Macondo Inundado: el pueblo donde nunca deja de llover
Los pueblos de La Mojana, en el caribe colombiano, son el epicentro de la emergencia invernal en Colombia y un reto de Petro para enfrentar las inundaciones causadas por el cambio clim¨¢tico
¡°Bienvenidos al pa¨ªs de las aguas¡±, dice Isidro ?lvarez, ambientalista, profesor de bachillerato y gu¨ªa tur¨ªstico, un hombre de 49 a?os que lleva toda su vida viviendo en el peque?o municipio rural llamado Sucre, del departamento de Sucre, que algunos llaman ¡°La Venecia del Caribe¡±. ?lvarez viste unas largas botas de caucho negras en el casco urbano donde las calles est¨¢n inundadas y al que solo se puede llegar en chalupa¡ªun peque?o bote de motor. ¡°Si llueve mucho en todo el pa¨ªs, nosotros somos los m¨¢s fr¨¢giles, nos ¡®enbuchamos¡¯ todo el agua¡±, dice mientras camina con charcos hasta sus tobillos. Y este a?o ha llovido mucho, m¨¢s que en los ¨²ltimos 40 a?os, de acuerdo al presidente Gustavo Petro.
Sucre es uno de 11 municipios que conforman La Mojana, una zona que se ha convertido en epicentro de atenci¨®n para atender las inundaciones derivadas de la temporada de lluvias. En esa zona confluyen 3 grandes r¨ªos del pa¨ªs¡ªel Magdalena, el San Jorge y el Cauca¡ªy por eso siempre ha sido una zona de inundaciones. Pero estas se han vuelto m¨¢s dram¨¢ticas, no solo por las lluvias extremas, sino por el espacio reducido que tienen los r¨ªos para fluir, una reducci¨®n causada por varias intervenciones humanas de m¨¢s de un siglo. Hay dos visiones opuestas para solucionar el problema de La Mojana, y la de ?lvarez es una de ellas.
¡°No debemos intentar gobernar el agua, debemos intentar armonizarnos con el agua¡±, dice este activista y cofundador de una fundaci¨®n llamada Pata de Agua. No quiere m¨¢s ingenier¨ªa de diques, muros, o lo que llama ¡°tecnolog¨ªa gris¡±. Quiere buscar otras salidas, quiz¨¢s m¨¢s lentas para adaptarse al cambio clim¨¢tico, pero m¨¢s respetuosas con el poderoso cauce de los r¨ªos.
Los turistas van todas las semanas a visitar a ?lvarez porque su pueblo tambi¨¦n fue donde vivi¨® el padre de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, un lugar que inspir¨® libros del Nobel como El Coronel No Tiene quien le Escriba y La Mala Hora, y donde Gabo conoci¨® a su esposa, Mercedes Barcha. ¡°Esta es la Casa de Santiago Nassar¡±, dice ?lvarez se?alando la placa de una vieja estructura en el centro del pueblo, como si el protagonista de Cr¨®nica de una Muerte Anunciada hubiera salido del libro para intentar salvar all¨ª su vida (su verdadero nombre era Cayetano Gentile, y fue asesinado por las mismas razones que Nassar).
El municipio hoy parece salido de la ficci¨®n pero no porque los personajes de Gabo vivieran all¨ª: los ni?os van a la escuela con el agua en las rodillas, las familias hacen mercado en canoa, los hombres construyen ¡®tambos¡¯ en sus casas (altas estructuras de madera) para dormir en un espacio seco cuando la casa se inunda.
?lvarez, sentado en un viejo bar que inspir¨® el cuento En Este Pueblo No hay Ladrones, dice que una zona como La Mojana siempre ha convivido con las subidas y bajadas del agua: desde ¨¦pocas precoloniales, cuando dominaban all¨ª los Panzen¨²es, los ind¨ªgenas crearon un sistema hidr¨¢ulico de canales y ca?os naturales que hoy se honra en Colombia dibujado en los billetes de 20.000 pesos. ¡°Se dice que lo dise?aron mirando la forma de las espinas de los pescados¡±, cuenta este profesor de voz pausada que se considera miembro de una cultura anfibia.
Pero desde principios del siglo XX La Mojana construy¨® otros sistemas de ingenier¨ªa que tuvieron menos en cuenta el sube y baja de los r¨ªos. M¨¢s bien se construyeron retando al agua a un duelo, dice ?lvarez: muros de contenci¨®n, diques, o centros poblados donde iban obviamente a inundarse los hogares. El profesor se sube entonces en una canoa roja hacia a dos barrios, casas construidas por el gobierno, al lado de una ci¨¦naga, donde subi¨® el agua hasta dos metros de alto en esta temporada de lluvias. ¡°No se les ocurri¨® que este es el peor lugar para construir¡±, dice. Un perro rubio nada entre las aguas junto a la canoa, otro blanco lo observa ansioso batiendo su cola desde un balc¨®n. Hay demasiada agua entre los dos para salir a jugar.
Desde que naci¨®, ?lvarez ha vivido inundaciones en 1975, 1984, 1988, 1991, 1996, 2001 y 2010. ¡°La del 2010 fue la peor, es la ¨²nica vez en la que recuerdo que la gente empez¨® a hablar de salir del pueblo a albergues, pens¨¦ que el pueblo se iba a quedar solo¡±, cuenta. Pero por m¨¢s agua que haya, ¨¦l no est¨¢ dispuesto a reubicarse, como el gobierno Petro lo ha propuesto.
Sucre ha resistido la tempestad pero el problema de fondo no ha desaparecido. La Mojana es un ejemplo de c¨®mo las consecuencias del cambio clim¨¢tico, como las lluvias extremas, se agravan por la forma como las sociedades modernas han tratado a los r¨ªos en los que fluye esa lluvia. ¡°El r¨ªo no est¨¢ loco, los locos somos nosotros que tenemos al r¨ªo alborotado¡±, dice ?lvarez. Los culpables, para ¨¦l, son varios
Primero est¨¢ la miner¨ªa en el municipio de Caucasia, antes de llegar a la Mojana, que lanza toneladas de tierra, cianuro y mercurio al r¨ªo Nech¨ª, un afluente del r¨ªo Cauca. Todo termina en el fondo del r¨ªo, d¨¢ndole menos espacio al agua para seguir su curso hist¨®rico. Luego est¨¢ la ganader¨ªa, que a trav¨¦s de la deforestaci¨®n tumb¨® ¨¢rboles para absorber el agua o crear barreras naturales. Y luego est¨¢ la agricultura extensiva, que tambi¨¦n erosion¨® suelos y contribuy¨® a la sedimentaci¨®n en los r¨ªos.
La situaci¨®n se agrav¨® en agosto del a?o pasado cuando el r¨ªo Cauca, sin poder seguir su curso normal, se desbord¨® rompiendo una zona al sur de la Mojana llamada Cara e¡¯ Gato e inund¨® los 11 municipios. ¡°El r¨ªo se estaba defendiendo, estaba buscando por donde salir¡±, dice ?lvarez.
El gobierno de Iv¨¢n Duque arranc¨® entonces la construcci¨®n de un muro de contenci¨®n para cerrar Cara e¡¯ Gato, la ¡°tecnolog¨ªa gris¡±, que costar¨ªa unos $1.4 billones de pesos y a la que no solo se ha opuesto ?lvarez sino el nuevo gobierno. ¡°La peor manera de manejar el desastre clim¨¢tico es encarcelar los r¨ªos¡±, dijo entonces Petro, cuando a¨²n era senador. ¡°Hay que desarrollar la cultura anfibia del Caribe pisoteada por la ganader¨ªa extensiva¡±, a?adi¨®. En un debate en el Congreso, la Ministra de Medio Ambiente, Susana Muhamad, reforz¨® esa idea: ¡°Buscar secar La Mojana es una ingenuidad, lo que necesitamos es darle espacio al agua y que la gente tenga donde vivir en lugares seguros¡±.
El argumento central es que un muro no soluciona los problemas que tiene La Mojana y eventualmente, por la fuerza del r¨ªo Cauca, se puede romper y el drama continuar¨¢. Javier Pava, director de la Unidad Nacional para la Gesti¨®n del Riesgo de Desastres, dijo a EL PA?S que el gobierno quiere volver a revisar los estudios para ese muro de contenci¨®n y tambi¨¦n los de un proyecto CONPES (del gobierno Duque, que ten¨ªa asignado 1.8 billones de pesos) para construir otras obras de infrastructura en el margen izquierdo del r¨ªo Cauca.
¡°Porque yo construyo un muro y el d¨ªa de ma?ana el r¨ªo sigue creciendo, y entonces tengo que subir el muro m¨¢s alto pero al final, se vuelve un tema de riesgo para las poblaciones y no queremos construir una falsa seguridad¡±, dice Pava. Proteger los humedales de la zona, y el cauce del r¨ªo, a?ade, tambi¨¦n debe ser una prioridad. Mientras encuentran una soluci¨®n estructural, el gobierno ha priorizado las ayudas humanitarias, subsidios a agricultores, y alianzas con ollas comunitarias para que los damnificados tengan comida.
?lvarez, mirando el atardecer sobre los espejos de agua de la ci¨¦naga, reconoce que no es ingeniero y que no sabe bien c¨®mo se podr¨ªa construir un nuevo sistema hidr¨¢ulico en el que el agua y los ciudadanos puedan vivir en armon¨ªa como los Panzen¨²es hace miles de a?o. ¡°Quiz¨¢s hay que recuperar barreras verdes y azules (¨¢rboles o ca?os)¡±, dice. ¡°Pero no muros. Nosotros ya le hemos tapado al r¨ªo sus rutas naturales, tenemos que intentar otra cosa¡±.
La emergencia no tiene paciencia
¡°Si no hacemos algo ya, La Mojana va a desaparecer, pueblos como Sucre van a desaparecer¡±, dice alarmado Marco Tulio Uribe, un empresario ganadero, agricultor, y l¨ªder de un grupo que ha presionado al gobierno para que cierre, lo antes posible, Cara e¡¯ Gato. Uribe es ingeniero civil, heredero de cuatro generaciones de agricultores en la zona, y representa la visi¨®n opuesta a la de ?lvarez. ¡°El gobierno anda diciendo que no sirven los diques cuando, hombre, son soluciones que se han implementado a lo largo y ancho del mundo¡±, a?ade.
Uribe habla dentro en su camioneta blanca, m¨¢s al sur de Sucre, en la ¨²nica carretera en la zona que conecta los municipios de Majagual y San Marcos, una v¨ªa donde cientos de campesinos jornaleros, que perdieron sus casas en las inundaciones, han vivido por meses en cambuches de pl¨¢stico. ¡°Me fui de mi casa cuando el agua me lleg¨® por encima de la altura de las botas¡±, dice un jornalero de 78 a?os all¨ª, Jos¨¦ Miguel Arrieta, del corregimiento de La Sierpe. A?ade que la gente se ba?a en los mismos sitios donde botan sus desechos, y un amigo le dice que ha notado m¨¢s ni?os con hongos en la piel por el agua estancada. ?Qu¨¦ quieren? ¡°Que el gobierno cierre Cara e¡¯ Gato¡±, responden los dos.
¡°El gobierno anda diciendo que hay gente que no est¨¢ de acuerdo con las obras y eso es mentira; el gobierno anda diciendo que esta es una zona de humedales que se ha secado, y eso tambi¨¦n es mentira¡±, dice el empresario Uribe, enf¨¢tico, mientras el auto se detiene para observar enormes sacos blancos que pesan toneladas y que, en un lugar llamado ¡°el Canal del Cura¡±, taparon una antigua ruta artificial del r¨ªo Cauca. Una soluci¨®n de ingenier¨ªa que Uribe muestra como ejemplo de ¨¦xito.
Cuando se regresa a la historia de La Mojana, este empresario no empieza por los Panzenu¨¦s sino por la llegada de Col¨®n y los espa?oles al Caribe, que vieron en esta zona el espacio ideal para transitar hacia al interior del pa¨ªs por los r¨ªos. Concuerda con que la miner¨ªa de Caucasia, desde principios 1910, ha estado tirando toneladas de sedimentos que redujeron el flujo del Cauca. ¡°Claro que hay que aceptar que el r¨ªo ya no tiene la misma profundidad y que ha estado dejando ac¨¢ cianuro y desechos industriales¡± dice mientras contempla la rapidez con la que se mueve el r¨ªo. A la ganader¨ªa y a la agricultura extensiva de la regi¨®n, en cambio, no las considera una amenaza para la sostenibilidad de la zona.
¡°La gran preocupaci¨®n nuestra es la desinformaci¨®n que hay a alto nivel, como la Senadora Isabel Zuleta, supuestamente ambientalista, que dice que al r¨ªo Cauca no hay que encerrarlo¡±, dice Uribe molesto. ¡°Ella no dice que hay que reconstruirlo a su versi¨®n de 1910, por ejemplo, con programas de dragado¡±.
Uribe no entiende la regi¨®n como la de una cultura anfibia, como s¨ª lo hace ?lvarez. ¡°Esta zona, que ser¨ªa la Alta Mojana, no se inundaba as¨ª¡±, insiste. Ni la ve como una zona que privilegi¨® a los ganaderos por encima de los jornaleros, como dice el presidente Petro. Uribe maneja su camioneta hacia la casa del ganadero Darinel Monterrosa, un empresario de 54 a?os con una finca la mitad de la carretera. Este a?o Monterrosa no ha podido sembrar arroz, sand¨ªa, ni mel¨®n, y calcula que unas 68 de sus vacas han muerto porque viven con el agua entre las patas. Mientras habla, el cad¨¢ver de una de esas vacas est¨¢ siendo devorado por una decena de chulos.
¡°Yo sol¨ªa sacar 300 litros de leche al d¨ªa, ahora solo estoy sacando unos 20; la mayor¨ªa de mis animales est¨¢n muertos¡±, dice Monterrosa. A¨²n as¨ª, como otros campesinos en la zona, no quiere reubicarse, quiere que el gobierno cierre Cara e¡¯ Gato. Su amigo, Marco Tulio Uribe, como ?lvarez, dice que nadie en la zona est¨¢ dispuesto a moverse. ¡°Hablan de mover a la gente pero, ?entonces vamos a terminar reubicando a toda Colombia por las lluvias y nos vamos a ir a vivir a Marte con Elon Musk?¡±, dice enojado.
El mi¨¦rcoles pasado los ganaderos y otros gremios agricultores estaban listos para ejecutar un paro, en tres puntos de la Troncal del Caribe, y Uribe calculaba que hab¨ªan organizado a unas 3.000 personas para protestar. Ante la presi¨®n, el gobierno busc¨® una reuni¨®n de ¨²ltima hora y, en menos de 24 horas, llegaron a un t¨ªmido pacto con el Comit¨¦ del Paro. Las partes acordaron que un grupo de ingenieros militares estudiar¨¢ la zona para, en un mes, dar una soluci¨®n sobre Cara e¡¯ Gato. Tambi¨¦n acordaron que el gobierno revisar¨¢ el CONPES para repensar c¨®mo proteger a la poblaci¨®n de las inundaciones. Antes de que se acabe el a?o, los funcionarios deben ofrecer una nueva hoja de ruta para proteger a la damnificados, a los empresarios, y a los humedales.
¡°El paro no se cancel¨®, sino que se suspendi¨®¡±, dice Uribe. ¡°Yo creo que el gobierno se dio cuenta que esto no era mamadera de gallo, que no pueden tener esa actitud ante semejante tragedia, y ahora toca ver qu¨¦ soluciones traen para Cara e¡¯ Gato y qu¨¦ ajustes quieren hacer al CONPES¡±.
La Mojana sabr¨¢ pronto cu¨¢l de las dos visiones se impondr¨¢ en el gobierno de Gustavo Petro. Est¨¢ el lado que exige soluciones m¨¢s r¨¢pidas y necesita ver a los ingenieros militares frenar la inundaci¨®n lo antes posible. Y est¨¢ el lado que quisiera ver cambios estructurales que no impliquen estar moviendo el r¨ªo de un lado a otro sino repensar el uso de los suelos y de las aguas de toda la regi¨®n. Cualquiera de los dos caminos, en todo caso, quiere que un diluvio no destruya a todo un pueblo.
Y mientras tanto llueve sin parar en el pa¨ªs de Cien A?os de Soledad, aquella novela de Garc¨ªa M¨¢rquez en la que llovi¨® cuatro a?os, once meses y dos d¨ªas. Ante esa tormenta Macondo qued¨® en ruinas, la compa?¨ªa bananera se fue del pueblo, las calles quedaron empantanadas, los muebles de las casas despedazados, y de los animales solo quedaron los esqueletos. La piel de los habitantes se volvi¨® verde y Aureliano Segundo pens¨® que en Macondo todos ¡°estaban esperando que escampara para morirse¡±. Los habitantes de La Mojana esperan un mejor final. Porque hasta en Macondo, un d¨ªa, tambi¨¦n escamp¨®.
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