Radio Nacional, triste y a la deriva
La emisora no puede funcionar por inercia. Para mantenerse en tiempos de ¡®podcasts¡¯ y revoluci¨®n medi¨¢tica, necesita un capit¨¢n
Cansados y descorazonados, como la tuna al llegar el verano, se han manifestado esta semana muchos trabajadores de Radio Nacional, entre ellos, sus principales figuras. Est¨¢n hartos ¡ªdicen¡ª de sentirse cenicientas en RTVE y de que las cadenas funcionen sin direcci¨®n ni proyecto y de que las contratas externas les coman la tostada de los podcasts. Lo han contado en una carta dirigida ¡°a quien corresponda¡±, tal vez porque ya no saben contra qu¨¦ muro lamentarse.
Queremos un proyecto a largo plazo, queremos futuro, queremos mucho a la radio de todos #TodosSomosRNE pic.twitter.com/fmy3qYpcdf
— Laura Barrachina (@laurabarrachina) June 11, 2024
Que Espa?a se debe un debate sobre la funci¨®n y la forma de las radiotelevisiones p¨²blicas es tan evidente como que todos los gobiernos lo eluden porque les aterra perder el control propagand¨ªstico sobre ellas, pero en el caso concreto de la radio ya existe un consenso relativo. Quiz¨¢ porque el modelo no comercial, volcado en el servicio p¨²blico y en la explotaci¨®n de formatos y contenidos casi inexistentes en las cadenas comerciales, est¨¢ muy consolidado. Con publicidad o sin ella, TVE nunca ha dejado de competir con las privadas, como ha demostrado una vez m¨¢s el culebr¨®n de Broncano. RNE, en cambio, tiene un modelo tan distante de las grandes cadenas generalistas que estas no la consideran su competencia. Los colaboradores de radio firmamos una cl¨¢usula de exclusividad con nuestras emisoras, aunque RNE suele estar excluida de esos acuerdos. Es muy improbable que un tertuliano tenga contrato en la Ser y en la Cope a la vez, pero casi nunca hay problema por tener domicilio abierto en una privada y una segunda residencia en la p¨²blica.
Esto es as¨ª porque RNE cultiva una manera de ser compatible con los modelos comerciales. No solo los complementa, dando proyecci¨®n a m¨²sicas y tendencias minoritarias o imposibles de rentabilizar, sino marcando un est¨¢ndar de calidad. El estilo ¡ªa veces demasiado formal, quiz¨¢ r¨ªgido e incluso un poco elitista, hasta en sus rincones m¨¢s populares¡ª funciona como metro de platino para medir la excelencia radiof¨®nica. Si no existiera RNE, defender la diversidad y la innovaci¨®n en las radios privadas ser¨ªa mucho m¨¢s dif¨ªcil.
Como alertan sus trabajadores, RNE no puede funcionar por inercia. Para mantenerse en tiempos de podcasts y revoluci¨®n medi¨¢tica, necesita un capit¨¢n. Lo raro es que sean la propia tripulaci¨®n la que, harta de mantener la nave a flote a su leal saber y entender, reclame una jefatura que ponga orden y marque el rumbo. Con lo bien que se vive sin que nadie te mande. Supongo que eso da la medida de su desesperaci¨®n.
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