La Guajira: la zona piloto de la lucha contra el hambre en la era Petro
El presidente colombiano busca implementar una pol¨ªtica que aterrice su visi¨®n del cambio social gracias a la alianza del Estado con organizaciones de base
Esta semana el presidente Gustavo Petro decidi¨® mudar a su gabinete al departamento de La Guajira, una pen¨ªnsula coronada por una amplia zona des¨¦rtica con p¨¦simos ¨ªndices de nutrici¨®n. Convertir en la sede del Gobierno a un departamento con una fuerte industria minera de carb¨®n, que contrasta con la falta de acueductos y unos muy altos indicadores de pobreza, resalta uno de los ejes narrativos del Gobierno: la necesidad de transformar tanto la desigualdad cr¨®nica como la dependencia de las industrias extractivas de combustibles contaminantes. Pero, sobre todo, convierte al departamento que produce con frecuencia las noticias de muertes de ni?os por desnutrici¨®n ¡ªincluyendo las 20 por las que renunci¨® la primera directora del instituto de la ni?ez del Gobierno, Concha Baracaldo¡ª en la zona piloto para demostrar que la cooperaci¨®n entre el Estado y las organizaciones de base es una herramienta eficaz para luchar contra el hambre.
Desde que lleg¨® al Gobierno, el presidente ha implantado un nuevo concepto, el de las ¡°alianzas p¨²blico populares¡±. Parafraseando las alianzas p¨²blico-privadas con las que se entregan concesiones viales o portuarias en Colombia desde hace una d¨¦cada, el presidente ha impulsado espacios para que las juntas de acci¨®n comunal, las cooperativas locales y otras estructuras de base reciban recursos y apoyo del Estado y ayuden a resolver problemas sociales y, a la vez, a fortalecer la econom¨ªa popular. La idea ya estaba en su programa de Gobierno: ¡°Fortaleceremos la institucionalidad para la promoci¨®n y el fortalecimiento de la econom¨ªa popular con el objetivo de constituir alianzas p¨²blico-populares para la colaboraci¨®n entre el Estado, las organizaciones comunitarias y territoriales y las y los trabajadores¡±. La mayor prueba, hasta ahora, ha sido responder a necesidades de alimentaci¨®n como las de La Guajira.
En noviembre del a?o pasado, cuando se acercaba una temporada de fuertes lluvias, la gran propuesta del Gobierno ante la emergencia invernal fueron las ollas comunitarias. Se trataba de retomar una pr¨¢ctica barrial y de base para asegurar que los damnificados por el invierno tuvieran acceso a comida caliente, cocinada por ellos mismos y otras organizaciones sociales. El Estado las financiar¨ªa. Para marzo, eran unas 150 las que recib¨ªan dinero estatal, a trav¨¦s de las facultades que, por la emergencia, Petro hab¨ªa entregado a la Unidad Nacional de Gesti¨®n de Riesgos y de Desastres (UNGRD) para que esta canalizara unos recursos a las ollas comunitarias. Los resultados eran modestos y algunas alarmas estaban prendidas, especialmente por la opacidad en la definici¨®n de qui¨¦n recibir¨ªa los recursos y c¨®mo los gastar¨ªa.
En los tres meses que han pasado varias cosas han cambiado. No solo entr¨® el Gobierno en una crisis pol¨ªtica de gobernabilidad y de imagen, sino que cambi¨® el director de la UNGRD: sali¨® Javier Pava, el viejo aliado de Petro que estructur¨® el programa, y lo reemplaz¨® Olmedo L¨®pez, un pol¨ªtico antioque?o de izquierda. En la nueva visi¨®n de la UNGRD, las ollas se complementan con las llamadas canastas populares, un mercado de alimentos agropecuarios que la UNGRD le compra a productores peque?os y medianos. Tanto las ollas como las canastas tienen un objetivo m¨¢s all¨¢ del humanitario: lograr la ¡°soberan¨ªa alimentaria para activar la econom¨ªa popular¡±, seg¨²n explic¨® L¨®pez en una rueda de prensa el jueves pasado. ¡°Las ollas comunitarias no comprar¨¢n, y no se proveer¨¢n, de las grandes superficies, se proveer¨¢n de las tiendas populares de los barrios, y de los abarroteros, y de los y las campesinas, de los carniceros de los pueblos, y de los pescadores de los pueblos¡±, a?adi¨®.
Rudolf Solano es el director de la Red nacional de ollas comunitarias, que ha coordinado esas cocinas en los 32 departamentos, y que en las protestas del 2021 reun¨ªa unas 157 ollas. Ya en marzo era cr¨ªtico del programa por los riesgos de que se beneficiaran personas con intereses diferentes a los que tradicionalmente hac¨ªan las ollas¡ªpol¨ªticos corruptos, dice. Ahora, sin embargo, ve con buenos ojos la reorganizaci¨®n que le da m¨¢s impulso a las canastas y en la que la UNGRD ya no trabaja sola sino de la mano con el Departamento de Prosperidad Social. Se trata de una forma de hacer acompa?amiento y control cruzado entre las dos entidades. Para Solano, se trata de un cambio que ¡°es para bien¡±, aunque no arranca a¨²n. ¡°La idea es que se amarre a las ollas comunitarias para que la comida rinda m¨¢s. Va a ser m¨¢s concertado entre la gente, porque el prop¨®sito de la olla comunitaria es que no sea manejada por una sola persona¡±, dice Solano.
La Guajira, con el foco puesto por la presencia del Gabinete y por los problemas estructurales de desnutrici¨®n, ser¨¢ la primera prueba de esa estrategia renovada. Si el primer intento estuvo atado a una temporada de lluvias, el nuevo lo estar¨¢ a un fen¨®meno de fuerte sequ¨ªa, El Ni?o, que las autoridades de monitoreo ambiental prev¨¦n que inicie en el segundo semestre. Como uno de los problemas de nutrici¨®n de la zona des¨¦rtica del departamento es la falta de agua en general y de agua potable en particular, El Ni?o representa un desaf¨ªo especial. De acuerdo al Ministerio de Medio Ambiente, La Guajira es una de las zonas m¨¢s vulnerables del pa¨ªs ante las sequ¨ªas que empezar¨¢n pronto.
L¨®pez ha indicado que la UNGRD har¨¢ ¨¦nfasis en el departamento. ¡°Nuestra agenda con los programas sociales de la entidad iniciar¨¢ en La Guajira, donde tenemos una afectaci¨®n de comunidades que, por generaciones, han padecido el hambre y la falta de agua. La inversi¨®n de la Unidad en este territorio pasar¨¢ de $5.000 millones a $31.000 millones, cumpliendo de esta manera la meta que tenemos de implementaci¨®n del programa de ¡®Canastas Populares¡¯ en un 90% para este a?o. Adem¨¢s, se activaron 100 ¡®Ollas Comunitarias¡¯, que equivalen a una inversi¨®n de $15.000 millones¡±, enfatiz¨® en la rueda de prensa del jueves pasado.
Superar el hambre y la falta de agua, en una zona con problemas sociales, econ¨®micos y ambientales que se pueden calificar de end¨¦micos es un reto dif¨ªcil. Que sea el primer resultado a exigir ¡ªa una estrategia que es a la vez novedosa y riesgosa¡ª demuestra el tama?o de la ambici¨®n de un cambio que queda en manos de la capacidad de gesti¨®n del Gobierno.
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