Subvertir no es gobernar
Petro y su Gobierno decidieron desbalancear el sistema de salud. El resto es una cascada financiera que termina en la intervenci¨®n de las buenas EPS y en socializar las p¨¦rdidas del sistema de salud
El que ha sido no deja de ser. Si desde la adolescencia una persona tiene la convicci¨®n de que todo funciona mal, tan pronto pueda, tratar¨¢ de que las cosas dejen de funcionar como lo hac¨ªan y empiecen a funcionar como se le antoja que debieran hacerlo.
Gustavo Petro parece responder a esa descripci¨®n. La fase negativa, destructiva y subversiva de esa actitud es f¨¢cil. Destruir no es complicado, pues las organizaciones dependen de unos pocos pilares b¨¢sicos que hay que sustentar d¨ªa a d¨ªa con suma dedicaci¨®n y empe?o.
Pongo varios ejemplos: la seguridad en las calles y los campos, la actividad petrolera, la construcci¨®n de carreteras con base en la recuperaci¨®n de costos con peajes, y los servicios de salud.
Si se descabeza a las Fuerzas Armadas y a la Polic¨ªa Nacional de buena parte de sus generales y coroneles, que tom¨® d¨¦cadas formar, entrenar, enviar al territorio nacional para conocer los problemas, analizar las amenazas y las organizaciones criminales, aprender a combatirlas y saber de sus tent¨¢culos; si se deja ac¨¦falas a esas instituciones, se les da la orden de no atacar a los malos, se saca de la c¨¢rcel a criminales muy peligrosos, so pretexto de que ayuden a la paz, no deber¨ªa sorprender que la inseguridad cunda. En suma, la seguridad es un asunto fr¨¢gil que se puede socavar desde la cabeza.
Tanto se puede decir de la actividad petrolera y gas¨ªfera, que se ir¨¢ marchitando paulatinamente porque a Petro y a un grupo de sus activistas no les gusta. Lo dijo en campa?a, lo repite cada que puede, en Colombia y el exterior. Se lo celebran un par de profesores y activistas en cada pa¨ªs a donde va. Parece importarles poco que sea una actitud temeraria para 18 departamentos y 200 municipios donde opera esa crucial industria; inclusive para todos los 1.120 municipios adonde llegan las regal¨ªas; y para el propio Gobierno nacional, pues esa industria extractiva es la mayor fuente de impuestos y dividendos. Tienen la convicci¨®n de que la humanidad y Colombia estar¨ªan mejor tan pronto se deje de producir hidrocarburos, y est¨¢n dispuesto a casar a Colombia en esa apuesta, descabellada desde mi punto de vista. Petro lo dijo, lo prometi¨®, convenci¨® a j¨®venes y adultos de esa convicci¨®n subversiva, y lo eligieron. Les est¨¢ cumpliendo.
Algo aparentemente tan s¨®lido como la industria petrolera y gas¨ªfera, que tiene una bonanza en Brasil, Guyana, Estados Unidos y muchos pa¨ªses de Asia, ?frica y Europa, puede marchitarse pronto en Colombia, pues en el fondo es fr¨¢gil. Toda organizaci¨®n en el fondo lo es. Depende de incentivos para que much¨ªsima gente se levante cada d¨ªa a trabajar y organizarla. Sin esos incentivos, la gente no lo har¨¢ y la desorganizaci¨®n cundir¨¢.
Lo mismo est¨¢ buscando con la construcci¨®n de carreteras por parte del sector privado. Si no se deja cobrar los peajes prometidos, ni se aumenta su valor a?o a a?o, si no se cumple con el compromiso estatal de las llamadas Vigencias Futuras; ser¨¢ insoportable la incertidumbre para realizar inversiones que toma d¨¦cadas recuperar. Tan f¨¢cil es socavar la construcci¨®n. Resulta que el se?or Petro cree que las autopistas y carreteras son para los ricos. De d¨®nde saca esa convicci¨®n, es dif¨ªcil saberlo. Pero m¨¢s de once millones de j¨®venes y adultos lo respaldaron cuando lo dijo.
Ahora es el turno de la salud. Es un servicio dif¨ªcil de prestar en cualquier parte del mundo, pues mucha gente sufre de dolencias costos¨ªsimas y no tiene capacidad de aportar para asegurarse. Por eso depende de la solidaridad de millones de personas, que se enfermar¨¢n poco a lo largo de la vida, y aportan mes a mes para asegurar los servicios. Adem¨¢s de esa solidaridad social, en el otro platillo de la balanza est¨¢n los costos de tratamientos, intervenciones y consultas. Cada d¨ªa suben y es clave controlarlos y mantenerlos en niveles de eficiencia. De lo contrario cualquier sistema, por solidario que sea, se desbalancear¨¢ y quebrar¨¢. El Gobierno ser¨¢ el pagador de ¨²ltima instancia, o si no, ser¨¢ la salud y el mal servicio a los pacientes el que pague.
Petro y su Gobierno decidieron desbalancear el sistema de salud no pagando los llamados Presupuestos M¨¢ximos y no actualizando la Unidad de pago por capitaci¨®n (UPC). El resto es una cascada financiera que termina en la intervenci¨®n de las buenas EPS y en socializar las p¨¦rdidas del sistema de salud. Hacia delante, no se controlar¨¢ los costos y m¨¢s pronto que tarde, los votantes de Petro ver¨¢n lo que es un sistema de salud administrado por el Estado.
Muchos de los que apoyaron a Petro en las elecciones, o que le dieron la bendici¨®n t¨¦cnica para que ganara, ahora se rasgan las vestiduras. Uno crey¨® que controlaba la explosi¨®n; otro que limitaba sus excesos fiscales; otro que pod¨ªa imponer una versi¨®n organizada en el plan de desarrollo, y muchos otros esperaron que fuera a ser razonable y se indignan con el desquiciamiento. Pero le ayudaron a ganar. Muy cara nos sali¨® esa ingenuidad, que, como dice el dicho, se ve muy fea en los grandes.
No creo que la explosi¨®n se haya descontrolado. Creo m¨¢s bien que este se?or sabe de explosivos y ellos no. La destrucci¨®n, como dec¨ªamos, es la parte f¨¢cil. Esa es la que observamos ahora. La reconstrucci¨®n es la parte dif¨ªcil. No se deja ver c¨®mo recuperaremos la seguridad, la fuente de divisas e impuestos de los hidrocarburos, los recursos y la capacidad empresarial para hacer carreteras, y finalmente, una salud pagable y de buena calidad. Eso sin hablar de otras destrucciones.
Subvertir no es gobernar. Es s¨®lo subvertir. De eso sabe el presidente Petro. Gobernar requiere otras destrezas, de las que ¨¦l y su equipo parecen carecer. M¨¢s de once millones de personas se dejaron cabestrar y ahora ellos, y los otros 40 millones de colombianos, pagaremos la cuenta.
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