El limbo de los vientres de alquiler en Colombia: ¡°Lo que no se proh¨ªbe, se permite¡±
Si bien la UE incluy¨® esta pr¨¢ctica dentro de la ley de trata, el pa¨ªs andino sigue siendo una opci¨®n para miles de parejas nacionales y extranjeras. Muchas mujeres acceden por menos de 3.000 d¨®lares
¡°La maternidad subrogada es un poco lo mismo que le pasa a una nana (ni?era). Ella sabe que los hijos no son de ella y, aun as¨ª, hace todo lo que est¨¦ en su mano para cuidarlos y protegerlos¡±. As¨ª describe la abogada bioeticista Mar¨ªa Fernanda P¨¦rez la pr¨¢ctica de los vientres de alquiler. Para la Uni¨®n Europea, sin embargo, es una forma de explotaci¨®n reproductiva que entrar¨¢ pr¨®ximamente bajo el paraguas de la ley de trata cuando exista coacci¨®n. En Colombia, aunque se ha intentado regular en dos ocasiones, ambos proyectos de ley est¨¢n archivados; no pasaron nunca el primer debate en la C¨¢mara. ¡°Y todo lo que no est¨¢ prohibido, se permite¡±, lamenta Lina Morales, de la Red Jur¨ªdica.
Abogadas como P¨¦rez, que buscan a una ¡°mujer subrogante adecuada¡± y llevan los procesos civiles del cambio de nombre de los padres en el acta de nacimiento, cobran desde 7.000 d¨®lares por caso. ¡°Lo que ganan las mujeres var¨ªa mucho¡±, dice P¨¦rez. Colectivos feministas y las propias mujeres que ofrecen su vientre en redes sociales aseguran que muchas aceptan por menos de 3.000.
Pero Lorena Restrepo* necesita al menos 7.500 d¨®lares y una mensualidad por cada mes de gestaci¨®n. ¡°He escuchado que pueden pagar m¨¢s si es en una cl¨ªnica, pero vivo en Pasto [una ciudad al sur del pa¨ªs] y yo no puedo dejar a mis hijos solos durante 10 meses¡±, cuenta por tel¨¦fono. Esta madre soltera de 33 a?os mantiene a sus tres hijos con un poco m¨¢s del salario m¨ªnimo (255 d¨®lares). ¡°Pero tambi¨¦n he escuchado que pagan mucho menos, que a algunas ni siquiera les quieren pagar¡±, dice. La colombiana puso el anuncio hace poco m¨¢s de un mes en Facebook y ya ha recibido 10 ofertas, pero ninguna supera los 5.000 d¨®lares. ¡°Quiero darles una vida mejor a mis hijos y celebrarle los 15 a mi nenita¡±, a?ade.
En el escenario actual colombiano, Lorena puede ofrecer su vientre, as¨ª como cualquier pareja, nacional o extranjera, puede pagar por ¨¦l. No existe ninguna regulaci¨®n de precios, ni condiciones, ni requisitos. Y mucho menos una asociaci¨®n directa a la explotaci¨®n reproductiva de esta pr¨¢ctica, como sucede en pa¨ªses como Espa?a, Francia, Alemania o Italia.
Para Mar¨ªa Cristina Hurtado, abogada y polit¨®loga feminista, este limbo es un reflejo de los intereses comerciales en el pa¨ªs: ¡°Esto es un negocio multinacional que produce casi tanta plata como la pornograf¨ªa. Los lobbies que est¨¢n detr¨¢s son las cl¨ªnicas de reproducci¨®n asistida y las parejas extranjeras que en Estados Unidos o Europa que compran ni?os por 60.000 d¨®lares y aqu¨ª no les cuesta casi nada¡±. Para Hurtado, una de las voces m¨¢s cr¨ªticas contra los vientres de alquiler en Colombia, lo m¨¢s grave es que sea la propia izquierda quien salga a defenderlo, ¡°como una medida feminista¡±: ¡°Vot¨¦ a un Gobierno que se declaraba en contra de las pol¨ªticas neoliberales y se est¨¢n metiendo en lo m¨¢s profundo de los derechos humanos. Estar en contra no es moralista, es defender los derechos de las mujeres y ni?os¡±.
En 2022, la Corte Constitucional exhort¨® al Congreso a regular la pr¨¢ctica para salir de este vac¨ªo legal. Esto inclu¨ªa tambi¨¦n la opci¨®n de prohibirlo. Sin embargo, hubo dos ¨²nicos proyectos de ley -uno presentado por Alejandro Ocampo, del Pacto Hist¨®rico, y otro por el propio Ministerio de Justicia- que no buscaban perseguir esa pr¨¢ctica, sino regularla. Ped¨ªan m¨¢s o menos lo mismo, aunque inclu¨ªan diferentes limitantes sobre la edad de las mujeres subrogantes o la nacionalidad de los ¡°padres intencionales¡±. Dos parejas extranjeras que hicieron uso de la subrogaci¨®n en Colombia denegaron la entrevista con EL PA?S al conocer que participar¨ªan en el texto voces en contra.
As¨ª, en ese vac¨ªo en el que sigue, el procedimiento actual en Colombia es relativamente sencillo. El primer paso, tras recibir la petici¨®n de una pareja que no puede o no quiere gestar su propio beb¨¦, empieza la elecci¨®n de la mujer subrogante por la cl¨ªnica o por abogados particulares como P¨¦rez. ¡°La elegimos muchas veces del boca a boca. Nunca les pinto las cosas como no son. Les soy muy sincera: les digo que pueden morirse, que es igual de riesgoso que cualquier otro embarazo y que en caso de que los pap¨¢s intencionales le pidan abortar, si el feto viene con enfermedades, lo tienen que hacer porque el material gen¨¦tico no es de ella. Es de ellos¡±, explica. Esa precisi¨®n, que los ¨®vulos no sean nunca los de la mujer subrogante, fue de los pocos lineamientos que dio la Corte. De resto, pr¨¢cticamente todo estaba por hacer.
La propuesta del oficialista Ocampo, sin embargo, abr¨ªa la posibilidad de que el ¨®vulo s¨ª fuera de la mujer gestante. ¡°Esto da parte de la falta absoluta de conocimiento de los tomadores de decisiones. Todos quieren salir a regularlo sin tener ni idea¡±, critica Hurtado. Ocampo explica en entrevista con EL PA?S que ¡°no fue un error, pero tuvimos que revisar esa primera versi¨®n¡± y que contempla volver a presentar otro proyecto de ley que permita esta pr¨¢ctica. ¡°Lo ideal ser¨ªa que no existiera la gestaci¨®n subrogada, pero la Corte nos meti¨® en un berenjenal en el que nadie se quiere meter porque eso quita votos. Es un tema dif¨ªcil y quisimos restringirlo lo m¨¢ximo posible. Este limbo es una mierda. Pero, ?qu¨¦ hacemos? ?Esperamos a que aparezca alguna mujer muerta o ni?os v¨ªctimas de trata o prostituci¨®n?¡±. Y a?ade: ¡°Colombia no se puede convertir en una f¨¢brica de ni?os y la ¨²nica opci¨®n es restringirlo lo m¨¢ximo posible. Eso fue lo que nos pidi¨® la Corte¡±. Sin embargo, el magistrado Jos¨¦ Fernando Reyes, presidente de la Corte Constitucional de Colombia desmiente al congresista: ¡°La Corte solo pidi¨® que se terminara el vac¨ªo legal que existe, ya que generan para¨ªsos para los intereses econ¨®micos. Es criticable que los congresistas le tiren el bal¨®n a la Corte porque deslegitima la democracia. Esos debates sociales se tienen que dar en el Congreso, como la otra centena de exhortos que hemos emitido¡±.
El mientras tanto es a lo que m¨¢s le teme Morales, de la Red Jur¨ªdica, quien lamenta el peligro de que ¡°el papel todo lo aguante¡±: ¡°Hay muchas cosas que se a?aden en los contratos que son completamente anticonstitucionales, como el obligar a abortar a alguien. Muchas de las mujeres que aceptan no conocen sus derechos. Esta es la consecuencia de un pa¨ªs sin normativa y lo que hace que esta pr¨¢ctica sea m¨¢s apetecible para estos padres en Colombia¡±.
Olatz Mendiola, presidenta de la asociaci¨®n Son Nuestros Hijos, que representa a familias creadas por gestaci¨®n subrogada, coincide con que se regulen estas pr¨¢cticas y pide que la legislaci¨®n sea garantista. Rechaza la terminolog¨ªa ¡°vientres de alquiler¡±, por resultar ¡°muy ofensiva para las mujeres que han gestado a nuestras hijas e hijos¡±. Preguntada por los precios que suelen pagar en Am¨¦rica Latina, explica que desconoce el dato, pero que el pago es necesario tanto al personal m¨¦dico como a las mujeres ¡°que voluntariamente donan su capacidad de gestar¡±, como ¡°compensaci¨®n por las molestias y riesgos que supone para ellas este proceso¡±. ¡°La gestaci¨®n subrogada es un modo de reproducci¨®n asistida dirigido a personas con problemas de salud que les impiden gestar o de infertilidad f¨ªsica o estructural y la adopci¨®n es una medida de protecci¨®n a menores que toda persona, y no exclusivamente quienes no pueden gestar, deber¨ªan considerar¡±, cuenta mediante correo electr¨®nico.
¡°Ven a las mujeres como vasijas¡±
La elecci¨®n de la mujer subrogante, seg¨²n cuenta P¨¦rez, puede llegar a durar meses. Las candidatas se someten a ex¨¢menes ¡°exhaustivos¡±: dos pruebas psicol¨®gicas, controles m¨¦dicos y de laboratorio¡ ¡°Despu¨¦s, contrato a dos empresas que se encarguen de ver su grado de exposici¨®n, si tienen antecedentes, si sus parejas est¨¢n de acuerdo, si sus jefes las consideran responsables¡¡±, narra. M¨¢s adelante, tras revisar que los ¡°padres intencionales¡± tampoco tengan antecedentes penales, se realizan los cambios de nombre ante notario, con una prueba biol¨®gica que certifique que la mujer subrogante no tiene lazos gen¨¦ticos con el reci¨¦n nacido. ¡°Puede que no a todas les parezca el trabajo de sus sue?os, como quienes son recicladores o limpiadoras, pero ellas acceden y saben muy bien a qu¨¦. Al menos yo se los dejo muy claro¡±. Para la abogada penalista Helena Hern¨¢ndez el alquiler de vientres es un ¡°c¨®ctel perverso¡± que ve a las mujeres como ¡°vasijas o contenedores¡±. ¡°Es una falacia pensar que todo lo que no nos gusta soslaya nuestra integridad f¨ªsica o nuestra dignidad. Yo puedo ser empleada de servicio y puede no gustarme, pero no es indigno ni me cosifica como mujer. No se puede comparar con los vientres de alquiler, porque el producto del trabajo es la propia mujer. No puede apartar un vientre de lo que es la mujer¡±.
Con respecto al consentimiento Hern¨¢ndez es tajante: ¡°El supuesto consentimiento del que hablan no puede ser superior al de la dignidad humana. Pasa lo mismo con la venta de ¨®rganos, por mucha libertad que queramos tener y haya ¨®rganos que no nos sirven, no lo hacemos porque sabemos que va a haber una captaci¨®n de las personas m¨¢s vulnerables... Eso lo entendemos, pero cuando son mujeres y encima hay ni?os involucrados, cuesta siempre m¨¢s¡±. Y zanja: ¡°Una pol¨ªtica p¨²blica no se crea a partir de la excepci¨®n de quienes consientan, sino para la mayor¨ªa. Y menos cuando la minor¨ªa es la privilegiada¡±.
¡°No quiero dinero, quiero una casa¡±
Gladys G¨®mez* no quiere dinero. ¡°Quiero una casa para poder vivir tranquila¡±, dice por tel¨¦fono. Es de Cali y nunca ha sido madre, trabaja ¡°de lo que salga¡±. A veces en est¨¦tica, otras como prostituta. ¡°Si por m¨ª fuera, que me adoptaran a m¨ª tambi¨¦n junto con el beb¨¦, as¨ª sea para hacer aseo. No tengo ni para comprar una gaseosa. Solo un milagro va a hacer que desista de esta idea¡±, cuenta por mensaje de WhatsApp. En Colombia, el 37,6% de las mujeres no puede pagar la canasta b¨¢sica de alimentaci¨®n.
Por eso, si hay algo en lo que todas las voces consultadas -a favor y en contra- coinciden es en que Colombia se est¨¢ convirtiendo en un lugar muy demandado por las familias, principalmente extranjeras. En los ¨²ltimos cuatro a?os, P¨¦rez ha llevado al menos 80 casos. ¡°Esta pr¨¢ctica va cada vez a m¨¢s¡±, asegura. Una afirmaci¨®n que no sorprende a Hern¨¢ndez: ¡°En Colombia confluyen todos los requisitos del negocio: precios bajos y una alta vulnerabilidad de las mujeres. Por muy dif¨ªcil que sea para una pareja no poder ser padres, la paternidad no es un derecho. No puede existir el derecho a comprar un beb¨¦¡±.
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