El alga invasora llegada de Asia que amenaza la pesca de at¨²n de almadraba en C¨¢diz
La Universidad de Sevilla investiga posibles soluciones para mitigar los da?os que causa la especie marina ¡®Rugulopteryx okamurae¡¯ en uno de los principales motores de la provincia andaluza
Cuarenta minutos y una bajada de 30 metros despu¨¦s, Ricardo Conejo asoma la cabeza tras salir a la superficie. ¡°Illo, illo, el agua est¨¢ m¨¢s oscura que nunca¡±, exclama tras quitarse las gafas acu¨¢ticas. Este gaditano de 23 a?os es uno de los buzos profesionales de la almadraba de Tarifa (C¨¢diz), cuya misi¨®n es guiar a los atunes hasta las redes y controlar que todo est¨¦ en perfecto estado bajo el agua, a escasos metros de la costa. Hoy su objetivo no es el pescado, sino un alga invasora que no pertenece a este ecosistema y que amenaza la pesca del at¨²n de almadraba: la Rugulopteryx okamurae.
Junto a Conejo y a otro compa?ero, se ha colado el catedr¨¢tico de Biolog¨ªa Marina de la Universidad de Sevilla, Jos¨¦ Carlos Garc¨ªa. ¡°Pareces un ¨¢rbol de Navidad¡±, le dice el joven. Porque al equipo de buzo compuesto por la bombona de ox¨ªgeno, las gafas y el traje de neopreno, Garc¨ªa ha a?adido hasta tres c¨¢maras de v¨ªdeo acu¨¢ticas. Su intenci¨®n es tomar im¨¢genes para comprobar por s¨ª mismo el problema que sufren las aguas del Estrecho desde hace varios a?os, pero que se ha acentuado en los ¨²ltimos meses.
El alga Rugulopteryx okamurae se ha expandido en la costa andaluza debido a las traves¨ªas de los petroleros y al calentamiento del agua. Los buques cargados de petr¨®leo viajan desde Algeciras (C¨¢diz) hasta el mar de Jap¨®n y descargan all¨ª el crudo. Para hacer el viaje de vuelta, necesitan llenar de agua las embarcaciones para poder navegar, lo que se conoce como agua de lastre. Los microorganismos viajan escondidos en esa agua, que al llegar de nuevo a Algeciras se tira al mar. ¡°Esas aguas de lastre normalmente se controlan. Pero hay much¨ªsimos petroleros que vienen y todas no se pueden depurar. Entonces sueltan microorganismos de all¨ª. Normalmente esos microorganismos no proliferan, porque estas no son sus condiciones. Pero hubo en 2015 un pico muy elevado de la temperatura que hizo que esta alga, que viv¨ªa en temperaturas m¨¢s elevadas que las que se encontraban aqu¨ª, pudiera asentarse en nuestra zona y proliferar¡±, explica Ana Santos, bi¨®loga de la Organizaci¨®n de Productores Pesqueros (OPP) de almadrabas, sobre el peque?o bote en el que Garc¨ªa y Conejo se suben despu¨¦s de tomar las fotograf¨ªas y v¨ªdeos y certificar la expansi¨®n del alga en las redes.
Tras la inmersi¨®n, la min¨²scula embarcaci¨®n con Conejo, Garc¨ªa y Santos a bordo se aproxima hasta el barco almadrabero Lances I, donde el resto de la tripulaci¨®n les espera. A estas alturas del mes de junio, la pesca de almadraba se encuentra en su ¨²ltima fase, la leva. Unas 500 personas se dedican al oficio de manera directa y unas 1.200, indirectamente, seg¨²n datos de la OPP. ¡°Acabamos de terminar la pesca. Gracias a Dios hemos cogido toda la cuota, ha salido todo perfecto y ahora ya a empezar la leva. Lo primero que levamos son las redes y despu¨¦s ya empezamos a levar el cable y las anclas¡±, explica en la proa Patrocinio Fern¨¢ndez, de 50 a?os, capit¨¢n primero de la almadraba, que hered¨® el oficio de su padre, y este, a su vez, de su abuelo. Adem¨¢s de causar una irrupci¨®n en el ecosistema de la zona, el alga afecta a la pesca de almadraba, uno de los principales motores econ¨®micos de la costa de C¨¢diz.
La temporada de la pesca de almadraba dura unos seis meses y tiene varias fases. Primero, los pescadores preparan las redes en tierra. Luego, las instalan bajo el agua, a pocos metros de la costa. Despu¨¦s, el at¨²n se dirige por esas redes submarinas hasta que queda atrapado en el copo. Los buzos como Conejo se encargan de seleccionar aquellos con el peso adecuado, entre 180 y 200 kilos, y los matan. Por ¨²ltimo, durante la leva, se recogen las redes y se guardan en tierra, donde se conservan en alquitr¨¢n hasta el pr¨®ximo a?o. Pero la proliferaci¨®n de la Rugulopteryx okamurae ha empezado a interferir en este proceso. El at¨²n busca las aguas cristalinas como las del Estrecho para desovar, pero esta alga invasora oscurece las redes, lo que provoca que el at¨²n no llegue hasta el copo, al ser ahuyentado por la oscuridad. Adem¨¢s, esta especie marina dificulta la leva, porque las redes pesan mucho m¨¢s y tienden a romperse, con los consiguientes perjuicios econ¨®micos. ¡°Lo normal por esta fecha es que tengamos el agua bastante clara. Pero, por la abundancia de alga que tenemos, en descomposici¨®n y con la suciedad que desprende, la tenemos [el agua] bastante turbia. Como nunca antes se ha visto. Las maniobras se est¨¢n volviendo s¨²per complicadas con respecto a otros a?os¡±, subraya Conejo.
Proyecto de investigaci¨®n
En busca de soluciones para este problema, la OPP51 y la Universidad de Sevilla han unido sus fuerzas en un proyecto de investigaci¨®n liderado por el catedr¨¢tico Jos¨¦ Carlos Garc¨ªa. Ya han lanzado dos l¨ªneas del trabajo que est¨¢n comprobando estas semanas sobre el terreno de cara a aplicarlas en las pr¨®ximas temporadas. ¡°Fundamentalmente, la mayor producci¨®n de alga est¨¢ en la zona de Tarifa. Con lo cual, es con la [marea] creciente con la que entra. Y lo que queremos es ver la posibilidad de que el a?o que viene, por ejemplo, se pueda utilizar una red adicional antes de esta para que enganche el alga y no se genere el problema¡±, explica Garc¨ªa, que en unos d¨ªas har¨¢ otra inmersi¨®n con la almadraba de Conil (C¨¢diz). ¡°La de Conil tiene un problema diferente: se engancha, empieza a crecer. Produce clones, r¨¦plicas gen¨¦ticas id¨¦nticas y genera colonias. Esas colonias crecen a un ritmo brutal y acaba atorando el pa?o. Y para evitar eso, lo que nosotros estamos proponiendo son sistemas de cabos artificiales que tienen ciertas caracter¨ªsticas antifouling para que no se peguen los animales marinos¡±. Y esos cabos estar¨ªan fabricados con polietileno, un pl¨¢stico que cumple con dichas propiedades.
El barco de Fern¨¢ndez y la veintena de pescadores que le acompa?a llega a las 11 de la ma?ana a tierra donde el caf¨¦ o la cerveza esperan en el bar del puerto de Tarifa. En las paredes del local, las fotograf¨ªas en blanco y negro de sus predecesores son el testigo de una t¨¦cnica ancestral que se remonta a la pesca de los romanos. Muchos reconocen a familiares o amigos en las instant¨¢neas mientras comentan los problemas que les acarrea la Rugulopteryx okamurae. Bajo el mar, el alga asi¨¢tica ya es una m¨¢s del ecosistema. La meta es que Bruselas la declare formalmente especie invasora para que ayuden con fondos europeos a proyectos como el de Jos¨¦ Carlos Garc¨ªa o para mitigar los da?os econ¨®micos que provoca en las almadrabas.
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