Todav¨ªa es posible

Biden ha abandonado por tres razones. La principal es que no consigui¨® revertir -tras el desastroso primer debate electoral- la percepci¨®n de que no era el candidato que record¨¢bamos. Tampoco entre los votantes dem¨®cratas. Cuando un candidato tiene un di¨¢metro electoral menor que el de su partido¡­ el fin est¨¢ cerca. Ese di¨¢metro se hab¨ªa reducido considerablemente en los ¨²ltimos 17 d¨ªas.

La segunda es que la coalici¨®n pol¨ªtica y c¨ªvica a su alrededor se hab¨ªa resquebrajado irreparablemente. No solo fueron los llamados p¨²blicos y privados de los l¨ªderes dem¨®cratas del Congreso y del Senado, sino tambi¨¦n las voces respetadas de Nancy Pelosi y Barack Obama. Pero, sobre todo, la coalici¨®n c¨ªvica de donantes, celebrities, medios de comunicaci¨®n y activistas que mostraban su perplejidad, cuando no indignaci¨®n con la par¨¢lisis dem¨®crata para reaccionar adecuadamente. La ca¨ªda de donaciones individuales y de grandes donantes han sido un clavo en el ata¨²d pol¨ªtico de Biden. La puntilla del senador independiente Joe Manchin ha sido clave.

Y, finalmente, porque despu¨¦s del atentado sobre Donald Trump, su reacci¨®n y el conjunto de venturosas circunstancias que le salvaron la vida, el candidato republicano parece otro y -a la vez- m¨¢s Trump que nunca. El atentado le rodea de un aura, entre milagrosa y energ¨¦tica, que ofrece una nueva versi¨®n de Trump: aparentemente no vengativo, sereno, rodeado de toda su familia -sin fisuras-, apelando a un mandato divino para ¡°volver a hacer grande Am¨¦rica otra vez¡±.

?Qu¨¦ pueden hacer los dem¨®cratas para ganar? A mi entender, deben de responder con la candidatura y el binomio presidencial a las tres razones por las cu¨¢les ha ca¨ªdo Biden.

La candidatura debe medir m¨¢s que el partido. En su conjunto. Debe ser capaz de atraer a votantes moderados, a exvotantes de Trump y restablecer el v¨ªnculo profundo con las comunidades afro e hispanas. Una candidatura de partido ser¨ªa perder. Debe ser una propuesta de la cultura dem¨®crata norteamericana m¨¢s all¨¢ del propio partido.

La candidatura debe restablecer una estrategia de campa?a electoral que presente a ¡°Trump contra nosotros¡±, o ¡°Nosotros o Trump¡±. Un nosotros y nosotras coral, juvenil, activista, movilizador, una gran batalla cultural que acompa?e una propuesta program¨¢tica revitalizada. Esto no lo gana el Partido, lo ganan los dem¨®cratas y progresistas unidos, activados y energizados.

Y, finalmente, la candidatura debe estar rodeada de un nuevo esp¨ªritu. Hay que ganarle a quien parece que tiene los dioses de su lado, a un tan invencible como detestable oponente, a un resiliente que ha conseguido sobrevivir a todo: desde los juicios al atentado. Para ello se necesitar¨¢, tambi¨¦n, el car¨¢cter emocional, casi espiritual, que la nueva candidatura deber¨¢ provocar, promover y liderar. Una nueva energ¨ªa. Los electores votan lo que sienten, y piensan lo que les emociona. Esa debe ser la clave. Una campa?a en la que cada progresista y dem¨®crata de los Estados Unidos siente que es la campa?a de su vida, el momento pol¨ªtico m¨¢s importante de su trayectoria ciudadana y que pueda responder con una energ¨ªa combativa ¨²nica y excepcional a la gran pregunta americana: ¡°No pienses qu¨¦ puede hacer tu pa¨ªs por ti. Piensa qu¨¦ puedes hacer t¨² por t¨² pa¨ªs¡± (John F. Kennedy)

Antoni Guti¨¦rrez-Rub¨ª, @antonigr asesor de comunicaci¨®n

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