Los j¨®venes se aferran a la paz total de Petro en Buenaventura
La ciudad, un laboratorio de la pol¨ªtica bandera del Gobierno, intenta proteger una delicada tregua entre dos bandas criminales que ponga fin a m¨¢s de dos d¨¦cadas de guerra en esta zona del pac¨ªfico colombiano
Johaner Delgado, un estudiante afrocolombiano de 22 a?os que se define a s¨ª mismo como un optimista, camina una ma?ana por los pasillos de su universidad vistiendo una camiseta negra con la frase ¡°Que pare la masacre en Buenaventura¡±. Flaco y sonriente, Delgado naci¨® en el 2000 en esa ciudad portuaria al occidente de Colombia el mismo a?o en que grupos paramilitares comenzaron a asesinar masivamente all¨ª ¡ªpara cuando cumpli¨® 5 a?os, los armados hab¨ªan cometido al menos 15 masacres. Apenas en 2021 Buenaventura estaba entre las 20 ciudades m¨¢s violentas del planeta. Delgado sobrevivi¨® 22 a?os sin ser asesinado o reclutado por una banda criminal, y hasta hace poco se despertaba todas las ma?anas a leer noticias en Facebook sobre personas baleadas durante la noche. Pero en octubre algo cambi¨®. ¡°Mi esperanza de vida se alarg¨® un poco¡±, dice aliviado.
Delgado es uno de miles de j¨®venes cuya esperanza se infl¨® con la propuesta de Gustavo Petro de lograr una paz total, en la que se desmantelen a la vez todos los armados en el pa¨ªs. El presidente se?ala a Buenaventura como el lugar con el primer proceso de paz urbano. ¡°Es lo mejor que ha pasado en esta ciudad¡±, dice el estudiante. Dos bandas que controlan el territorio, Los Shottas y Los Espartanos, hicieron una tregua tras combates que dejaron unos 250 muertos en a?o y medio. ¡°Casi todos eran j¨®venes¡±, dice Delgado. El Gobierno dice que son al menos 1.700 armados. ¡°Todos esos tambi¨¦n son j¨®venes¡±, a?ade el que es uno de los representantes de juventud en Buenaventura.
La ciudad celebra m¨¢s de 80 d¨ªas sin asesinatos. El dif¨ªcil reto es lograr que esa tregua, delicada como un cristal, no se rompa. Shottas y Espartanos han manifestado que quieren dialogar con el Gobierno, pero como bandas criminales sin car¨¢cter pol¨ªtico no pueden negociar un acuerdo de paz como la guerrilla del ELN. La nueva Ley de Paz Total dice que pueden dialogar para que se sometan a la justicia en t¨¦rminos ¡°que a juicio del Gobierno Nacional sean necesarios para pacificar los territorios¡±.
?Qu¨¦ t¨¦rminos jur¨ªdicos aceptar¨ªan? No se sabe. ?Qui¨¦nes ser¨¢n los voceros de las dos bandas? Tampoco se sabe. ?Cu¨¢ndo se inaugurar¨¢n los di¨¢logos oficiales? No se ha anunciado la fecha. El Gobierno est¨¢ en lo que el comisionado de Paz llama ¡°un escenario de creaci¨®n de confianza¡±. Mientras tanto, cientos de j¨®venes esperan con tensi¨®n en la mand¨ªbula que la tregua no se rompa.
¡°Despu¨¦s de los homicidios, la segunda causa de muerte de j¨®venes en Buenaventura son los suicidios¡±, dice Delgado. ¡°Yo creo que es porque deciden que no m¨¢s, que as¨ª no se puede vivir. Y esta es la mejor oportunidad que tenemos para que eso cambie, porque esta vez contamos con el respaldo del Estado¡±.
Delgado se encuentra en la universidad con su amiga Carolina Torres, de 21 a?os, y le pregunta si ella se siente m¨¢s tranquila desde que empez¨® la tregua. ¡°Total¡±, le responde ella suspirando. Se suben en un carro para mostrarle a EL PA?S lo que implica crecer en esta guerra urbana. Por calles sin pavimentar, se?ala una esquina en la que un miembro de los Shottas fue baleado con 13 tiros cuando iba a visitar a su madre. Luego otra en la que fue asesinado el activista Tem¨ªstocles Machado, cuyo nombre se dibuja en graffitis de los barrios m¨¢s pobres. Mientras se?ala, Torres dice que su padre dej¨® de manejar un taxi porque tem¨ªa cruzar una frontera invisible entre las dos bandas y terminar muerto. ¡°Yo no pod¨ªa visitar a mis amigos en otros barrios¡±, dice, disfrutando del viento del mar que entra por la ventana del auto. ¡°Y hoy uno ve que Los Shottas y Los Espartanos se van de fiestas juntos¡±.
Van de fiesta pero no pueden identificarse p¨²blicamente en una mesa de di¨¢logo porque hay ¨®rdenes de captura en su contra. Sin mesa oficial, el Gobierno organiz¨® eventos culturales esta semana ¡ªbailes, ollas comunitarias, charlas¡ª que Shottas y Espartanos consideraron un gesto de buena voluntad. ¡°Los pelados se sienten escuchados¡±, dice una persona cercana a los acercamientos. ¡°Est¨¢n cansados de la muerte y quieren que el Gobierno les garantice opciones laborales para salirse de ah¨ª¡±.
Delgado y Torres llegan hasta el barrio Alberto Lleras, uno de los m¨¢s violentos de la ciudad. Controlado por Los Espartanos, en 2008 era una zona fantasma donde el espacio p¨²blico era solo para los armados. All¨ª los espera Luis Fernando Angulo, presidente de la Junta de Acci¨®n Comunal. ¡°Solo quiero que pasemos esta navidad en paz¡±, dice ¨¦l, de 27 a?os, junto a una olla comunitaria que ofrece arroz y fr¨ªjoles a los j¨®venes de este barrio pobre. Los dos diciembres pasados se vivieron en medio de la guerra.
Angulo lleva dos a?os sin ver a su padre, que vive en una zona controlada por Los Schottas. A pesar de la tregua, no se atreve a visitarlo. ¡°No siento a¨²n la confianza¡±, dice. La paz total le suena bien pero fr¨¢gil. ?Y si las bandas se cansan de esperar al Gobierno? ?Si no aceptan la oferta que les hagan para someterse a la justicia? ?Si el Gobierno no les cumple con opciones laborales? ¡°Ser j¨®ven en esta ciudad es muy dif¨ªcil¡±, dice. Un grupo de artistas, invitados del centro del pa¨ªs, bailan un bambuco en la cancha de f¨²tbol.
El desempleo en la ciudad fue el 28% en 2021, 16 puntos porcentuales m¨¢s que en el promedio del pa¨ªs. Espartanos y Schottas dejaron de asesinar pero no han abandonado el microtr¨¢fico de drogas ni las extorsiones a los comerciantes, las dos ocupaciones mejor pagadas que les ha ofrecido una de las ciudades m¨¢s pobres del pa¨ªs.
De la esperanza a la cautela
Si los j¨®venes celebran, los mayores piden cautela. Leyla Arroyo Mu?oz y Mary Cruz Mina tienen 56 y 40 a?os, respectivamente, y hablan con la voz firme de una rectora que pide calma a sus alumnos en el recreo. ¡°La paz total es fr¨¢gil, los j¨®venes no van a tener la paciencia de esperar un a?o si el Gobierno no les comienza a cumplir. No por eso tenemos que tirar esta oportunidad a la basura¡±, dice Mu?oz mientras cae una tormenta en el centro de la ciudad.
Las dos son activistas por la paz y entre m¨²ltiples trabajos han documentado el n¨²mero de personas desaparecidas, organizado partidos de f¨²tbol para reconciliar a j¨®venes en guerra, participado en marchas para enterrar la violencia, y alertado de posibles masacres a los vecinos y a las autoridades. ¡°Ahora Buenaventura es el foco de los medios, mucha fiesta y todo, pero llevamos muchos a?os de un conflicto que nos desbarat¨® la comunidad y muchos m¨¢s a?os de racismo estructural. As¨ª que no, esto no se arregla as¨ª tan f¨¢cil¡±, dice Mina arreglando sus gafas rojas. Lo que ellas ven en el coraz¨®n de la guerra en Buenaventura, dicen, es una comunidad fracturada que no ha logrado darle mejores oportunidades a los m¨¢s j¨®venes.
¡°Nosotras nunca dejamos de intentar ac¨¢ la paz as¨ª el sicario sea el hijo de mi vecina¡±, a?ade Mu?oz. Menciona que un narco famoso era su primo en quinto grado, o que dos amigos de su infancia se fueron a las FARC y a los paramilitares. ¡°Sabemos de ni?os a los que les ense?aron a descuartizar gatos para luego descuartizar personas. Necesitamos trabajar en la psiquis de todos estos pelados¡±, a?ade. ¡°Desde los acuerdos de paz del 2016 nos preparamos para recibir de nuevo a nuestros paisanos sin importar cu¨¢ntas personas el vecino haya picado, asesinado, porque esa es la ¨²nica forma de volver a ser comunidad en este bendito pa¨ªs¡±.
Lo tr¨¢gico de la guerra en Buenaventura es que la violencia se recicla cada cuatro o cinco a?os. A finales de los a?os noventa llegaron las FARC, a principios del 2000 los paramilitares. Cuando estos ¨²ltimos se desmovilizaron en 2005, llegaron otros grupos llamados ¡®La Empresa¡¯, luego ¡®La Local¡¯, que a su vez se transformaron en Shottas y Espartanos. Y cuando las FARC se desmoviliz¨® en 2016, aparecieron en la zona rural el ELN y el Frente Jaime Mart¨ªnez de las disidencias, adem¨¢s de la Segunda Marquetalia. Si la violencia no ha faltado, los esfuerzos de paz tampoco. Lo que ha fallado siempre es mantenerlos.
El alcalde encargado, un hombre de 36 a?os llamado Mauricio Aguirre, dice que en la ciudad se recicl¨® la violencia cuando el Gobierno no logr¨® integrar a la sociedad de nuevo a los ex paramilitares (AUC) que se desmovilizaron en 2005. ¡°Estas dos estructuras, [Shottas y Espartanos], son herederos del Bloque Calima de las AUC. Sus cabezas, que ya no son j¨®venes, son desmovilizados de los paramilitares¡±, asegura.
Un ejemplo es alias ¡®Fidel¡¯, uno de esos desmovilizados que luego fue jefe de Los Espartanos. Otro es alias ¡®Diego Optra¡¯, jefe de los Shottas y heredero del clan Bustamante¡ªuna familia que lleva m¨¢s de una d¨¦cada controlando el narcotr¨¢fico en el puerto y con varios miembros en c¨¢rceles de Estados Unidos. Ni detenciones ni desmovilizaciones han tra¨ªdo tranquilidad al puerto.
¡°Se falla siempre cuando el Estado no logra reincorporar a los j¨®venes a la vida civil¡±, dice el alcalde. Sin empleo ni salidas educativas, terminan buscando formas de sobrevivir en bandas como ¡®La Empresa¡¯, que con su nombre se presenta como el mayor empleador. ¡°Shottas¡± es el t¨ªtulo de una pel¨ªcula jamaicana de bajo presupuesto en la que dos hombres j¨®venes, sin oportunidades en Kingston, terminan creando un emporio criminal en su isla que se extiende hasta Miami. Y los Espartanos, que en Buenaventura se rebelaron ante la hegemon¨ªa de los Shottas, se ven como la m¨¢quina de guerra que fren¨® el poder de los persas en la antigua Grecia. Sobran los s¨ªmbolos culturales para la guerra en esta ciudad donde la paz ha sido esquiva.
¡°El Gobierno tiene que trabajar en c¨®mo ser¨¢ el sometimiento a la justicia, pero no puede dejar de lado decisiones claves para la reincorporaci¨®n. Para eso ya tenemos un plan desde hace varios a?os, no hay que empezar de cero¡±, dice el alcalde. En los ¨²ltimos a?os se han hecho mesas para construir planes de desarrollo que definen c¨®mo invertir para mejor educaci¨®n o empleo, planes que han sido un saludo a la bandera en esta ciudad afrocolombiana discriminada por el Gobierno central. Ahora que la vicepresidenta Francia M¨¢rquez se ha comprometido a cumplirlos, esperan que empiece a llegar el dinero para ejecutarlos.
Otro punto neur¨¢lgico es saber qu¨¦ papel pueden jugar los empresarios del puerto empleando a estos j¨®venes, porque manejan una de las principales entradas del comercio del pa¨ªs y se han visto beneficiados con la tregua. ¡°Los empresarios me han dicho que quieren apoyar este proceso pero que estos j¨®venes tienen que estar cualificados, y para eso tenemos que mejorar la oferta educativa¡±, dice el alcalde.
Actualmente solo hay dos sedes universitarias p¨²blicas que no alcanzan a suplir la demanda de todos los j¨®venes que quieren estudiar. Johaner Delgado, el optimista, es uno de esos pocos que logr¨® entrar a la carrera de administraci¨®n de empresas, aunque le gusta m¨¢s la administraci¨®n p¨²blica y un d¨ªa quiere ser alcalde de Buenaventura. ¡°Guardo un gran optimismo¡±, escribe por mensaje de texto despu¨¦s de que Petro y Francia visitaran la ciudad para cerrar la semana de eventos culturales. Si todo sale bien en unos a?os no tendr¨¢ que seguir usando su camiseta negra. En su ciudad son muchos como ¨¦l esperando que esta vez s¨ª paren las masacres.
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