Taxis, plataformas y Estado: todos ponen
Desactivada la amenaza de paro de taxistas y la zozobra que eso genera, volvi¨® al caj¨®n de pendientes el debate sobre qu¨¦ hacer con las plataformas de servicio de transporte. Ojal¨¢ no se quede ah¨ª
Propongo volver a la pirinola que us¨® el profesor Antanas Mockus para hacer pedagog¨ªa ciudadana. Que se sienten Gobierno, taxistas y plataformas de transporte para que jueguen a ¡°todos ponen¡± porque es la ¨²nica manera de salir del atolladero en el que estamos con el transporte p¨²blico individual. Que por un momento no exijan, solamente escuchen, cedan y entiendan que si todos ponen se puede encontrar el camino para que un viejo sector se renueve y conviva con el que trajo la tecnolog¨ªa que tambi¨¦n debe cumplir reglas y pagar impuestos.
Desactivada la amenaza de paro de taxistas y la zozobra que eso genera, volvi¨® al caj¨®n de pendientes el debate sobre qu¨¦ hacer con las plataformas de servicio de transporte. Ojal¨¢ no se quede ah¨ª hasta que haya otra revuelta porque seg¨²n el cronograma del acuerdo logrado entre los taxistas y el Ministerio de Transporte este martes 28 de febrero comienzan las mesas regionales para revisar propuestas y f¨®rmulas ¡°con todos los actores¡±. Tal vez la clave est¨¢ en esa mesa tripartita para encontrar un camino de transici¨®n. Todos ponen porque as¨ª todos ganan y no seguimos en el todos pierden.
El paro de taxistas, que al final no tuvo la magnitud que se previ¨® porque el gremio est¨¢ dividido, se levant¨® ante un acuerdo de 18 puntos que no resuelve el mayor problema que enfrentamos de fondo: el sistema de transporte p¨²blico individual cambi¨® en el mundo y en Colombia no lo acabamos de regular. Mientras m¨¢s nos demoremos, m¨¢s tensiones, m¨¢s p¨¦rdidas y m¨¢s se agranda el problema.
Las plataformas usadas hoy por miles de personas para conseguir transporte p¨²blico individual son una realidad, aunque hoy en Colombia la ley diga que deben convertirse en empresas de transporte para seguir operando. De lo contrario su trabajo es ilegal. Pero no son empresas de transporte y en medio de la ilegalidad siguen funcionando. Porque ordenar que se acaben los problemas no los acaba.
Las personas usan las plataformas porque prestan un servicio bueno en general y se convirtieron en opci¨®n ante unos taxis en los que hay de todo: buenos servicios, p¨¦simos y hasta delincuentes disfrazados de taxistas que le hacen gran da?o a un gremio que trabaja, se esfuerza y hoy debe jugar en total desequilibrio porque la tecnolog¨ªa que lleg¨®, gust¨® y se va a quedar, tiene normas m¨¢s flexibles.
Los taxistas tienen m¨¢s tr¨¢mites y unos costos mucho m¨¢s altos que los conductores de Uber, Cabify o Didi y eso genera una competencia imposible. Si se suman a eso los problemas de seguridad social, las exigencias adicionales que tienen los taxistas con la licencia de conducir, las tarifas reguladas por las alcald¨ªas, los seguros y los famosos y ya obsoletos cupos, es claro que tienen razones para protestar. El negocio no da.
En la otra orilla los conductores afiliados a las plataformas tambi¨¦n protestaron hace unas semanas cuando se filtr¨® un borrador de reforma que buscaba ni m¨¢s ni menos que desaparecerlas. Si bien tienen menos costos, tambi¨¦n se quejan por la persecuci¨®n de la Polic¨ªa y de los mismos taxistas. Ya se han presentado incidentes de peleas y de pasajeros bajados a la fuerza de los veh¨ªculos. Cuando las normas no dan respuesta el caos se hace presente. Y la soluci¨®n no es que las alcald¨ªas y los polic¨ªas se dediquen a perseguir veh¨ªculos privados para ver cu¨¢les de ellos est¨¢n prestando un servicio que se considera ilegal.
Las leyes que no atienden a las realidades son leyes que no sirven y solamente complican los problemas. Si las normas no regulan y buscan prohibir lo que no tiene sentido prohibir, los problemas crecen, se multiplican y nunca mueren. La soluci¨®n es regular y eso pasa por el Congreso que ha tenido la oportunidad de hacerlo, pero no lo ha hecho.
En muchos pa¨ªses las plataformas encontraron resistencia y se presentaron protestas de taxistas. Pasa en cada cambio, en cada transformaci¨®n: hay choques, hay discrepancias y la tendencia es a tratar de mantener lo que hay. Sin embargo, al final se encuentra la manera de generar reglas de juego para que los nuevos servicios convivan con los tradicionales o se transformen. En Colombia no podemos persistir en los cupos que encarecen el trabajo de los taxistas y en la reglamentaci¨®n desigual.
No se trata de elegir entre taxis y plataformas o quedarse protegiendo un sistema que ya no encaja en la actualidad. Persistir en lo que hay es insostenible. Cambiar el sistema cuesta plata, toma tiempo y se debe encontrar una salida econ¨®mica y social para quienes tienen la inversi¨®n de su vida en los taxis amarillos. Todos deben aportar y ceder porque seguramente habr¨¢ una dosis de p¨¦rdidas que se debe repartir para encontrar los caminos de convivencia que a la postre generar¨¢n ganancias. El papel del Estado en este escenario es clave para tramitar las diferencias. Ojal¨¢ el Gobierno haga lo suyo en la concertaci¨®n y el Congreso no pase de agache otra vez por razones politiqueras. Todos ponen. Atajar herramientas modernas con medidas policivas no es la v¨ªa.
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