Petro busca una paz del tama?o de su ambici¨®n
El nuevo presidente de Colombia quiere acabar con la violencia que ha marcado la historia tr¨¢gica del pa¨ªs a lo largo de sus 200 a?os de existencia
Gustavo Petro sostiene que Colombia no es una democracia completa ni una rep¨²blica asentada por los problemas de violencia que ha sufrido a lo largo de sus doscientos a?os de historia. La naci¨®n ha vivido una serie de conflictos armados, superpuestos unos a otros, que ha regado de muertos su territorio. No es f¨¢cil encontrar a un colombiano, sobre todo en las zonas rurales, que no tenga un padre, un hermano, un primo o un t¨ªo que no haya sido secuestrado, asesinado o asaltado alguna vez. El nuevo presidente, con apenas dos semanas en el cargo, se ha propuesto encaminar al pa¨ªs hacia una paz total como ¨¦l mismo la llama, que acabe de una vez por todas con este ciclo perverso al que ni expertos en seguridad del m¨¢s alto nivel, presidentes con distintos enfoques, ni la fuerza p¨²blica han sabido poner freno. El reto parece a la altura de la confianza que tiene Petro en s¨ª mismo.
Para lograrlo debe negociar y someter a guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y jefes de la delincuencia organizada. Algunos son todas esas cosas a la vez y se esconden en selvas y monta?as remotas donde la presencia del Estado es d¨¦bil. Esa red tupida de agentes armados es la que el presidente est¨¢ decidido a desactivar con una pol¨ªtica transversal que afecte a todos los ministerios, desde Defensa a Educaci¨®n. Petro quiere que personajes como Pablo Escobar, los hermanos Casta?o o Manuel Marulanda, todos ellos responsables de ciclos de violencia, sean solo un mal recuerdo de los libros de historia.
Todas las decisiones que ha tomado por ahora van encaminadas a construir esa paz integral. Es en lo que quiere ocupar todo su mandato. En la canciller¨ªa ha colocado a ?lvaro Leyva, un economista de 79 a?os que ha participado en todos los procesos de di¨¢logo con grupos armados que ha llevado a cabo el Estado colombiano en los ¨²ltimos 40 a?os. Nadie tiene m¨¢s contexto que ¨¦l y por eso se le ha encomendado la negociaci¨®n con el ELN, la ¨²ltima guerrilla activa. La reforma tributaria que planea sacar adelante, seg¨²n dice, conllevar¨¢ una mayor justicia social que, en ¨²ltimo t¨¦rmino, ayudar¨¢ a reducir los ¨ªndices de criminalidad. La reforma agraria que tiene en la cabeza servir¨¢ para repartir con mayor equidad la tierra y acabar con uno de los conflictos m¨¢s recurrentes, el de los hacendados y sus ej¨¦rcitos de hombres armados contra los campesinos.
Todav¨ªa no existe una ingenier¨ªa pol¨ªtica que enhebre todos estos asuntos. En la Casa de Nari?o se trabaja en ello. Se sabe que cada cierto tiempo se celebrar¨¢n consejos de ministros en los que el ¨²nico punto ser¨¢ los avances en materia de paz. Cualquier pol¨ªtica p¨²blica va encaminada en ese sentido. ¡°Este es un viejo anhelo de los colombianos y deber¨ªa concitar el apoyo de todo el mundo. Es un prop¨®sito fundamental¡±, opina el general de polic¨ªa ?scar Naranjo, exvicepresidente y experto en seguridad.
A su modo de ver, a la espera de que Petro concrete una hoja de ruta clara, el Gobierno debe poner en marcha de forma simult¨¢nea cuatro v¨ªas: negociaci¨®n con el ELN; sometimiento y negociaci¨®n con grupos armados como el Clan del Golfo (narcoparamilitares); idear una forma de acabar con las disidencias de las FARC, guerrilleros que no se acogieron al proceso de paz del presidente Santos; y hacer lo mismo con los luchadores de la Marquetalia, los desertores de ese proceso. Naranjo, que particip¨® en el desarme de las FARC, un hito pol¨ªtico de una dimensi¨®n mundial, aconseja a Petro que se tome ese acuerdo como gu¨ªa porque ah¨ª se dejaron por escrito mecanismos legales y palancas constitucionales que facilitan este tipo de negociaciones tan complejas. ?Se puede concretar algo as¨ª en cuatro a?os, que es lo que dura el mandato presidencial? ¡°Si este presidente tiene la habilidad de estudiar d¨®nde radicaron los ¨¦xitos y fracasos de los anteriores procesos de negociaci¨®n, podr¨ªamos avanzar muy r¨¢pido. Hay escollos en los que claramente nos demoramos y se podr¨ªa hacer de una forma m¨¢s sencilla¡±.
En Colombia se han llevado a cabo procesos de paz de grupos armados concretos, como el del M-19 (en el que Petro particip¨® como guerrillero) o las FARC. Pero nunca uno que implique a todos los protagonistas. Es lo que el senador Iv¨¢n Cepeda llama paz radical. ¡°La experiencia demuestra que esa paz de forma sucesiva, sumado a que el Gobierno incumple los acuerdos, hace que surjan grupos residuales que prolongan el conflicto. Toca hacer un esfuerzo global y simult¨¢neo con grupos armados y con el acogimiento a la justicia de grupos criminales. A la vez¡±, explica por tel¨¦fono.
En ese proceso, considera que no se puede dar la espalda a las regiones. Bogot¨¢, la capital, es una burbuja pol¨ªtica y econ¨®mica, una isla en la que no se viven los mismos problemas que en el resto del pa¨ªs. La ra¨ªz y la causalidad de la violencia se encuentra en los territorios, a?ade Cepeda, y es all¨ª donde deben darse los di¨¢logos y el fortalecimiento de las instituciones, a menudo invisibles cuanto m¨¢s se avanza por carretera. Adem¨¢s, est¨¢ convencido de que siempre se ha dejado fuera de las negociaciones las pol¨ªticas generales, m¨¢s all¨¢ de las de car¨¢cter policial y militar. ¡°La paz debe avanzar en el terreno de los cambios sociales. Eso significa que la pol¨ªtica de paz se convierta en una pol¨ªtica por primera vez de Estado¡±.
Petro dej¨® algunas pistas en su encuentro bilateral con el presidente espa?ol, Pedro S¨¢nchez, sobre los mecanismos que planea utilizar para someter a los capos de la droga a la justicia. Colombia es el primer productor de coca¨ªna en el mundo. A menudo ha utilizado la extradici¨®n a Estados Unidos como herramienta para acorralar a criminales. El tr¨¢fico de drogas es un delito trasnacional, que implica a los dos pa¨ªses, el que produce y env¨ªa y el que lo recibe y comercia. ¡°Narco que no negocie con el Gobierno de Colombia, se va extraditado. Narco que negocie y reincida, se va extraditado. Narco que negocie y no vuelva a ser narco, no se extradita¡±, dijo al respecto.
Para llevar a puerto un proyecto de este tama?o, seguramente solo comparable al del Frente Nacional, el acuerdo entre liberales y conservadores para cerrar a finales de los a?os cincuenta una guerra civil que sumaba decenas de miles de muertos, Petro sabe que debe contar con algunos de sus enemigos de siempre, como ?lvaro Uribe V¨¦lez, el mandatario conservador que despleg¨® desde el a?o 2000 una pol¨ªtica de seguridad muy contundente contra las guerrillas y negoci¨® con paramilitares. El ahora presidente dedicaba al menos media hora de sus largos m¨ªtines durante la campa?a electoral a criticar a Uribe, pese a que sus asesores principales le rogaban que no lo hiciera. Sin embargo, al poco de ganar las elecciones lo convoc¨® a una reuni¨®n y le pidi¨® que formara parte de un gran acuerdo nacional. La imagen de uno y otro a los lados de una mesa y con un crucifijo detr¨¢s impresion¨® a los colombianos.
¡°Claro que s¨ª, hay que contar con Uribe¡±, a?ade Cepeda, a pesar de que ambos libran desde hace a?os una batalla judicial que entramp¨® en un primer momento a Cepeda, pero que ha acabado con Uribe en un laberinto legal del que no sabe c¨®mo salir. Uribe cuenta con mucho prestigio en algunos sectores del pa¨ªs, como el de los terratenientes, los ganaderos y las fuerzas de seguridad, todos ellos actores clave para pacificar el pa¨ªs. Es m¨¢s, buena parte del ej¨¦rcito colombiano se puede considerar uribista.
Aunque eso no ser¨¢ un problema, seg¨²n el general retirado Eduardo Herrera Berbel, dedicado ahora a tareas de consultor¨ªa. ¡°Los militares van a acompa?ar a Petro¡±, dice con rotundidad, pese a que el ¨²ltimo general al mando dimiti¨® para no caminar con ¨¦l en la toma de posesi¨®n. El presidente, para los militares m¨¢s recalcitrantes, no es m¨¢s que un guerrillero (pese a que lleva m¨¢s de media vida en pol¨ªtica trabajando por la paz) que quiere convertir Colombia en Venezuela. ¡°El ej¨¦rcito tiene un respeto grande a la Constituci¨®n, al comandante en jefe (en este caso, Petro) y a las decisiones de pueblo¡±, insiste ante las dudas. Por eso cree que para que la paz total sea un ¨¦xito necesita la implicaci¨®n de los militares. Primero, para asesorar sobre la manera en la que ejecutar un alto el fuego, y segundo, para consolidar la paz en los territorios, all¨ª donde ahora mismo mandan los criminales.
El prop¨®sito supone un reto may¨²sculo. Por el momento, todos los pasos que ha dado Petro como presidente se han encaminado en la b¨²squeda de una paz total, fulminante, radical. Como candidato hablaba de convertir a Colombia en una potencia mundial de la vida, una frase que enarcaba algunas cejas. Est¨¢ por ver si se trata de una empresa posible o un paso definitivo para el que el pa¨ªs todav¨ªa no est¨¢ preparado.
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