La sociedad del ruido y la confusi¨®n
Empezando por el presidente, pasando por l¨ªderes de distintos sectores, por medios de comunicaci¨®n y expertos que no se toman el tiempo de entender los debates, todos contribuyen a la confusi¨®n. Lo importante no es digerir, sino hacer olas: que hablen bien o mal, pero que hablen
Cuesta entender al presidente Gustavo Petro. Por lo que dice, que luego dice que no dijo, por muchas decisiones que toma y porque en su discurso habla de acuerdos nacionales y pol¨ªtica del amor, mientras en el d¨ªa a d¨ªa contribuye a difundir la rabia y promover la confusi¨®n. No es el ¨²nico que lo hace y ese es un problema may¨²sculo en un pa¨ªs de muchos problemas: los liderazgos han perdido asertividad y hoy cuesta seguir la pista real de los asuntos p¨²blicos en medio de debates superfluos.
Con muy contadas excepciones, contribuyen a la confusi¨®n que hoy vivimos muchos l¨ªderes de distintos sectores. Unos porque apuestan a defender al Gobierno y pasan por alto sus errores y los delitos de algunos funcionarios, otros porque quieren decir que Colombia est¨¢ peor que nunca, cuando este ha sido siempre un pa¨ªs que sobrevive en el l¨ªmite de todo. Corrupci¨®n, guerra, muerte, ineficiencia, fracaso del Estado, inequidad. Todo eso es parte de la historia, como lo es tambi¨¦n la b¨²squeda de alivios, las mejoras, los logros, los peque?os o grandes triunfos sobre los siempre infinitos problemas. El ruido, sin embargo, no permite entender la historia, ni el contexto, ni el presente, ni el de d¨®nde venimos ni para d¨®nde vamos.
Al ruido contribuyen algunos de los que se proclaman ¡°expertos¡± en cuanto tema se pone sobre la mesa. Lanzan teor¨ªas que quieren convertir en verdades a punta de adjetivos. Con frecuencia los expertos de verdad se toman tiempo para digerir y entender los debates, las propuestas y las ideas para poder opinar. Hay que dudar de quienes est¨¢n prestos a sentar c¨¢tedra sobre todo.
Para aumentar la confusi¨®n, y contrario a lo que es su tarea fundamental que es contarnos lo que pasa apegados al m¨¢ximo a los hechos y su contexto, algunos medios de comunicaci¨®n tambi¨¦n han decidido ir m¨¢s all¨¢ de su tarea para convertirse en ¡°actores del conflicto¡± pol¨ªtico. Todos, el presidente, los opositores, los opinadores que alimentan batallas verbales, argumentan de una u otra manera que hacen lo que hacen por salvar o defender al pa¨ªs, al pueblo o a la patria (elija la palabra que le vaya mejor).
Mientras reina la confusi¨®n, hay una sociedad que intenta salir adelante en medio de dificultades y retos cotidianos. Es la gente que paga los platos rotos que se lanzan los dirigentes en cuentas de redes sociales y en medios ¨¢vidos de debates calientes. Generar ruido, hacer olas, que hablen bien o mal pero que hablen. La confusi¨®n impide entender con claridad de qu¨¦ van en realidad los grandes retos del pa¨ªs y cu¨¢les son las propuestas para avanzar. Es la sociedad del ruido, de la confusi¨®n y el reinado de la percepci¨®n que no siempre refleja lo que pasa.
Con datos reales, ficticios, manipulados, sacados de contexto o creados por Inteligencia Artificial, esa confusi¨®n genera hechos pol¨ªticos que impactan la vida real de la gente que se afecta porque resulta casi imposible resolver problemas. Tal parece que no es negocio para los l¨ªderes alcanzar acuerdos m¨ªnimos en la diferencia. Al final de cuentas todas las guerras, las armadas y las pol¨ªticas, las verbales y las emocionales, todas son rentables para alguien. El famoso CVY, ¡°C¨®mo Voy Yo¡±, de la contrataci¨®n corrupta se ha convertido en una filosof¨ªa de vida incrustada en el quehacer de muchos. No es solamente la pr¨¢ctica habitual y extendida de cobrar coimas en los contratos p¨²blicos, es intentar sacar provecho a cada paso y a costa de lo que sea. ?C¨®mo me beneficio de la confusi¨®n y el ruido? Eso es lo que cuenta.
Tanto ruido y tanta confusi¨®n golpean lo m¨¢s valioso que tiene una sociedad para existir: la confianza. Si el rumor constante es que ¡°Algo muy grave va a suceder en este pueblo¡±, como en el c¨¦lebre cuento narrado por Gabo[1], finalmente en este pueblo algo termina pasando. Hoy se duda del Gobierno, del Congreso, de los bancos, de la empresa privada, de los sindicatos, de los partidos pol¨ªticos, de los medios de comunicaci¨®n, de los organismos de control, de las instituciones todas en mayor o menor grado. En muchos casos hay motivos para dudar, pero siempre conviene diferenciar entre las personas que pasan por los cargos y lo que significan las instituciones mismas que sostienen el andamiaje en el que todos vivimos. Alimentar la desconfianza de manera constante mina la econom¨ªa, paraliza procesos sociales, impacta social y emocionalmente y afecta la toma de decisiones. Nadie gana, aunque se crea lo contrario.
La confusi¨®n y el ruido que nos rodean diariamente minan esa confianza que necesitamos en los otros para poder avanzar. Esa desaz¨®n es terreno abonado para el miedo, el odio, la violencia y para la b¨²squeda de alg¨²n mes¨ªas que prometa soluciones f¨¢ciles y absolutas que no son reales. En tiempos de confusi¨®n y ruido hay que buscar el poder de la raz¨®n y la sencillez en las palabras.
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