?xitos y fracasos de una paz parcial en medio de la guerra
Un a?o despu¨¦s de iniciar el proyecto de la paz total, hay ocho negociaciones en marcha con grupos criminales. La falta de un marco jur¨ªdico y la violencia frenan su avance
En medio de altibajos, a un a?o del inicio de las conversaciones, queda en evidencia que la paz total ser¨¢ en realidad parcial. Negociar y conversar simult¨¢neamente con grupos armados de diversa ¨ªndole, como se esperaba, no ha sido nada f¨¢cil. Son ocho frentes abiertos que, sin embargo, persisten en medio de ...
En medio de altibajos, a un a?o del inicio de las conversaciones, queda en evidencia que la paz total ser¨¢ en realidad parcial. Negociar y conversar simult¨¢neamente con grupos armados de diversa ¨ªndole, como se esperaba, no ha sido nada f¨¢cil. Son ocho frentes abiertos que, sin embargo, persisten en medio de hechos violentos contra la poblaci¨®n civil por parte de algunos de esos grupos, y con la ausencia de un marco jur¨ªdico para las organizaciones del crimen organizado.
De acuerdo con el Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR), la situaci¨®n humanitaria en el pa¨ªs se ha venido deteriorando desde 2018. Hoy se observa una disminuci¨®n de los desplazamientos masivos, pero hay un aumento del confinamiento de comunidades, entre otros delitos. El regreso del secuestro extorsivo ha sido uno de los m¨¢s impactantes.
En un a?o, muchos de estos grupos se han politizado con la intenci¨®n de entrar en una categor¨ªa que les permitir¨ªa negociar mejor, y por esa v¨ªa se han expandido y mostrado control territorial. Se han reducido algunos delitos, pero sigue el asesinato de l¨ªderes sociales. Por su parte, el Gobierno ha cambiado su lenguaje al hacer m¨¢s ¨¦nfasis en el Derecho Internacional Humanitario y se han sumado personas experimentadas a la oficina de paz, aunque esta a¨²n es considerada una estructura insuficiente para el tama?o de la responsabilidad.
El mayor escollo ha sido el jur¨ªdico. La Ley de Sometimiento se hundi¨® en el Congreso y ahora, con un Gobierno sin mayor¨ªas, se ve a¨²n m¨¢s cuesta arriba. Algunos analistas critican que, siendo la apuesta central del Gobierno, no le den prioridad a la Ley. Mientras tanto, no est¨¢ claro qu¨¦ se puede negociar y cu¨¢nto tiempo aguantar¨¢n esos grupos. M¨¢s a¨²n, si esto no recrudecer¨¢ la violencia. Todo indica que el Gobierno ha decidido salir del laberinto de la paz total con los grupos y por las rutas m¨¢s viables: el ELN y el Estado Mayor Central (EMC), y seguir aguantando con el resto.
?C¨®mo van esas ocho conversaciones, mesas y di¨¢logos en marcha? La Oficina del Alto Comisionado, en cabeza de Danilo Rueda, y analistas de diversas regiones se?alan los avances, retrocesos y desaf¨ªos de cada uno de ellas.
El ELN, una lucha contra el tiempo
Los di¨¢logos con el ELN, la ¨²ltima guerrilla activa en Colombia, son la mayor carta de la paz total, aunque sigan bajo prueba permanente. Despu¨¦s de estar congelados durante el Gobierno de Iv¨¢n Duque, Petro reactiv¨® las conversaciones partiendo de la agenda que dej¨® Juan Manuel Santos, pero con un cambio sustancial: en los di¨¢logos actuales, el cese al fuego bilateral se da mientras se siguen discutiendo los puntos de la agenda, no al final.
En terreno, lejos de las mesas en los distintos pa¨ªses donde se desarrollan los di¨¢logos, el cese avanza en medio de algunos hechos de violencia que afectan particularmente a la poblaci¨®n civil. El Mecanismo de Monitoreo y Verificaci¨®n (MMV) tiene un informe de los primeros 41 d¨ªas, pero no lo ha hecho p¨²blico. Sin embargo, se conocen denuncias de constre?imiento, reclutamiento y amenazas en algunas regiones del pa¨ªs como en Mistrat¨® (Risaralda), un paro armado por parte del frente de guerra occidental y otro paro de transporte en el r¨ªo San Juan (Choc¨®). El ELN, adem¨¢s, ha denunciado que el Ej¨¦rcito viol¨® el cese en Arauca, donde se han presentado cruentos combates entre esa guerrilla y disidencias de las FARC.
Carlos Velandia, exintegrante de la direcci¨®n nacional del ELN y ahora investigador de paz, hace un seguimiento diario al cese y dice que este se encuentra en una fase de implantaci¨®n. ¡°Se est¨¢ dando de forma escalonada. Aunque se presenten hechos de violencia que son preocupantes, el cese se mantiene y se profundiza¡±, dice. ¡°No porque se den las ¨®rdenes estas se cumplen de manera autom¨¢tica, deben estar acompa?adas de pedagog¨ªa, esclarecimiento y control a las fuerzas que lo van a aplicar¡±, explica sobre algunos frentes de esa guerrilla que siguen intimidando a la poblaci¨®n.
Adem¨¢s del cese, otro de los puntos de avance es la instalaci¨®n de un mecanismo de participaci¨®n que incluye a 30 sectores de la sociedad civil, una exigencia del ELN desde hace d¨¦cadas. Y, seg¨²n Rueda, una serie de acuerdos en materia de intervenci¨®n territorial que se ha denominado zonas cr¨ªticas, como el San Juan y Bajo Calima. Justamente en esas regiones se presenta uno de los mayores escollos para la tranquilidad de los civiles: los fuertes enfrentamientos entre el ELN y el Clan del Golfo que dejan en medio a las comunidades. A eso hay que sumar el incremento del secuestro en el pa¨ªs, una pr¨¢ctica que trae los peores recuerdos de otras ¨¦pocas. De acuerdo con la Defensor¨ªa del Pueblo, el secuestro se ha incrementado en un 39% entre 2022 y 2023. Las im¨¢genes de liberaciones se han vuelto pan de cada d¨ªa.
El otro desaf¨ªo es ajustar los tiempos. Mientras el Gobierno tiene prisa y aspira a conseguir un acuerdo con el ELN antes de 2025, este grupo, acostumbrado a largos di¨¢logos, le apuesta a la paciencia para discutir asuntos tan profundos como el modelo econ¨®mico. La reparaci¨®n a las v¨ªctimas, el fin del conflicto y c¨®mo ser¨¢ la dejaci¨®n de armas todav¨ªa no se tocan. De acuerdo con la Comisi¨®n de la Verdad, el ELN cometi¨® al menos 17.725 homicidios, 9.538 secuestros y 1.391 reclutamientos de menores entre 1985 y 2018. De otro lado, como explica Max Yuri, profesor del Instituto de Estudios Pol¨ªticos de la Universidad de Antioquia, mientras en el extranjero el proceso goza de apoyo, internamente no tiene la misma legitimidad. Y eso recuerda el fracaso que gener¨® el plebiscito en el acuerdo de paz con las extintas FARC.
Acuerdos especiales con el Estado Mayor Central
Las conversaciones con el autodenominado Estado Mayor Central han generado pol¨¦mica por tratarse de disidentes del proceso de paz de 2016 (aunque tambi¨¦n est¨¢ integrado por combatientes que nunca se acogieron) y por sus actos de violencia, como el asesinato de cuatro ni?os ind¨ªgenas. Sin embargo, avanza contra viento y marea. Despu¨¦s de un despliegue de poder en Caquet¨¢ con Iv¨¢n Mordisco a la cabeza, recientemente ese grupo se reuni¨® en Su¨¢rez (Cauca) con delegados del Gobierno, donde se hablaron temas potenciales de una agenda de conversaciones para la Mesa de Di¨¢logos de Paz, que seg¨²n la Oficina del Comisionado, ¡°empezar¨¢ lo m¨¢s pronto posible¡± y con un enfoque territorial.
Pero quiz¨¢ lo m¨¢s importante de ese encuentro es que se hicieron compromisos para que ese grupo respete a los civiles. ¡°Con el EMC de las FARC tenemos un reciente Acuerdo Especial, basado en el DIH, que ha colocado como centro el respeto a la poblaci¨®n civil, y de all¨ª se derivan los ceses de fuego¡±, responde Rueda para este balance.
El encuentro del Cauca ocurri¨®, como explica la investigadora del International Crisis Group, Elizabeth Dickinson, tras la cresta de una ola de violencia. Se refiere al plan pistola de ese grupo contra la Polic¨ªa y ataques a la poblaci¨®n civil en las regiones donde opera. Por eso, dice, el desaf¨ªo m¨¢s urgente es desescalar la violencia. ¡°La prioridad deber¨ªa ser lograr un cese del fuego antes de las elecciones regionales y que el EMC se comprometa a que todos los candidatos podr¨¢n hacer campa?a con libertad¡±, asegura. Adem¨¢s, insiste, debe priorizarse el respeto por las misiones m¨¦dicas que hasta el momento no han sido respetadas, como se?ala el DIH.
Una vez m¨¢s, el tiempo juega en contra. ¡°Aunque en Colombia hay una larga historia de negociaciones en medio de la guerra, es claro que el pa¨ªs tiene poca paciencia para entrar en otro proceso de paz mientras las comunidades est¨¦n contra la pared¡±, agrega la analista.
El enredo con la Segunda Marquetalia
Las conversaciones con la Segunda Marquetalia, el grupo armado creado por Iv¨¢n M¨¢rquez, exjefe negociador del proceso de paz de La Habana, son las m¨¢s atrasadas y complejas. ¡°Somos conscientes de que existen muchas dificultades, no solamente las militares, las relacionadas con financiaci¨®n y econom¨ªas il¨ªcitas, las afecciones graves que existen sobre la poblaci¨®n de diversos territorios¡±, dice el Alto Comisionado para la Paz, Danilo Rueda. Sin embargo, aclara: ¡°en medio de esta situaci¨®n hemos observado que los mandos m¨¢ximos de los grupos armados irregulares est¨¢n percibiendo y constatando que vivimos un momento in¨¦dito en la historia de nuestro pa¨ªs para resolver el conjunto de las conflictividades armadas¡±.
Rueda afirma que sus m¨¢ximos comandantes, incluido Iv¨¢n M¨¢rquez, de quien se ha dicho que estaba muerto tras un atentado del lado venezolano que le afect¨® el rostro y los dedos, tienen disposici¨®n de participar de la paz total. ¡°Los intercambios directos que hemos tenido nos han llevado a crear una preagenda que tiene un enfoque territorial, con asuntos novedosos en materia tem¨¢tica que, resolviendo algunos escollos jur¨ªdicos, nos permitir¨ªa establecer una Mesa de Conversaciones lo m¨¢s pronto posible¡±, dice. Sin embargo, no es tan claro c¨®mo se podr¨ªan solucionar esos problemas jur¨ªdicos.
?Y el Clan del Golfo?
Tambi¨¦n conocidas como Autodefensas Gaitanistas de Colombia, nacieron en la zona de Urab¨¢ y C¨®rdoba, basti¨®n hist¨®rico de los grupos paramilitares. Hoy trafican con migrantes que cruzan por El Dari¨¦n y tiene presencia en el norte de Colombia. Mantiene guerras abiertas con distintos grupos como el ELN y las Autodefensas de la Sierra Nevada, y est¨¢ presente en Choc¨® y en el Caribe colombiano, entre otros lugares. Funcionan, seg¨²n analistas como Luis Fernando Trejos y Reynell Badillo, del Centro de Pensamiento UNCaribe, como un ¡°cl¨²ster del crimen¡± m¨¢s que como un cartel narco tradicional. De hecho, tiene negocios de miner¨ªa ilegal en varias zonas del pa¨ªs.
¡°Con las AGC estamos esperando una respuesta a nuestra propuesta de construcci¨®n de confianza basada en una agenda tem¨¢tica centrada en asuntos de respeto a la poblaci¨®n civil y de intervenciones territoriales fundamentales¡±. El objetivo, agrega, es ¡°resolver asuntos hist¨®ricos y estructurales que han posibilitado el asentamiento de estas din¨¢micas armadas¡± despu¨¦s de la dejaci¨®n de armas de los paramilitares en 2004.
El l¨ªo es que, sin Ley de sometimiento, no est¨¢ claro el camino legal con ellos para reparar a las v¨ªctimas y obtener beneficios judiciales. ¡°Un a?o despu¨¦s queda en evidencia que la paz total ser¨¢ parcial. Ese objetivo de englobar a todos no se va a cumplir, entre otras razones por la falta de la ley de sujeci¨®n. Eso dej¨® por fuera a las AGC y a las Autodefensas de la Sierra Nevada. Lo que hay hoy son di¨¢logos sociales, porque no tienen qu¨¦ ofrecerles jur¨ªdicamente¡±, dice Trejos.
Di¨¢logos sociales con Autodefensas de la Sierra
Tal como lo dice Trejos, con este grupo armado se desarrollan encuentros sociales. As¨ª lo explica el Comisionado de Paz: ¡°Mantenemos unas facilitaciones de paz que nos est¨¢n permitiendo generar y fortalecer la confianza que se ha dado a lo largo de este a?o¡±, dijo, y agreg¨® que en los pr¨®ximos d¨ªas har¨¢n ¡°intervenciones territoriales para lograr, desde la intervenci¨®n en el di¨¢logo social, la discusi¨®n sobre asuntos que pueden ser del inter¨¦s de este grupo armado irregular¡±.
A diferencia de los dem¨¢s grupos armados, este es un clan familiar vinculado al exjefe paramilitar Hern¨¢n Giraldo y tiene al menos cuatro d¨¦cadas de historia. Ha cambiado de nombre en varias oportunidades. Primero era conocida como resistencia Tayrona, la sucursal caribe de la oficina de sicarios de Envigado, y luego se presentaron como un grupo paramilitar.
Medell¨ªn, Buenaventura y Quibd¨®: la paz urbana
La falta de marco jur¨ªdico de sometimiento tambi¨¦n tiene sin rumbo claro a las ¡°mesas sociojur¨ªdicas¡± con las organizaciones de alto impacto y las bandas armadas. La de Medell¨ªn, con 16 cabecillas de bandas y combos que re¨²ne al 90% de la criminalidad de la ciudad, es una de las m¨¢s complejas. ¡°Ya estamos muy cerca de lograr un consenso de los asuntos tem¨¢ticos que queremos dialogar con las estructuras armadas ilegales de la capital antioque?a, as¨ª como unos mecanismos de participaci¨®n barrial y comunitaria desde las comunas, que van a permitir que esta apuesta de paz tenga garant¨ªas de no repetici¨®n¡±, dice Rueda al respecto.
Como asegura, InSight Crime en su investigaci¨®n Un antiguo sicario de Pablo Escobar sigue el camino de la paz total en Medell¨ªn, ¡°hasta ahora los planes para la paz total en la ciudad son poco concretos y los retos son grandes¡±. Uno de ellos es cu¨¢l es la verdad a la que se comprometen los cabecillas y c¨®mo desmantelar¨¢n efectivamente la criminalidad.
Pero si en Medell¨ªn se habla con los l¨ªderes del crimen organizado, en Buenaventura y Quibd¨® es directamente con los operadores de violencia. En el puerto, el Gobierno conversa con los Shottas y Los Espartanos; y en Quibd¨® (Choc¨®) con las bandas RPS, Fuerzas Revolucionarias Mexicanas y Locos Yam. Ahora, anuncia Rueda, se sum¨® un nuevo grupo llamado Los Zetas.
La paz urbana tiene sus propios riesgos, advierte el investigador Alberto S¨¢nchez Galeano. ¡°Buenaventura ha mostrado que negociar sin marco agota y puede terminar mal, como ocurri¨® con esa tregua. Los di¨¢logos sostenidos sobre la voluntad se agotan muy r¨¢pido¡±. All¨ª, de hecho, tras la tregua repunt¨® la violencia y se vive bajo la extorsi¨®n.
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