Las megac¨¢rceles de Bukele como promesa electoral en Colombia
Diego Molano y Jaime Arizabaleta, precandidatos a las Alcald¨ªas de Bogot¨¢ y Cali, proponen construir prisiones inspiradas en las que usa el presidente salvadore?o para combatir la delincuencia
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha encontrado ya una pista de aterrizaje en Colombia para su pol¨ªtica de Gobierno m¨¢s controvertida: las megac¨¢rceles para combatir la delincuencia. Los art¨ªfices de esa pista son Diego Molano y Jaime Arizabaleta, precandidatos del Centro Democr¨¢tico a las Alcald¨ªas de Bogot¨¢ y Cali, respectivamente. Como Bukele, ambos son defensores de la autoridad y la mano dura como soluci¨®n no solo de la delincuencia, sino en este caso tambi¨¦n de la corrupci¨®n. Inspirados en ¨¦l, han propuesto construir megac¨¢rceles si ganan en las elecciones regionales del pr¨®ximo 29 de octubre.
El primero en dar a conocer la idea fue Arizabaleta, quien desde su cuenta de Twitter anunci¨® el mi¨¦rcoles por la noche la propuesta conjunta: ¡°Habr¨¢ dos megac¨¢rceles al estilo Bukele en Colombia, una en Bogot¨¢ y otra en Cali que construir¨¦ para delincuentes y corruptos¡±. Molano, exministro de Defensa durante el Gobierno de Iv¨¢n Duque, desarroll¨® la idea el jueves en Blu Radio: ¡°Nos hace falta una c¨¢rcel en Bogot¨¢, una megac¨¢rcel para llevar por lo menos a 3.000 de los delincuentes que son capturados¡±.
Habr¨¢ dos megac¨¢rceles al estilo Bukele en Colombia, una en Bogot¨¢ y otra en Cali que construir¨¦ para delincuentes y corruptos
— Jaime Arizabaleta ?? (@jarizabaletaf) July 13, 2023
Bien ex ministro Diego Molano
Ni Arizabaleta ni Molano se han referido a los costes de las megac¨¢rceles que proponen, ni al tiempo que durar¨ªa su construcci¨®n. Sin embargo, es un primer elemento palpable de la admiraci¨®n que un amplio sector de la derecha en Colombia ha declarado por el mandatario salvadore?o. El apellido de Bukele cada vez se escucha m¨¢s en las calles, en la boca de personas que creen que una cruzada vertical como la que ¨¦l emprendi¨® se debe replicar en Colombia. Pero tambi¨¦n se ha colado en sondeos como el de mayo pasado, hecho por Datexco, en el que el 55% de las personas encuestadas a las que se les pregunt¨® si el pa¨ªs necesita un presidente como el salvadore?o respondi¨® que s¨ª.
Fernando Tamayo, director del Grupo de Prisiones de la Universidad de los Andes, explica que el mayor problema de ese tipo de c¨¢rceles tiene que ver con lo dif¨ªcil que es gestionarlas: facilitar las visitas con todos los controles que implican, garantizar la seguridad entre los reclusos, saber qu¨¦ hacen, etc. Para todo ello, se necesitan guardias. Y en las c¨¢rceles colombianas, apunta, no hay suficientes. ¡°Lo que nos ha mostrado la ¨²nica experiencia latinoamericana de megac¨¢rceles, que es El Salvador, es que directamente los derechos de la poblaci¨®n privada de la libertad no importan¡±, asegura en una llamada telef¨®nica.
La idea de traer el modelo de Bukele es tambi¨¦n un s¨ªntoma evidente de la ausencia de un liderazgo claro en la derecha colombiana: al no haber una cabeza visible dentro del pa¨ªs, la inspiraci¨®n para la soluci¨®n de los problemas viene de fuera. Ni siquiera quien podr¨ªa considerarse como la l¨ªder conservadora m¨¢s conspicua en el pa¨ªs, Mar¨ªa Fernanda Cabal, ha aportado alguna idea novedosa: tambi¨¦n ella ha recurrido a la figura de Bukele, con quien no ha escatimado adjetivos elogiosos.
La propuesta tiene calado en buena medida debido a la situaci¨®n de inseguridad que se vive en varias partes del pa¨ªs. En Buenaventura (Valle del Cauca), que fue denominada por el Gobierno del presidente Gustavo Petro como ¡°laboratorio¡± de la paz total urbana y donde alcanz¨® a haber entendimientos con las pandillas que delinquen all¨ª, el terror ha regresado en las ¨²ltimas semanas. Adem¨¢s, el escepticismo hacia las negociaciones con grupos armados como el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN) y el Estado Mayor Central ¨Duna disidencia de las FARC¨D, avivado por acciones como el asesinato de cuatro menores de edad ind¨ªgenas en mayo, favorece a la idea de la mano dura.
No obstante, la receta de la autoridad tiene una mancha enorme en la historia de Colombia: las ejecuciones extrajudiciales, tambi¨¦n conocidas como falsos positivos, durante la administraci¨®n de ?lvaro Uribe (2002-2010). En ellas, los militares, estimulados a mostrar bajas en combate, asesinaban a civiles para hacerlos pasar por guerrilleros. Pero no hace falta ir tan atr¨¢s en el tiempo: en 2021, el propio Diego Molano, en su condici¨®n de ministro de Defensa del Gobierno uribista de Iv¨¢n Duque, fue sometido a una moci¨®n de censura en el Congreso, acusado por la oposici¨®n de dar un ¡°tratamiento de guerra¡± a la represi¨®n de las manifestaciones ciudadanas contra el Ejecutivo.
En El Salvador las costuras tambi¨¦n han quedado a la vista. Durante el r¨¦gimen de excepci¨®n declarado hace m¨¢s de un a?o por el presidente Bukele, las autoridades han capturado a m¨¢s de 60.000 pandilleros, en un pa¨ªs asediado durante d¨¦cadas por la delincuencia de las bandas criminales. Sin embargo, un informe de Human Rights Watch de enero pasado revel¨® que se han cometido ¡°abusos a gran escala¡±, entre los que se cuentan las violaciones del debido proceso, las detenciones masivas, las muertes bajo custodia y el hacinamiento.
Ese, el hacinamiento, es otro asunto que se desprende de la idea de construir megac¨¢rceles. El profesor Tamayo recuerda que, en 1998, cuando se declar¨® un estado de cosas inconstitucional ¨Duna herramienta que la Corte Constitucional usa cuando se cumplen algunos requisitos para enfrentar cualquier situaci¨®n grave¨D por el hacinamiento carcelario, en el pa¨ªs hab¨ªa 33.009 presos y un sobrecupo del 31%. Desde entonces, lo que se ha hecho es crear m¨¢s cupos, pero no ha habido soluci¨®n: hoy en d¨ªa, en Colombia la cifra de sobrecupo en las prisiones es del 24%, con ¨¦pocas en las que ha llegado al 50%. ¡°Esa idea de dar m¨¢s cupos como una forma de controlar el hacinamiento ha mostrado ser un fracaso, porque los cupos se van creando y se van llenando¡±.
Por otro lado, tampoco es clara la efectividad del encarcelamiento para resocializar ¨Dque es su objetivo¨D, aunque es dif¨ªcil concluirlo, debido a la falta de mediciones efectivas. Tamayo reconoce que es dif¨ªcil hablar sobre la idea de Molano y Arizabaleta, al carecer de una estructura clara. Sin embargo, s¨ª se anima a dar un veredicto, basado en las informaciones recolectadas por varios estudios especializados: ¡°En general, los sistemas que apuestan por un mayor contacto de personas privadas de la libertad con el exterior, con sus familias y con una mayor posibilidad de reintegraci¨®n a la sociedad, tienen mayor capacidad para que las personas no delincan¡±.
Tamayo explica que el sistema penal despierta sentimientos en las personas, derivados de su miedo al delito, a la inseguridad y a la violencia, palpables en muchas ciudades de Latinoam¨¦rica. ¡°El gran problema es que estos proyectos no han mostrado que sean verdaderamente eficientes para combatir la inseguridad¡±, afirma. Y agrega que muchos de esos modelos se muestran como eficientes a corto plazo, porque muy pronto reportan cifras positivas de condenas, encierros y aumento de la poblaci¨®n carcelaria, que crean una sensaci¨®n de mayor seguridad. No obstante, concluye: ¡°Al final lo que terminan generando es m¨¢s exclusi¨®n y mayores problemas sociales¡±.
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