El bicentenario del Museo Nacional, el pan¨®ptico de la memoria de Colombia
La galer¨ªa m¨¢s antigua del pa¨ªs ha sido espejo del pasado y del presente de una naci¨®n minada de complejidades, y busca desbogotanizarse en las d¨¦cadas siguientes
Si Colombia fuera una persona, el diario en que habr¨ªa apuntado todas sus an¨¦cdotas, vivencias y momentos definitorios ser¨ªa el Museo Nacional. La primera galer¨ªa del pa¨ªs, una de las m¨¢s antiguas de Am¨¦rica Latina, fue fundada por una ley del Congreso emitida el 28 de julio de 1823: cumple 200 a?os de existencia este viernes. Pero sobre todo cumple dos siglos de haber sido testigo y custodia de la memoria hist¨®rica, art¨ªstica y cient¨ªfica desde los or¨ªgenes de una naci¨®n con la que ha evolucionado a la par.
Las ra¨ªces m¨¢s profundas del Museo Nacional llegan hasta febrero de 1819, en el Congreso de Angostura, convocado por Sim¨®n Bol¨ªvar y que terminar¨ªa con la creaci¨®n de la Gran Colombia. El congreso eligi¨® a unos ministros plenipotenciarios para que viajaran a Europa a buscar el reconocimiento de la nueva naci¨®n. Uno de ellos fue Francisco Antonio Zea, cient¨ªfico y erudito asignado a Espa?a, Inglaterra y Francia con tres misiones: el reconocimiento pol¨ªtico de Colombia, la b¨²squeda de dinero para terminar de financiar la guerra y la reconstrucci¨®n posterior, y la consolidaci¨®n de proyectos que permitieran el desarrollo y el progreso de la rep¨²blica.
En Europa, Zea se code¨® con la erudici¨®n de la ciencia del mundo. Entre ella, Georges Cuvier, padre de la paleontolog¨ªa y por entonces director del Museo Nacional de Historia de Francia. A ¨¦l le escribi¨®, habl¨¢ndole de las riquezas y de la importancia de la Colombia reci¨¦n nacida, y le pidi¨® que le indicara qu¨¦ j¨®venes podr¨ªan viajar al pa¨ªs para ayudarlos a fundar instituciones de investigaci¨®n, entre ellas, un museo. Fue entonces cuando, despu¨¦s de algunas pruebas, viajaron a Colombia bot¨¢nicos, zo¨®logos, ge¨®grafos y cient¨ªficos muy destacados, que llegaron al pa¨ªs sin Zea, muerto en el camino, y encontraron un Congreso apenas creado que reafirm¨® la necesidad de instituciones acad¨¦micas y el respaldo a la idea del museo.
El nuevo museo estaba lejos de estar dedicado solo a la ciencia o de ser una recopilaci¨®n de piezas del pasado: era, en realidad, un museo que caminaba al mismo tiempo que una naci¨®n que daba sus primeros pasos. La historiadora Mar¨ªa Paola Rodr¨ªguez, curadora jefa de Historia del Museo Nacional ¨Dal que dedic¨® su tesis doctoral¨D, reconstruye todo este relato, y explica que desde el d¨ªa uno en la galer¨ªa hab¨ªa, por ejemplo, piezas que el general Carlos Soublette enviaba a Bogot¨¢ desde el campo de batalla en que luchaba por la independencia de Venezuela, o que el mariscal Jos¨¦ Antonio de Sucre mandaba restos de banderas de los ej¨¦rcitos espa?oles derrotados en combate. ¡°El d¨ªa de su inauguraci¨®n, tiene ya piezas de historia, porque est¨¢n trayendo todos los testimonios de las guerras que se est¨¢n librando. Son piezas de conflictos vivos, no piezas de historia anterior, sino con un fin de construcci¨®n de memoria¡±, comenta Rodr¨ªguez.
¨D ?Como si fuera un diario del pa¨ªs?
¨D Claro. Estaban construyendo la memoria de la Independencia.
Un museo cachaco
A lo largo del siglo XIX, ese museo respaldado en principio con tanto ¨¢nimo, vio mermadas sus posibilidades debido a las dificultades econ¨®micas del Estado colombiano, devastado por una seguidilla sangrienta de guerras civiles. Tras haber tenido muchas sedes ¨Dla ya demolida Casa Bot¨¢nica, la Casa de Aulas o una oficina en la Secretar¨ªa de Interior¨D, en la d¨¦cada de los treinta del siglo XX tuvo que ser reubicado, sin un destino claro. En 1946 se termin¨® de construir la c¨¢rcel La Picota, por entonces en las afueras de Bogot¨¢, y all¨ª fueron trasladados los presos que estaban recluidos en una prisi¨®n enorme que pas¨® de estar en los l¨ªmites a ser devorada por la ciudad en crecimiento: el Pan¨®ptico Nacional.
En ese edificio, que hoy en d¨ªa ocupa un lugar destacado y visible del centro de Bogot¨¢, se reunieron todas las colecciones del Museo Nacional que reposaban en otras galer¨ªas, y en la actualidad es la sede del mayor museo de Colombia. El director de la entidad, William L¨®pez, reconoce que una de las cr¨ªticas m¨¢s habituales es su bogotanidad: ¡°El Museo ha sido criticado por ser centralista, cachaco, elitista. Esas cr¨ªticas en cierta medida son acertadas, pero al tiempo el propio museo ha hecho un esfuerzo denodado para responderlas y superarlas¡±. Menciona exposiciones como Velorios y santos vivos o Naci¨®n Hip Hop, en las que, asegura, hubo metodolog¨ªas participativas y cocreativas encaminadas a descentralizar las curadur¨ªas para ¡°democratizar¡± la palabra museol¨®gica y compartirla con la comunidad y las voces de otros territorios.
Un bicentenario para mirar a los territorios
La territorializaci¨®n es una de las ideas nucleares del bicentenario del Museo Nacional, que mira hacia el futuro. Su director la explica: ¡°La idea es descentrarlo. Pensar que podemos ser un museo archipi¨¦lago, exoc¨¦ntrico, que tiene un pivote en Bogot¨¢ pero que va a generar a lo largo de los pr¨®ximos a?os proyectos expositivos que van a involucrar siempre a los territorios¡±. El objetivo, dice, es que los saberes museol¨®gicos no est¨¦n concentrados en la capital y que el museo sea una gran escuela que, con su dilatada trayectoria, fortalezca la presencia de m¨¢s museos en todas las regiones del pa¨ªs.
Por eso, las celebraciones por los dos siglos de existencia tampoco pretenden tener a Bogot¨¢ como sede ¨²nica: ¡°Quisimos pensar que esta celebraci¨®n es colectiva del sector de museos. Que el acto fundacional del Museo tambi¨¦n es el de la fundaci¨®n de un proceso colectivo que hoy nos lleva a tener m¨¢s de 800 museos en todo el pa¨ªs¡±. Esa fiesta conjunta tiene la vista puesta en las d¨¦cadas venideras, que tienen como norte lograr que el centro del museo se aleje de sus salas en la ciudad para que, al mismo tiempo, haya una circulaci¨®n que permita que las investigaciones museol¨®gicas itineren por todo el pa¨ªs. Y que al tejer un proyecto com¨²n, amplio y plural, haga un aporte al anhelo m¨¢s frustrado de Colombia: la paz.
La paz en un pa¨ªs amn¨¦sico
L¨®pez hace ¨¦nfasis en el papel que la entidad que dirige desempe?a en la construcci¨®n de la paz: ¡°No se puede concebir que el Museo Nacional de Colombia no est¨¦ pensando y reflexionando sobre ese pasado doloros¨ªsimo, pero tambi¨¦n heroico en diferentes ¨¢mbitos, y que nos permita inspirar un futuro com¨²n¡±. En ese porvenir, espera que los museos del pa¨ªs se destaquen en la restituci¨®n y en el ejercicio de los derechos culturales, humanos y de la memoria de las comunidades.
Sin embargo, es consciente de las dificultades: ¡°Colombia es un pa¨ªs amn¨¦sico, memoricida y museicida¡±. Considera que en los ¨²ltimos a?os la memoria se ha reducido a un asunto erudito y exclusivo, cuando en su opini¨®n se trata de un asunto mucho m¨¢s complejo. ¡°La memoria es un derecho en el que los sujetos se transforman cuando lo ejercen. Cuando hablas p¨²blicamente de tu experiencia y planteas tus testimonios, en ese proceso la transformaci¨®n y la construcci¨®n de nuevos sujetos pol¨ªticos plenos es muy poderosa¡±, afirma.
Y la guerra, que en Colombia es tanto o m¨¢s antigua que la propia naci¨®n y que este museo, se ubica en la orilla opuesta: mientras la memoria construye lo que L¨®pez llama ¡°lazos societales¡±, la guerra los destruye. Entonces reivindica la memoria como un paso obligado, y con frecuencia desde?ado, en el camino que lleva a un futuro de concordia: ¡°La memoria en el pa¨ªs se vive como un privilegio, como un acto de resistencia, pero no como un derecho que tenemos todos los colombianos, y que es fundamental para imaginar la paz¡±.
Una noche en el museo para celebrar
Para conmemorar el bicentenario del Museo Nacional, este viernes se celebra la primera noche nacional de museos. En ella participarán tanto el homenajeado en Bogotá ¨Dque tendrá sus puertas abiertas hasta las nueve de la noche, con entrada gratuita¨D, como otros 28 en Marinilla (Antioquia), Agua de Dios (Cundinamarca), Barranquilla, Bucaramanga, Cartagena, Floridablanca (Santander), Pereira, Villa de Leyva, Popayán, Ocaña, Santa Fe de Antioquia, Villa del Rosario y Honda. También se ha sumado la Biblioteca Nacional.
Además, en la sala Teresa Cuervo Borda, en el Panóptico, se entregará el primer Premio Nacional de Museos, dotado con 60 millones de pesos, a un trabajador que haya contribuido “significativamente” al desarrollo de los museos en Colombia. Los visitantes también podrán ver la exposición El vuelo de El Mochuelo. De los Montes de María a Bogotá, que se presenta por primera vez en la ciudad.
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