Elogio a la curiosidad
La curiosidad exige poder vivir con el miedo de retar lo aceptado como natural: ?Qu¨¦ tal si¡? Que tal si nos conectamos con ese esp¨ªritu de ni?o en el que un por qu¨¦ lo cuestiona todo
Somos seres reflexivos y exploradores, desde peque?os nos sacude la fuerza estruendosa de un ?por qu¨¦? y la pregunta por el ?c¨®mo funciona? Si tuvimos suerte pudimos desbaratar uno o varios juguetes antes de ser descubiertos, nos confrontamos ante la magia de la f¨ªsica del universo y sobrevivimos a la mirada inquisidora de un adulto cuando cuestionamos las razones de una instrucci¨®n. En todos los casos nos permitimos habitar en el interrogante, en la duda y la indagaci¨®n, tratando de entender.
A prop¨®sito del D¨ªa Internacional de las Universidades de los Ni?os, que promueven la apropiaci¨®n social del conocimiento, y del D¨ªa de los Ni?os, que celebramos en abril, invito a meditar sobre c¨®mo conservar esa capacidad que nos devela el misterio del mundo y sobre c¨®mo cultivar la curiosidad y aprender a hacer preguntas para descubrir lo que ignoramos. C¨®mo seguir siendo ni?os, exploradores, ¨¢vidos e inquietos.
En tiempos donde se privilegian las afirmaciones y respuestas, y existe un af¨¢n por demostrar cu¨¢nto se sabe, de reafirmarnos en qui¨¦nes somos y en lo que sabemos, se ha debilitado el valor de la pregunta. Cuando somos estudiantes queremos que nuestro maestro o maestra sea un despliegue de respuestas, que nos ofrezca la soluci¨®n, que no dude, que nos haga una demostraci¨®n amplia de sus conocimientos. No nos sirve un ¡°no s¨¦¡±, tampoco que nos devuelva la pregunta con otra para que el aprendizaje sea un ejercicio de indagaci¨®n compartido. Olvidamos, al hacernos adultos, que la verdad, m¨¢s que una realidad intacta, es una b¨²squeda y creemos que se puede llegar a tener una respuesta definitiva. En ese mundo de verdades se liquida el espacio para la duda y la reflexi¨®n. Y donde no hay duda, no se desarrolla el espacio para la pregunta. Para qu¨¦ preguntar lo que ya se sabe, si solo se pregunta lo que se desconoce.
Para la filosof¨ªa, la cuesti¨®n que ha desencadenado la curiosidad de la humanidad ha sido el ?qu¨¦ s¨¦? ?Somos capaces de saber verdaderamente algo? La historia nos demuestra que hemos sido capaces de tener ciertas verdades por alg¨²n tiempo, hasta que un curioso las desaf¨ªa: La tierra plana, los l¨ªmites del universo y el tiempo, el origen de todo¡ Han sido creencias, como tantas otras, que se instalan en la mente humana hasta que la duda, la indagaci¨®n, las rompe. Entonces el ¨¢nimo experimental desata la fuerza de la pregunta, de la hip¨®tesis a resolver, hasta encontrar una nueva raz¨®n. Detr¨¢s de ese ejercicio de discernimiento habita el asombro, una necesidad de estar ¡°bajo la sombra¡±, de habitar el misterio que ofrece sorpresa, y la pregunta siempre va tras la sombra, la b¨²squeda. Solo quien est¨¢ dispuesto a probar algo, a estar en incertidumbre, puede desatar una mente curiosa.
Entonces ?por qu¨¦ es tan importante hoy en d¨ªa defender la causa del curioso?, porque esa es la causa del creador y del innovador, del que quiere ir m¨¢s lejos, del que no asume verdades sin cuestionarlas; de quien alimenta su coraz¨®n de ni?o. La curiosidad ha sido la capacidad que nos ha generado progreso a trav¨¦s del desarrollo de la ciencia, pero tambi¨¦n ha sido un pilar necesario para vivir en comunidad. Cuando S¨®crates invitaba a la vida examinada y usaba la may¨¦utica -aprender a trav¨¦s de la pregunta- como aproximaci¨®n para debatir y reflexionar, lo que hac¨ªa era acudir al deseo de saber, que es en ¨²ltimas la curiosidad. De esta manera reflexionamos tambi¨¦n sobre la sociedad y las creencias que nos limitan, lo que nos saca del oscurantismo. Recordemos que por mucho tiempo quemamos ¡®brujas¡¯.
La curiosidad exige poder vivir con el miedo de retar lo aceptado como natural: ?Qu¨¦ tal si¡? Es la pregunta detr¨¢s de la duda y la curiosidad. Qu¨¦ tal si se puede hacer diferente, si no es cierto eso que tanto creemos, si lo que hacemos es incorrecto... Por eso la curiosidad es inc¨®moda, desafiante.
Cuando buscamos, por ejemplo, la palabra curiosear en el diccionario, su significado respira un halo de impertinencia. El mundo ha castigado al curioso con un ¡°no preguntes m¨¢s y hazlo¡±; y ha premiado al que obedece sin cuestionar. Gracias a su ignorancia, se han materializado actos innombrables para la humanidad.
Tal vez es el momento de abrazar a la curiosidad con m¨¢s fuerza que nunca, porque el saber preguntar, el imaginar m¨¢s all¨¢ ante el deseo de saber, son fuerzas que nos humanizan. Nos permiten abrirnos a un futuro sin fanatismo, sin polarizaci¨®n, a un futuro lleno de oportunidades a¨²n por reconocer; y conectarnos con ese esp¨ªritu de ni?o en el que un por qu¨¦ lo cuestiona todo.
@eskole
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