Las expectativas de una reapertura fronteriza se represan en C¨²cuta
A pesar de los acercamientos de la era Petro, el paso de veh¨ªculos entre Colombia y Venezuela de momento debe esperar
El carro caf¨¦ de la Funeraria Santa Rita avanza lento, en reversa, en medio de la multitud y de las vallas de las autoridades migratorias. Llega solo hasta la mitad del Puente Internacional Sim¨®n Bol¨ªvar, el principal paso fronterizo entre Colombia y Venezuela, y se detiene justo en el punto donde cambia la estructura de las barandas, lo que se?ala el l¨ªmite formal entre los dos pa¨ªses. Despu¨¦s de largos minutos de espera por fin aparece, desde C¨²cuta, en el lado colombiano, la camioneta blanca de Funerales San Juan de Dios, tambi¨¦n en reversa. Los familiares cargan unos pocos metros el ata¨²d entre un veh¨ªculo y otro, junto con un par de arreglos florales. Tras el ceremonioso traspaso, el f¨¦retro parte para T¨¢riba, parte del ¨¢rea metropolitana de San Crist¨®bal, la capital del estado venezolano del T¨¢chira. Tan pronto se aleja el carro funerario, se reanuda el incesante paso de carritos que transportan todo tipo de mercanc¨ªas.
Es una escena inusual, pero m¨¢s cotidiana de lo que aparenta. Todas las semanas hay unos tres traspasos funerarios, de lado y lado, calculan los funcionarios apostados sobre el puente. Algo parecido ocurre con los enfermos. ¡°Son los ¨²nicos carros que se montan ac¨¢, funerarias y ambulancias¡±, aclara uno de los funcionarios, que se reserva su nombre por no ser un portavoz oficial.
Aunque el paso peatonal est¨¢ permitido, la reapertura comercial y vehicular de la frontera entre Colombia y Venezuela, que se esperaba tan pronto Gustavo Petro se mudara a la Casa de Nari?o, no luce inminente. A dos semanas de que se cumplan siete a?os del cierre que orden¨® el Gobierno de Nicol¨¢s Maduro el 19 de agosto de 2015, ese anhelo de gremios y comerciantes no tiene una fecha definida. Las relaciones entre los dos pa¨ªses, rotas por completo desde 2019, disfrutan de una suerte de deshielo y se encaminan a una normalizaci¨®n. Sin embargo, este lunes es una jornada como cualquier otra en los puentes binacionales que conectan esa porosa l¨ªnea lim¨ªtrofe, escenario del mayor flujo migratorio del continente. Al d¨ªa siguiente de la posesi¨®n del primer presidente elegido por la izquierda en la historia de Colombia, La Parada, el asentamiento que ha crecido del lado colombiano alrededor del Sim¨®n Bol¨ªvar, es un hervidero de personas que van y vienen bajo un sol abrasador que rebota contra el asfalto, como de costumbre.
¡°Esper¨¢bamos que abrieran hoy, pero no lo han hecho. Es dif¨ªcil, pues dicen que el puente est¨¢ en malas condiciones¡±, se lamenta Nubia Pinz¨®n, due?a desde hace m¨¢s de 20 a?os de un puesto de cambiabolivares. Les siguen llamando as¨ª a pesar de que, ante la dolarizaci¨®n de facto de Venezuela, el intercambio de divisas es ahora entre pesos y d¨®lares. ¡°Ya los bol¨ªvares no los quiere nadie¡±, reconoce. Aunque manifiesta temores de que Petro quiera emular el modelo chavista, algo con lo que suelen atacarlo sus cr¨ªticos, espera estar equivocada. ¡°Nunca debieron haber cerrado el paso de carros¡±, afirma sin titubeos, esperanzada en que su regreso permita aumentar el comercio. El bullicio de La Parada ciertamente ha logrado sobrevivir a los m¨²ltiples desencuentros entre Bogot¨¢ y Caracas.
¡°Esto se demora, no es de un d¨ªa para otro¡±, apunta otro funcionario fronterizo que prefiere mantener el anonimato, y trabaja sobre el otro gran paso entre Norte de Santander y el T¨¢chira, el puente Francisco de Paula Santander. ¡°Esta igualito, la misma gente y el mismo calor¡±, se?ala al filo del mediod¨ªa, mientras cruzan multitudes de estudiantes uniformados que regresan tras haber finalizado su jornada en la zona metropolitana de C¨²cuta. Los buses escolares los llevan hasta la boca del puente. Para los 55.000 ni?os venezolanos que estudian en m¨¢s de 60 planteles educativos en Colombia, la frontera tampoco ha estado cerrada. ¡°Ellos pasan todos los d¨ªas, no les piden ning¨²n documento¡±, dice Caterine V¨¦lez, una docente de 32 a?os, venezolana con doble nacionalidad, de la mano de su hijo de 12 que acaba de salir de clases. ¡°Todo ha estado igual, com¨²n y corriente¡±, reafirma. Aqu¨ª, como en el Sim¨®n Bol¨ªvar, las estructuras y vallas sobre el puente siguen fijadas en el asfalto, sin se?ales de que se puedan remover de inmediato para reanudar el flujo de veh¨ªculos.
Si se vuelve a permitir pronto el flujo de camiones de carga internacional, tiene que ser por uno de estos dos puentes, estructuras casi obsoletas luego de m¨¢s de medio siglo de servicio. Ambos se han visto desbordados por el ¨¦xodo de venezolanos que huyen empujados por la hiperinflaci¨®n, la inseguridad o la escasez de alimentos y medicinas. Cerca de 2,5 millones de migrantes ya se han asentado en Colombia, por mucho el principal pa¨ªs de acogida. El puente de Tienditas, una moderna infraestructura que nunca ha sido formalmente inaugurado, est¨¢ llamado a tener un papel central en la recuperaci¨®n del comercio, pero todav¨ªa necesita varios meses de adecuaciones, especialmente del lado venezolano.
Las altas expectativas no son infundadas. A Petro le tom¨® apenas unos d¨ªas como presidente electo hablar con Maduro y confirmar que se propone reabrir una porosa frontera por donde pasa todo tipo de contrabando, repleta de cruces ilegales que se conocen como trochas, en la que desde hace tiempo se impone la ilegalidad. Los dos pa¨ªses han acordado una ¡°normalizaci¨®n gradual¡± luego de a?os de diferencias irreconciliables en el periodo de Iv¨¢n Duque, seg¨²n anunciaron hace menos de dos semanas en una declaraci¨®n conjunta el ministro de Exteriores venezolano, Carlos Far¨ªa, y el canciller colombiano, ?lvaro Leyva, para entonces reci¨¦n designado, despu¨¦s de reunirse en San Crist¨®bal. Sin embargo, faltan una serie de pasos, como una revisi¨®n t¨¦cnica de las condiciones estructurales en las que est¨¢n los puentes, que se han convertido esencialmente en pasos peatonales, y la designaci¨®n de los embajadores en Bogot¨¢ y Caracas.
Ninguna otra ciudad de Colombia vive las relaciones con la Rep¨²blica Bolivariana de Venezuela con tanta intensidad como C¨²cuta, la mayor urbe sobre la frontera. ¡°Nuestro compromiso ser¨¢ ser el cord¨®n umbilical para la reconstrucci¨®n econ¨®mica de Venezuela¡±, se?al¨® a este peri¨®dico Jairo Y¨¢?ez, el alcalde de C¨²cuta. ¡°Vemos la posible reapertura como una oportunidad de reestablecer las relaciones comerciales entre dos pa¨ªses hermanos, aumentando el turismo, el empleo y el fortalecimiento de la seguridad; para nosotros es fundamental fortalecer nuestro territorio para que entre Bogot¨¢ y Caracas, no tomen decisiones sin tenernos en cuenta¡±, afirma Y¨¢?ez sin ocultar sus preocupaciones. ¡°Por eso entre todos debemos contemplar temas claves como la movilidad, seguridad, el control epidemiol¨®gico, la venta de combustibles y la solicitud de servicios de salud¡±, concluye el alcalde.
Es una transici¨®n que se antoja m¨¢s dif¨ªcil de lo anticipado. La reapertura, a pesar de ser un postergado clamor de las comunidades a ambos lados de la frontera, no est¨¢ exenta de temores y obst¨¢culos. Ante ese escenario, se?ala V¨ªctor Bautista, un curtido funcionario que trabaj¨® en la Canciller¨ªa colombiana y ahora es secretario de Fronteras de la Gobernaci¨®n de Norte de Santander, los negocios de los ilegales en las trochas deber¨ªan disminuir sustancialmente. ¡°La expectativa nuestra es que la recuperaci¨®n de la confianza con Venezuela incluya un combate frontal conjunto contra los grupos ilegales¡±, entre ellos la guerrilla del ELN, con la que el Gobierno Petro se propone entablar un proceso de di¨¢logo, se?ala. ¡°Debemos pasar de una fase de ¡®mini Guerra Fr¨ªa¡¯, a una fase de reconstrucci¨®n de confianza¡±, apunta. De momento, la reapertura plena todav¨ªa debe esperar.
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