Angustia tropical
En medio de un ambiente con m¨²ltiples fuentes de angustia, el presidente Gustavo Petro est¨¢ empe?ado en convertir en problemas las soluciones de los ¨²ltimos 40 a?os
Tal vez el presidente Petro est¨¢ acostumbrado a vivir con altos niveles de angustia, por sus a?os en la clandestinidad y luego en la aguerrida oposici¨®n pol¨ªtica. Tal vez eso agudiza su mente y templa sus nervios. Pero al llegar a la Presidencia de Colombia, proyectar un alto nivel de angustia entre sus compatriotas puede no ser la receta adecuada.
Los colombianos, ya de entrada, nos acostumbramos a vivir con una alta dosis de angustia, proveniente de que 40 a?os atr¨¢s, a nuestros habituales problemas de desempleo, deficiente educaci¨®n, atraso regional, monoexportaci¨®n de caf¨¦, falta de empleo para las mujeres y los j¨®venes, deficiente infraestructura para una geograf¨ªa desafiante, salud mal manejada e insuficiente, pensiones p¨¦simamente distribuidas, pobreza y miseria en muchas regiones, a todo eso se sum¨® convertirnos en la mayor fuente mundial de producci¨®n de coca¨ªna.
Vaya problema. Salir de pobres, tratar solucionar esa larga lista de desaf¨ªos, y adem¨¢s combatir una ilegalidad que Gobierno tras Gobierno no ha parado de crecer. El narcotr¨¢fico ha inundado regiones enteras de coca, armas e ilegalidad. Ha creado ej¨¦rcitos irregulares por doquier. Contamin¨® a los grupos guerrilleros de las FARC y el ELN, otrora autoproclamados adalides de un pueblo sufrido, y los transform¨® en paramilitares ricos, con un tinte de nostalgia pol¨ªtica y reivindicaci¨®n social. Se tom¨® Alcald¨ªas, Gobernaciones y, en un momento dado, hasta la Presidencia de la Rep¨²blica.
Adem¨¢s, se tom¨® las fronteras. En efecto, la costa Pac¨ªfica de Ecuador a Panam¨¢ es hoy pr¨¢cticamente feudo de bandas criminales. Inmensos trozos de la costa Caribe son dominados por los carteles, as¨ª como las fronteras con Venezuela y Ecuador. All¨¢ la ley y el orden son los barones de la droga.
No creo que fil¨®sofos como Kierkegaard, Nietzsche, Heidegger, Sartre y Camus, que hicieron de la angustia la piedra angular de sus epifan¨ªas, imaginaran los cauces extra?os que pod¨ªa tomar en pa¨ªses tropicales asolados por el crimen. Lo que entre ellos llevaba una introspecci¨®n desesperada, en el tr¨®pico puede terminar en manifestaciones colectivas de desesperanza.
De forma interesante, los colombianos hemos metabolizado la angustia y la hemos convertido en un acicate para la concentraci¨®n y la acci¨®n. Los ¨²ltimos 40 a?os han sido testigos de un pa¨ªs aguerrido que cae y se repone. Imagina soluciones y las adopta. Corrige errores y avanza.
Por la ¨¦poca de la aparici¨®n de la coca corrimos con suerte y aparecieron el petr¨®leo y el carb¨®n. La escasez de divisas dej¨® de ser problema. De cafeteros y agricultores, nos convertimos (aparte de cocaleros) en una econom¨ªa minera, de servicios, con algo de manufactura. Creamos instituciones econ¨®micas estables, lideradas por una respetable tradici¨®n monetaria en el Banco de la Rep¨²blica, fiscal en Hacienda, y de eficacia estatal en Planeaci¨®n Nacional. Si no perfectas, de buen nivel y reconocidas en la regi¨®n.
Grandes conglomerados de empresas estatales o de propiedad mixta con el sector privado, que son problem¨¢ticas en muchos otros pa¨ªses, son ejemplo en Colombia y Am¨¦rica Latina, como Ecopetrol, ISA, EPM y el Grupo de Energ¨ªa de Bogot¨¢, entre otras. Aparte de Bogot¨¢, se fortalecieron polos regionales clave como los ejes Cartagena-Barranquilla, Medell¨ªn-Pereira-Armenia-Manizales-Cali, Bucaramanga y sus zonas de influencia, Villavicencio-Llanos Orientales.
Las instituciones jur¨ªdicas como las Altas Cortes se ganaron merecido respeto, aun con el contrasentido de ser un pa¨ªs legalista plagado de ilegalidad. Se respetan los contratos, no se legisla con retroactividad, y el Ejecutivo y el Legislativo tienen un escrutinio serio en la producci¨®n de sus leyes. Se promulg¨® una Constituci¨®n incluyente y garantista de derechos, que a pesar de ser muy costosa, hemos ido pagando a m¨®dicos plazos y muchas reformas tributarias.
Creamos sistemas de asistencia social en salud, educaci¨®n, pobreza, ni?ez, vejez, a¨²n con muchos desaf¨ªos, pero que han avanzado tremendamente y cubierto a la poblaci¨®n.
Ensayamos hacer unas paces generosas con el M-19, con nueva Constituci¨®n y todo. Luego con las FARC, d¨¢ndoles carta blanca en un inmenso territorio; m¨¢s tarde, ante el fracaso, ensayamos el Plan Colombia y la Seguridad Democr¨¢tica, que fueron tan exitosas en recuperar territorio y dignidad, que a alguien se le ocurri¨® cambiar dizque un articulito de la Constituci¨®n y reelegir al presidente.
Luego ensayamos una paz desbordada en d¨¢divas, a ver si las FARC por fin ced¨ªan, y cedieron. Cuidado no. Pero su implementaci¨®n ha sido m¨¢s dif¨ªcil que la negociaci¨®n. Finalmente, se volvi¨® a cambiar el articulito y se ech¨® para atr¨¢s la reelecci¨®n, pues pod¨ªa terminar dando al traste con todo. El articulito era m¨¢s importante de lo que se cre¨ªa.
A lo largo de esas luchas, logros y avances de 40 a?os, el narcotr¨¢fico mut¨®, creci¨®, se fortaleci¨®, se ali¨® con la miner¨ªa ilegal, desarroll¨® el microtr¨¢fico en ciudades y pueblos y, como una epidemia, contamin¨® mucho de nuestra f¨¢brica social.
As¨ª llegamos al ¨²ltimo lustro, ya no de angustia nacional sino internacional, de confusi¨®n, crisis de liderazgo por doquier, Brexit, polarizaci¨®n en Estados Unidos, radicalizaci¨®n en Am¨¦rica Latina, pandemia, guerras calientes en Europa y fr¨ªas entre las superpotencias.
En medio de ese ambiente con m¨²ltiples fuentes de angustia, el nuevo presidente, Gustavo Petro est¨¢ empe?ado en convertir en problemas las soluciones de los ¨²ltimos 40 a?os. El petr¨®leo, un problema. El sistema de salud, otro problema. El sistema pensional, otro problema. Las Fuerzas Armadas, que nos defend¨ªan, otro problema.
Nada le gusta como est¨¢. Si bien est¨¢ en todo el derecho de proponer cambios, y en 2022 un tercio del censo electoral vot¨® con una estrecha mayor¨ªa por sus propuestas, es natural que la gente reciba con angustia muchos de esos cambios y tema que se conviertan en retrocesos o saltos al vac¨ªo.
Han sido tan arduamente ganadas las batallas y los avances, tan graduales los ascensos, que se corre un grave riesgo de caer en un rodadero que nos lleve, como en el juego infantil, de la casilla 54 a la 13, en una sola jugada.
La Corte Constitucional advirti¨®, con algo de angustia, que estaba en disposici¨®n de invalidar leyes si las consideraba contrarias al dise?o constitucional. El Consejo de Estado invalid¨® un decreto presidencial que exced¨ªa las funciones del Ejecutivo. Los partidos pol¨ªticos est¨¢n en guardia contra partes de las reformas que consideran da?inas.
La sensaci¨®n de que las cosas est¨¢n empeorando pas¨® del 48% a 73% en las encuestas. La desaprobaci¨®n sobre el desempe?o del presidente Petro pas¨® del 20% al 57%.
Termina una semana de crisis pol¨ªtica, se han cambiado en total a 10 ministros del gabinete, y en carteras esenciales como Hacienda e Interior. Si bien son prerrogativas del presidente, alimentan la angustia.
La gente angustiada gasta a duras penas lo que la inflaci¨®n le permite, no se arriesga a comprar casa, carro o electrodom¨¦sticos. Las empresas angustiadas solo hacen mantenimientos indispensables, y no compran maquinaria, ni contratan trabajadores. Los inversionistas internacionales no acuden a pa¨ªses donde cunde la angustia.
Podemos sumar a esas angustias la llamada paz total. Pero dejemos as¨ª. A los nuevos ministros Luis Fernando Velasco, de Interior, y Ricardo Bonilla, de Hacienda, y al resto del gabinete les tocar¨¢ emplearse a fondo para cambiar las fuentes de angustia por certezas. Al Presidente, enfocarse en el di¨¢logo y la confianza. Salvo que quiera rasgar la s¨¢bana. Todas las crisis son crisis de liderazgo. Las angustias, en cambio, pueden aliviarse en parte si el presidente renueva su estilo de liderazgo.
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