o no lo podemos, ni lo debemos romantizar. No hay nada de valeroso en acabar vidas. No hay nada que aplaudir en aquel que da?a como el ¨®xido a la sociedad.
Termina uno de ver la serie Griselda, tan promovida en estos d¨ªas por su protagonista y productora, la legendaria actriz Sof¨ªa Vergara, y pasa lo que no debe ocurrir: en vez de odiarla, temerle y maldecir su existencia, por haber sido una persona que se dedic¨® a controvertir la ley y a sembrar el terror, termina uno lamentado que haya tenido que entregarse a la justicia para escapar de las fauces de otros criminales tan malos como ella y hasta llega a esperar que tras la prisi¨®n pueda recomponer su vida. En resumen: termina uno queriendo y considerando la imperfecta humanidad de alguien que no tuvo la menor consideraci¨®n hacia cientos o miles de personas.
El problema no es el mensaje que la serie pueda dejar sobre Colombia y su gente. El verdadero l¨ªo subyace en que con ella se abre la puerta para que al delincuente se le considere un h¨¦roe y que su vida sea vista m¨¢s como una epopeya en vez de ser una espiral sangrienta llena de dolor y consecuencias nefastas no solo para quienes la rodearon, sino para un pa¨ªs entero.
?Hay que contar la historia de esos personajes? Es innegable. Pero empieza a ser inaceptable que aquellos productos audiovisuales de consumo masivo como Griselda o la serie sobre Pablo Escobar terminen arropando a esos delincuentes con sutiles velos de humanidad que matizan o borran su verdadera esencia de despiadados genios del mal dispuestos a cualquier cosa para alcanzar sus objetivos. Habr¨¢ quienes justifiquen a Griselda con ese sabor de lucha feminista que le imprimen al personaje. Habr¨¢ quienes consideren que su guerra con otros carteles es prueba de la fortaleza de la mujer. Habr¨¢ quienes vean en su rol de madre de familia algo ejemplar. En realidad, nada de eso vale. Nada de eso deber¨ªa siquiera insinuarse.
Ahora que en Chile ponen sobre la mesa la discusi¨®n sobre el discurso de Peso Pluma a quien se?alan de promover la narcocultura (asunto que resulta debatible), tal vez deber¨ªamos preguntarnos si inmortalizar a los narcos como h¨¦roes ca¨ªdos en desgracia a trav¨¦s de series para televisi¨®n es algo que deber¨ªa tener un punto final. No podemos romantizar a quien nos ha hecho tanto da?o. Hacerlo es como aceptar aquella justificaci¨®n de los maltratadores de mujeres que siempre salen con un indignante: ¡°Es que ella se lo busc¨®¡±.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y aqu¨ª al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.