El m¨¢s grande y afortunado comunicador
Durante la convenci¨®n de esta semana, los republicanos tendr¨¢n que jugar muy bien sus cartas mostrando fortaleza y comunic¨¢ndola de forma que no espanten a los votantes moderados y a las minor¨ªas
Gran conmoci¨®n caus¨® el atentado a Donald Trump el s¨¢bado, del que se salv¨® de milagro, lo que algunos entender¨¢n como la intervenci¨®n de la Divina Providencia y otros como una expresi¨®n de su suerte. Lo cierto es que, milagro o fortuna, los an¨¢lisis de la trayectoria de la bala muestran que si no hubiera movido la cabeza, muy posiblemente hubiera muerto all¨ª. Afortunadamente, no fue as¨ª y, con sus virtudes y sus defectos, incluida la polarizaci¨®n, la campa?a pol¨ªtica continua.
La primera reacci¨®n de las instituciones y la gente suele ser pedir unidad y rechazar cualquier forma de violencia, como si nunca hubiera pasado antes y nunca fuera a pasar de nuevo. Sin embargo, la violencia pol¨ªtica no es para nada ajena a Estados Unidos. Antes de Donald Trump, han sido asesinados o han sufrido atentados m¨²ltiples presidentes, candidatos y l¨ªderes.
Andrew Jackson, como Trump, sali¨® vivo de un atentado en 1835 de milagro, cuando un aparente desequilibrado lo atac¨® con una pistola ¡ªque fall¨®¡ª lo cual le dio tiempo a Jackson de entrarle a palos con su bast¨®n. El atacante sac¨® otra pistola, pero esta tambi¨¦n fall¨®.
Dentro de la larga racha de asesinatos y atentados antes de Trump est¨¢n Abraham Lincoln (asesinado en 1865), James Garfield (asesinado en 1881), William McKinley (asesinado en 1901), Theodore Roosevelt (atentado siendo candidato en 1912, recibi¨® un disparo), Franklin Roosevelt (atentado en 1933, en el que muri¨® el alcalde de Chicago), John F. Kennedy (asesinado en 1963), Gerald Ford (dos atentados en 1975, excepcionalmente perpetrados por mujeres), Ronald Reagan (herido en atentado en 1981), Bill Clinton (ataque con fusil a la Casa Blanca, donde se encontraba) y George W. Bush (en 2005, atentado con granada que no estall¨®). Adem¨¢s de los presidentes, los candidatos Robert Kennedy y George Wallace sufrieron atentados en 1968 y 1972, respectivamente. El primero muri¨® y el segundo recibi¨® cuatro disparos que los dejaron paral¨ªtico de por vida. Esto sin hacer la lista de l¨ªderes sociales atacados como Martin Luther King, Jr., asesinado en 1968, y Malcolm X, asesinado en 1965.
Nadie quisiera estar en el lugar de Donald Trump cuando sinti¨® lo que debi¨® ser un ¡°quem¨®n¡± en la oreja, mientras sonaban disparos en el aire. La primera reacci¨®n debi¨® ser ¡°me dieron¡±, seguido de la ca¨ªda a suelo o agachada que se ve en las im¨¢genes. All¨ª seguramente se dio cuenta de que su herida no era grave y retom¨® la calma en cuesti¨®n de segundos. Luego vino la reacci¨®n natural del servicio secreto de cubrirlo para protegerlo y sacarlo del lugar lo antes posible. Es ah¨ª donde Trump empieza a sorprender.
Usualmente, el sujeto de protecci¨®n se queda agachado y se deja llevar hacia un sitio seguro. Trump no. Pasadas las primeras reacciones y dado de baja el francotirador, ¨¦l se par¨®, y les pidi¨® a sus escoltas ¡ªtres veces¡ª que lo dejaran recoger sus zapatos en medio de la conmoci¨®n. Luego levant¨® el pu?o y gesticul¨® claramente la palabra ¡°Fight¡±. Verbo o sustantivo, lucha o luchemos, el gesto fue claro y directo. El milagro o la suerte le mandaron un gran mensaje a su base con el atentado y ¨¦l lo supo reforzar con su reacci¨®n inmediata. No hay que olvidar que, dentro de sus seguidores incondicionales, algunos creen que Trump es un enviado de Dios.
Adem¨¢s de haber comunicado tan h¨¢bilmente, Trump tuvo la fortuna de que dentro de los reporteros gr¨¢ficos en el evento estaba Doug Mills, del New York Times, quien lleva cubriendo presidentes y campa?as presidenciales desde los a?os 80. Su reacci¨®n, apenas sonaron los disparos, fue avanzar para registrar el momento. Esto le permiti¨® tomar la foto en que se ve la bala en el aire a unos cent¨ªmetros de la cabeza de Trump. El momento del milagro.
Tambi¨¦n se encontraba cubriendo el evento Evan Vucci, fot¨®grafo jefe de Associated Press, corresponsal en m¨²ltiples lugares, incluido Irak. La reacci¨®n fue la misma de su colega: registrar gr¨¢ficamente la situaci¨®n. Fue su lente el que tom¨® la foto en que Trump, con la cara ensangrentada y en medio de su cuerpo de seguridad, levanta el pu?o, con el trasfondo de una ondeante bandera de Estados Unidos. Es tan poderosa la imagen, que muchos pensaron que era un montaje. El momento del gran y afortunado comunicador.
Aparte del evento en s¨ª mismo y la reacci¨®n de Trump, las im¨¢genes del atentado ser¨¢n centrales en esta campa?a. Ninguna agencia de publicidad hubiera podido pensar en unos mejores registros gr¨¢ficos y, en este caso, en un mejor modelo. Parad¨®jicamente, los medios de comunicaci¨®n a los que ¨¦l tanto aborrece, le dar¨¢n las mejores im¨¢genes de su campa?a.
Escribo esta columna antes de la convenci¨®n republicana de Milwaukee, en la que se esperaba suavizar la imagen de Trump en su aclamaci¨®n como candidato, pero que posiblemente tendr¨¢ unos tintes m¨¢s radicales con ¨¦nfasis en la seguridad y en la invencibilidad del candidato. Sin embargo, los republicanos tendr¨¢n que jugar muy bien sus cartas mostrando fortaleza y comunic¨¢ndola de forma que no espanten a los votantes moderados y a las minor¨ªas.
En medio de una seguridad mucho m¨¢s r¨ªgida, los medios audiovisuales jugar¨¢n un gran papel y todo el montaje para la aclamaci¨®n del candidato ser¨¢ de una espectacularidad y grandeza dignas de las mejores producciones de Hollywood. Y con las mejores fotos.
Joe Biden, por su parte, hizo lo que hace un presidente: llam¨® a Trump a ofrecerle solidaridad y apoyo, verific¨® los detalles, recibi¨® informes de sus agencias de seguridad y le habl¨® al pa¨ªs en una alocuci¨®n de fondo en que conden¨® la violencia, llam¨® a manejar las diferencias pol¨ªticas en paz y pidi¨® calmar los ¨¢nimos.
No obstante, aunque estos d¨ªas el tema pase a segundo plano, los dem¨®cratas siguen con el problema de su candidato, a quien muchos l¨ªderes del partido y votantes quieren reemplazar por alguien m¨¢s joven. La convenci¨®n dem¨®crata, que empieza el 19 de agosto en Chicago, est¨¢ a la vuelta de la esquina y ese ser¨¢ el gran tema hasta ese momento. Pasadas las convenciones y con la marea del atentado a Trump en calma, la campa?a volver¨¢ a una relativa normalidad, ojal¨¢ con algo m¨¢s de civilidad.
Falta ver si de aqu¨ª al 5 de noviembre se imponen la suerte y la gran capacidad comunicativa de Trump, quien a sus 78 a?os ser¨ªa el primer condenado criminalmente en llegar a la presidencia de Estados Unidos. O la ecuanimidad, tranquilidad y mala comunicaci¨®n de Biden, a quien sus 81 a?os parecen estarle pasando la cuenta y ser¨ªa el presidente m¨¢s viejo de la historia.
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