El Estado, condenado por la muerte de un joven al que un polic¨ªa le dispar¨® por no detenerse en un pare

Una edici¨®n del Nuevo Testamento, un farol, un buzo, parte de su merienda y un par de cigarrillos de marihuana fue lo que se encontr¨® en la maleta de Gonzalo Montoya Porras. ¡°Abatido presunto fletero en Envigado¡±, se apresuraron a publicar los medios locales, aunque en sus pertenencias nunca se hall¨® un arma, ni se prob¨® que estuviese delinquiendo. De hecho, en su morral no hab¨ªa nada m¨¢s que lo que cargaba usualmente para ir a estudiar. Su plan era hacerse bachiller pronto para iniciar una carrera militar. As¨ª se lo hab¨ªa prometido a su mam¨¢, pero un disparo fatal en el t¨®rax destruy¨® ese sue?o.

Gonzalo muri¨® hace cinco a?os, cuando dos polic¨ªas lo persiguieron por no haberse detenido ante una se?al de pare y, al frenar, uno de ellos le dispar¨®. As¨ª lo confirm¨® el pasado 5 de diciembre el Juzgado 25 Administrativo del Circuito de Medell¨ªn, que responsabiliz¨® al Ministerio de Defensa y la Polic¨ªa Nacional por la muerte del joven de 21 a?os debido a que el disparo fue desproporcionado.

Desde el 11 de noviembre de 2018, la familia Montoya Porras esperaba que se reconociera la culpa del Estado en el crimen de Chalo, como lo llamaban amorosamente. Finalmente, la decisi¨®n lleg¨®. El fallo de primera instancia, adem¨¢s de condenar a la Naci¨®n, contempla una reparaci¨®n econ¨®mica a sus t¨ªas, hermanas, abuela y primas, y le ordena a la Polic¨ªa Nacional que dentro de los seis meses siguientes al fallo realicen una ceremonia para pedir excusas p¨²blicas a los padres y hermanos.

Para Lorena Porras, su madre, es una decisi¨®n apenas m¨ªnima para el sufrimiento que ha cargado ella, sus hijos y su esposo al perder a quien consideraban la chispa de la familia. Porras hace hincapi¨¦ en que la reparaci¨®n econ¨®mica nunca le ha interesado. Su lucha es para que ninguna otra madre, otra familia, pase por una tragedia semejante. Precisa que el acto de disculpas para ella tendr¨¢ que tener otro enfoque. ¡°Es a Chalo al que tienen que pedirle perd¨®n, fue a ¨¦l a quien lo arrebataron de su familia. Apagaron sus planes de vida. ?l fue el que se fue al cielo¡±, le dice Lorena a EL PA?S, v¨ªa telef¨®nica.

En su momento, el peri¨®dico El Colombiano consult¨® a la Polic¨ªa Metropolitana sobre el hecho: ¡°seg¨²n lo manifestado por la patrulla del cuadrante, solicitaron una orden de pare o detenci¨®n a un joven que se movilizaba en moto a alta velocidad. Inicia una persecuci¨®n policial y como resultado, lamentablemente fallece el joven por un disparo del cuadrante¡± asegur¨® el entonces subcomandante. En el proceso queda claro que no hab¨ªa motivos para el disparo, al contrario de lo que durante todos estos a?os intent¨® defender la instituci¨®n.

El fallo del este martes es contundente. El tiro que mat¨® a Gonzalo lo hizo Darm¨ªn de Jes¨²s Cifuentes, quien ha intentado excusarse alegando que Gonzalo hizo movimientos sospechosos, e incluso que ten¨ªa un arma. Sin embargo, numerosos testimonios recabados por el medio local El Armadillo lo contradicen. Los testigos apuntan a que las afirmaciones de los agentes son imprecisas y algunos incluso los se?alaron de intentar alterar la escena del crimen.

El juzgado aclara en la sentencia que s¨ª hubo un uso excesivo de la fuerza por parte de la Polic¨ªa, ¡°al ser desatendidos los principios b¨¢sicos que deben regir tal actividad: necesidad, legalidad y proporcionalidad¡±, se puede leer en el documento. Ya en 2021, la Procuradur¨ªa hab¨ªa tomado la decisi¨®n de destituir e inhabilitar a Cifuentes por 15 a?os al considerar una ¡°falta grav¨ªsima a t¨ªtulo de dolo¡±, es decir, con intencionalidad. Por el contrario, en la Justicia Penal Militar, el proceso contra Cifuentes no muestra progreso significativo. El ahora ex polic¨ªa est¨¢ en libertad.

Una ausencia insoportable

El otro lado del tel¨¦fono por momentos queda en silencio. Despu¨¦s de un largo aliento, la madre, retoma la charla. No hace falta que diga mucho para transmitir el dolor con el que convive desde ese fat¨ªdico noviembre. ¡°Cucha, yo me voy a tragar el mundo¡± le repet¨ªa su ¡®negro¡¯. Se refiere a ¨¦l en tiempo presente, como si jam¨¢s se hubiese ido. Su cuarto permanece intacto desde el d¨ªa que se despidi¨® para irse a estudiar y no volvi¨®.

Cuando Lorena no puede responder, al fondo se escucha hija complementando sus respuestas. Sara ha sido una aliada fundamental en la b¨²squeda de justicia. Cuando los primeros abogados que tuvieron no respond¨ªan sus dudas o no les daban raz¨®n, ella y su mam¨¢ iban juntas a reclamar y buscaron otros juristas. Desde ese d¨ªa toda la familia se ha volcado en memoria de Chalo. El pap¨¢ y Dylan, otro de los hijos, son m¨¢s reservados con su duelo, pero llevan el peso por dentro, manifiesta Lorena.

Dylan, por ejemplo, no volvi¨® a jugar futbol. Al igual que su hermano, promet¨ªa ser una estrella deportiva, pero su mam¨¢ siente como si algo, no sabe a ciencia cierta qu¨¦, se hubiese apagado dentro para todos. Lo que no ha logrado debilitarse, ni aplacarse con el tiempo es la memoria de Chalo, tampoco las ans¨ªas implacables de justicia. Justamente, hace unos meses, en la misma zona donde cada domingo Chalo tomaba sus clases de noveno de bachillerato, el colectivo art¨ªstico ¡®No copio¡¯ pint¨® mural en su honor. En letras blancas gigantes acompa?an un retrato de su madre con el lema: ¡°Toda persona asesinada es un ser amado¡±.

Las historias de abusos y violencia policial desmedida son un fen¨®meno sostenido. Hace unas semanas otro juzgado conden¨® a varios patrulleros de la Polic¨ªa por torturar e intentar prenderle fuego a Davidson Vargas, un joven al que acusaron de intentar colarse en el transporte p¨²blico de Bogot¨¢. Pese a que el Gobierno Nacional hab¨ªa prometido una reforma a la Polic¨ªa y al ESMAD, la unidad encargada de evitar disturbios y acusada de m¨²ltiples violaciones a los derechos humanos, tal iniciativa apenas ha dado pasos incipientes.

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