El general que sabe todo de la retoma del Palacio de Justicia se queda mudo
Ante la JEP, familiares de las v¨ªctimas de los desaparecidos en la toma del Palacio de Justicia le exigieron verdad al excomandante del Ej¨¦rcito, Jes¨²s Armando Arias Cabrales
¡°Por favor, d¨ªganos qu¨¦ pas¨®¡±, le pide una se?ora mir¨¢ndole a los ojos. Jes¨²s Armando Arias Cabrales, excomandante del Ej¨¦rcito, posa la mirada en el infinito y se queda mudo. A lo largo de dos d¨ªas de audiencia, el militar, ya condenado por tortura, ejecuci¨®n y desaparici¨®n forzada, no arroj¨® ni un poquito de luz a los familiares de las 11 personas desaparecidas en la toma del Palacio de Justicia de Bogot¨¢. Arias Cabrales, de 86 a?os, mostr¨® la actitud displicente de los que est¨¢n convencidos de llevarse los secretos a la tumba.
En las tensas sesiones en la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz ¡ªel tribunal transicional que naci¨® del acuerdo entre el Gobierno y las FARC¡ª, el general Arias Cabrales se escud¨® en verdades documentales, que han sido invalidadas en procesos judiciales. No contribuy¨® a la verdad, como esperaban las v¨ªctimas, quienes lo acusan de callarla para encubrir la responsabilidad de otros militares.
En la ma?ana del 6 de noviembre de 1985, un comando guerrillero del extinto Movimiento 19 de abril ¡ªM-19¡ª asalt¨® a sangre y fuego el Palacio de Justicia, situado sobre el costado norte de la Plaza de Bol¨ªvar, frente al Capitolio Nacional, y a dos cuadras del palacio presidencial. En cuesti¨®n de minutos tomaron como rehenes a 350 personas, incluidos magistrados de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado, empleados y visitantes. Cerraron las enormes puertas de bronce del edificio y pidieron que el presidente Belisario Betancur compareciera ante ellos para someterlo a juicio. La Polic¨ªa y el Ej¨¦rcito respondieron, en lo que llamaron ¡°retoma¡±, con m¨¢s violencia. Descargas de fusiler¨ªa. Rockets. Dos tanques de guerra entraron, tumbando las puertas. Los combates duraron 28 horas.
El saldo, siempre provisional, es de 94 personas muertas y 11 m¨¢s desaparecidas. El Palacio ardi¨® en llamas entre el 6 y 7 de noviembre con muchos de sus ocupantes adentro.
Entre los que piden verdad est¨¢ Ludy Esmeralda Suspes. Ten¨ªa tres a?os cuando su padre, David Suspes Celis, trabajaba en la cafeter¨ªa del Palacio. Sali¨® vivo de all¨ª y fue desaparecido. Ella no recuerda im¨¢genes de ¨¦l, ni ha podido sepultar su cuerpo. Cuando ve¨ªa las noticias televisivas de la ¨¦poca y escuchaba los gritos de dolor de su madre, Ludy se tapaba los o¨ªdos y se escond¨ªa debajo de la cama. ¡°Por favor, sin evasivas, d¨ªganos qu¨¦ pas¨®¡±, se quebr¨® en llanto implor¨¢ndole a Arias.
El militar era entonces el comandante de la Brigada XIII del Ej¨¦rcito y dirigi¨® la operaci¨®n de la retoma. Durante el operativo, los militares sacaban a los sobrevivientes del Palacio y los llevaban al Museo de Independencia Casa del Florero, al frente, para interrogarlos. Algunos desaparecieron. En 2011, 26 a?os despu¨¦s, un juez conden¨® a Arias a 35 a?os de c¨¢rcel por la desaparici¨®n forzada del padre de Ludy y otras cuatro personas. El Tribunal de Bogot¨¢ confirm¨® la condena. La Corte Suprema la ratific¨®.
Arias pidi¨® que su condena fuera revisada por la JEP y en 2020 obtuvo una libertad transitoria, revocada debido a que no cumpli¨® con el compromiso de esclarecer los hechos. La JEP le dio la ¨²ltima oportunidad: lo cit¨® a una audiencia de aporte a la verdad que se vivi¨® esta semana en Bogot¨¢.
En ella, decenas de v¨ªctimas tomaron el micr¨®fono, lloraron y lo increparon:
¡ªSe?or Arias Cabrales, ?c¨®mo puede estar sentado ah¨ª tan tranquilo? ?C¨®mo ha podido vivir sabiendo de las desapariciones y los delitos cometidos el 6 y 7 de noviembre de 1985 con su conocimiento y bajo sus ¨®rdenes?
¡ªDevu¨¦lvame el cad¨¢ver de mi hermana.
¡ªTen¨ªa 35 d¨ªas de nacida cuando desaparecieron a mi padre. Quiero saber qui¨¦nes estuvieron ese d¨ªa tortur¨¢ndolo, asesin¨¢ndolo. ?Qui¨¦n dio la orden?
¡ªSe?or Arias, ?qu¨¦ opina usted de mi dolor?
A lo largo de las dos extensas jornadas, Arias Cabrales se mantuvo imperturbable. Helena Ur¨¢n, hija del magistrado auxiliar del Consejo de Estado Carlos Horacio Ur¨¢n (torturado, asesinado y desaparecido por el Ej¨¦rcito), le exigi¨® la verdad:
¡ªPara m¨ª lo sucedido fue una masacre: ah¨ª no hubo retoma, recuperaci¨®n ni rescate, porque la manera de responder de parte de la fuerza p¨²blica a la toma criminal de la guerrilla fue atacando con toda la fuerza del odio y la guerra a un edificio lleno civiles inocentes.
El abogado V¨ªctor Vel¨¢squez le pregunt¨® a Arias si consideraba que hubo v¨ªctimas de tortura y desaparici¨®n forzada. Respondi¨® que ¨¦l se considera una v¨ªctima, que nunca ha debido tener una sanci¨®n penal. La representante del Ministerio P¨²blico, Sandra Luc¨ªa Yepes, tuvo que intervenir para amonestarlo: le record¨® que proclamarse v¨ªctima es revictimizar a los familiares. Xiomara Ur¨¢n, otra de las hijas del magistrado, lo increp¨®:
¡ªNo vuelva a decir que usted es una v¨ªctima: usted no es una v¨ªctima, usted no lleva cargando 37 a?os con este dolor. A usted no le quemaron a nadie como para que venga a decir que pobrecito usted.
Antes de formularle preguntas, el abogado Ramiro Bejarano intent¨® convencer a Arias de que la verdad es lo mejor para las v¨ªctimas y para ¨¦l. Arias se mostr¨® impasible al responder, como si los muertos y desaparecidos no le incumbieran.
En la sala hab¨ªa unas sillas de color naranja, cada una con una foto de los desaparecidos y la leyenda ¡°SIN OLVIDO¡±. La representante del Ministerio P¨²blico le pregunt¨® si ten¨ªa alguna explicaci¨®n de por qu¨¦ todav¨ªa est¨¢n esas fotos. Arias Cabrales dijo que no sab¨ªa.
Como siguiendo un libreto, citaba un informe de un tribunal especial de instrucci¨®n que la justicia ha desestimado. Los abogados de las v¨ªctimas le pidieron que no repitiera lo que dec¨ªan los documentos que conocen o lo que han dicho otros acusados, porque quer¨ªan escuchar de ¨¦l la verdad; Arias volv¨ªa a los documentos o reiteraba afirmaciones anteriores. A pesar de haber comandado la operaci¨®n, sostuvo que no ten¨ªa conocimiento directo porque fueron sus subordinados los que estuvieron en el Palacio. Cuando le preguntaron por los videos donde se ven las personas que salieron vivas del Palacio y luego fueron desaparecidas, dijo que las im¨¢genes no son claras ni fiables. Utilizaba expresiones como: ¡°No cuento con los elementos de juicio¡±, ¡°no sab¨ªa¡±, ¡°no s¨¦¡±, ¡°me enter¨¦ a posteriori¡±. Lo ¨²nico que reconoci¨® como ¡°error fundamental¡± fue que el Ej¨¦rcito haya retirado la vigilancia del Palacio un d¨ªa antes de la toma.
Despu¨¦s de la hecatombe del Palacio, Arias Cabrales recibi¨® una condecoraci¨®n de servicios distinguidos por la operaci¨®n y fue ascendido. En 2014, la Corte Interamericana de Derechos Humanos conden¨® al Estado por la desaparici¨®n forzada de las 11 personas.
En el cara a cara con las v¨ªctimas, Arias ten¨ªa la ¨²ltima oportunidad procesal de decir la verdad, pero sigui¨® negando lo que ya prob¨® la justicia. Los representantes de las v¨ªctimas dijeron que entre ¨¦l y otros militares hay un pacto de silencio, y la magistrada encargada, Claudia Roc¨ªo Salda?a, reconoci¨® que Arias no ha hecho un aporte extraordinario. En los pr¨®ximos d¨ªas la JEP debe decidir si lo expulsa definitivamente. Algunos familiares de las v¨ªctimas han muerto y otros seguir¨¢n envejeciendo a la espera de que los culpables digan la verdad sobre los desaparecidos. No olvidan.
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