Reforma tributaria s¨ª o no
Desde la Revoluci¨®n de los Comuneros en 1781 los colombianos nos estamos dando en la ¡°jeta¡± por los impuestos
En nuestro pa¨ªs, ya no tanto del Sagrado Coraz¨®n de Jes¨²s, la verdad se ha vuelto dif¨ªcil de encontrar. No se sabe bien si la raz¨®n la tiene quien afirma o si la verdad la posee su contradictor que la niega. El caso m¨¢s reciente es el de si se necesita reforma tributaria o no. El Presidente Duque y su Ministro de Hacienda dec¨ªan que no se requer¨ªa, mientras que el resto de los miembros del partido de los economistas sostienen lo contrario. Para el saliente ministro, el ajuste de las finanzas p¨²blicas cerr¨® la necesidad de hacer una nueva reforma tributaria. Para el ministro entrante es claro que el ajuste fiscal no est¨¢ completo y que tendr¨¢ que hacer la doble tarea de cuadrar las cuentas del d¨¦ficit y conseguir los recursos para atender las promesas de campa?a, el aumento del gasto social.
El presidente Duque y el ministro Restrepo aseguraban que los compromisos para atender el gasto social estaban garantizados en el proyecto de presupuesto general de la naci¨®n que ya presentaron y que para lo ¨²nico que se necesitar¨ªa una nueva estructura tributaria ser¨ªa para atender los planes nuevos que el gobierno del presidente Petro deseara poner en marcha.
Lo que llama la atenci¨®n es que los que votaron por el NO en el Plebiscito sobre los acuerdos de paz de Colombia 2016, (49.78 % s¨ª, 50.21% no) son los mismos que ahora se oponen a la aprobaci¨®n de la reforma tributaria que se empieza a discutir esta semana en el Congreso de la Rep¨²blica. No parece posible que los colombianos encontremos una salida para el S? y el NO que nos divide.
Aqu¨ª cabe la reflexi¨®n sobre los impuestos del ministro Brit¨¢nico en Bogot¨¢ 1836: ¡°¡quien en este pa¨ªs (la Nueva Granada) fuera capaz de formar un gobierno lo suficientemente ilustrado como para preferir los intereses de la justicia y el pago de la deuda al cultivo de la popularidad. Popularidad que ser¨ªa puesta en peligro, sino destruida, al establecer un justo sistema tributario¡¡±.
En esas est¨¢ el primer reto del Presidente Gustavo Petro. Principi¨® por lo m¨¢s duro, batirse entre la necesidad de ordenar las cuentas del Estado, financiar el gasto social y/ o asumir el riesgo de sufrir la p¨¦rdida de popularidad a la que refer¨ªa el ministro Ingl¨¦s en el siglo XIX. Desde la Revoluci¨®n de los Comuneros en 1781 los colombianos nos estamos dando en la ¡°jeta¡± por los impuestos.
Al fin y al cabo, el Estado Colombiano no ha podido eliminar la violencia. Los esfuerzos del Frente Nacional y del Acuerdo de Paz no lograron ese objetivo principal. La guerra (fracasada para la mitad de la poblaci¨®n colombiana) contra el narcotr¨¢fico no termina y se lleva la econom¨ªa entre los muertos que, como dice el soci¨®logo Carlos Eduardo Jaramillo, en su libro Los Guerrilleros del Novescientos: ¡±¡ Que estos fen¨®menos no son m¨¢s que v¨ªvida representaci¨®n de la miseria humana, que despierten y entiendan que la violencia no puede ser una compa?era inseparable de nuestra historia y de nuestra vida cotidiana, que un pa¨ªs que cabalga sobre el odio y que ya no le duelen los muertos, es un pa¨ªs que no tiene futuro¡±.
Las guerras, obvio, producen malas finanzas y a su vez las malas finanzas conducen a las guerras, guerras civiles, dicen los libros. Por eso no puede separarse el esfuerzo tributario de la pretensi¨®n del Presidente Petro de La Paz Total.
Sin guerra, los recursos del Estado se multiplicar¨ªan con la eliminaci¨®n de la violencia del narcotr¨¢fico y de las bandas criminales. Recuperada la seguridad, incrementar¨ªamos la vigencia de los derechos de los ciudadanos: la salud y la educaci¨®n. ?nica manera de acabar la incertidumbre que nos deja la polarizaci¨®n, hoy entre 54,44% y 47,31 %. Medio pa¨ªs que cree y el resto que no ve luces al final del t¨²nel.
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