Silenciosos, pero letales. ?Estamos preparados para las plagas urbanas?
Plagas, ruido, turismo y falta de civismo son parte de las amenazas a la salud p¨²blica de grandes ciudades
Hace pocos d¨ªas le¨ª una noticia en EL PA?S sobre los desaf¨ªos que enfrentar¨¢ Barcelona, en v¨ªsperas del verano, por palomas, ratas y cucarachas. Me llam¨® la atenci¨®n porque justamente, el a?o pasado, hab¨ªa le¨ªdo otra que reportaba que durante el verano solo en Catalu?a se dio un incremento del 30% en las solicitudes del servicio de atenci¨®n de plagas, en Buenos Aires de 50% y en Francia, en general, entre 2021 y 2022, de 35%.
Ratas, cucarachas, chinches, garrapatas, ara?as, palomas, mosquitos y hasta escorpiones hacen parte de los animales que est¨¢n poniendo en riesgo la salud p¨²blica de diversas ciudades en diferentes partes del mundo.
Una plaga para reproducirse necesita de alimento, agua, temperaturas propicias y refugio seguro. Y justamente eso es lo que ofrecen las ciudades. Seg¨²n el Instituto Colegiado de Salud Ambiental de Inglaterra la urbanizaci¨®n, la mala disposici¨®n de basuras y las altas temperaturas ocasionadas por el cambio clim¨¢tico son algunas de las principales causas para el aumento del n¨²mero de estos animales. Adem¨¢s, a esto hay que agregar su resistencia a los qu¨ªmicos que se usan para controlarlos; al pobre civismo que ha llevado a que las personas olviden sus responsabilidades como parte de una comunidad; y a la falta de acci¨®n de control de las autoridades como las principales causas para su propagaci¨®n.
Tal vez por falta de presupuesto o por falta de inter¨¦s; quiz¨¢s por falta de conocimiento o de capacidad. Lo cierto es que los gobiernos no est¨¢n estudiando adecuadamente el avance de las plagas urbanas. Tampoco monitorean y act¨²an de manera preventiva y proactiva. Al contrario, solo cuando la crisis explota es que toman cartas en el asunto, pero es tarde. Por ejemplo, no es claro qu¨¦ tanto se ha avanzado a pesar de que en 2008 la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) indic¨® que era necesario que los gobiernos contaran con equipos de salud p¨²blica preparados para el manejo de plagas y enfermedades asociadas que fomentaran programas de prevenci¨®n y pedagog¨ªa; y que trabajaran articuladamente con la ciudadan¨ªa como corresponsables de la situaci¨®n y de la soluci¨®n. Lo cierto es que Nueva York le ha tenido que declarar la guerra a las ratas, Par¨ªs a los chinches y Barcelona a las palomas.
Las ciudades enfrentan, adem¨¢s, otro tipo de plagas que ponen en riesgo la base de la sociedad: vivir en comunidad.
El ruido fuerte y constante se ha convertido en una gran amenaza. El tr¨¢fico, las construcciones, las zonas industriales y la rumba, entre otras, se han tomado sectores enteros de ciudades de diversos tama?os. Seg¨²n un estudio de Naciones Unidas, el ruido provoca 12.000 muertes prematuras al a?o solo en Europa y afecta a uno de cada cinco de sus ciudadanos. Por este lado las cosas no son diferentes. Buenos Aires, Sao Paulo y Bogot¨¢ viven la misma situaci¨®n. Poca atenci¨®n se le pone a los perjuicios que a la salud y el bienestar de las personas produce y que se traduce en alteraciones del sue?o, enfermedades card¨ªacas o en el incremento de problemas de salud mental.
El turismo es otra gran amenaza. A?o a a?o, millones de personas se desplazan por diferentes ciudades como Venecia, ?msterdam, Cartagena o Ciudad de M¨¦xico, generando efectos urbanos negativos sobre el espacio y sobre sus habitantes. Aunque muchos de ellos se intentan disimular con el dinero y el dinamismo econ¨®mico que genera la afluencia de turistas, es evidente que se ha salido de control deteriorando la calidad de vida de las personas que all¨ª viven. Incluso, en muchos casos han terminado expuls¨¢ndolos de sus viviendas o, como en Medell¨ªn, el precio de los arriendos ha llegado a niveles estratosf¨¦ricos. Esta situaci¨®n tambi¨¦n ha sobrepasado las capacidades de respuesta de las administraciones p¨²blicas y del mismo espacio por la demanda de servicios. Los trancones y la invasi¨®n del espacio p¨²blico son ejemplos de esto. Al mismo tiempo, ha vaciado el esp¨ªritu de esos lugares.
Pero tal vez la plaga que m¨¢s da?o le hace a la ciudad es la p¨¦rdida acelerada del civismo, esos c¨®digos expl¨ªcitos y t¨¢citos que, seg¨²n Ben Wilson en su libro Metr¨®polis, rigen las interacciones cotidianas entre las personas y que impiden que el hormiguero humano degenere en violencia. Desafortunadamente el individualismo ha ganado terreno frente a lo com¨²n creando un terreno f¨¦rtil para la apat¨ªa, el irrespeto, la desconfianza, el ego¨ªsmo y la insolidaridad. Las ciudades se han convertido en m¨¢quinas de producci¨®n, de consumo, de espect¨¢culo, pero han dejado de lado su esencia como escenario para la construcci¨®n de comunidad.
Sin civismo dif¨ªcilmente se podr¨¢n solucionar los enormes desaf¨ªos que tienen las ciudades. No hay recursos econ¨®micos, poder pol¨ªtico, ubicaci¨®n geogr¨¢fica o pasado que lo sustituya. En buena medida las plagas a las que he hecho alusi¨®n se alimentan, en primer¨ªsimo lugar, del desprecio que muchas personas sienten por sus responsabilidades ellos mismos, con los vecinos y con la comunidad.
A todo esto, se le suma el abandono c¨ªvico de las clases dirigentes y de los gobiernos porque han dejado de ser referente y gu¨ªa para la sociedad. Su poder alimenta el individualismo y la apat¨ªa. Son ellos quienes rompen las reglas con total impunidad y descaro. Desafortunadamente han renunciado a liderar el proceso de transformaci¨®n cultural profundo que requieren nuestras ciudades. Por eso, hoy estamos m¨¢s expuestos y vulnerables a las plagas y a los conflictos cotidianos que en otros momentos de nuestra historia.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y aqu¨ª al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.