Fecode, Asofondos, Congreso y democracia
El reto en el tr¨¢mite de las leyes es c¨®mo lograr que todos los que puedan verse afectados por sus decisiones puedan manifestar sus preguntas y plantear sus ideas para incidir en las decisiones
Dos de los muchos debates que quedaron planteados en la legislatura que termin¨® tienen que ver con la presi¨®n de Fecode, el sindicato de maestros, para hundir la reforma educativa y con la participaci¨®n de Asofondos en la elaboraci¨®n de un art¨ªculo de la reforma pensional. No creo que sea motivo de esc¨¢ndalo que sectores econ¨®micos o sociales quieran intervenir en los procesos de reforma que los afectan. El debate que debemos abrir es c¨®mo se hace para que esa participaci¨®n sea transparente, de cara al pa¨ªs y tratando de generar espacios para que todos los afectados con los proyectos que cursan puedan manifestarse.
El Congreso no se manda solo. En una democracia representativa, quienes llegan a tener una curul representan a las personas que los eligieron, a una regi¨®n, a un sector pol¨ªtico o social. En el Congreso est¨¢ la diversidad del pa¨ªs y por eso es el escenario ideal y natural para el debate democr¨¢tico. Es sano y necesario que los congresistas escuchen las ideas y propuestas de quienes pueden verse afectados por decisiones que se toman en las leyes que se tramitan. No es un delito que voceros o representantes de gremios, sectores sociales o acad¨¦micos se re¨²nan con congresistas, pongan a consideraci¨®n sus propuestas o que protesten si sienten que sus derechos ser¨¢n vulnerados. Para los congresistas incluso deber¨ªa ser una obligaci¨®n escuchar a todos y hacerlo de frente, sin agendas ocultas, porque el problema es precisamente que se generen suspicacias por la manera c¨®mo se hacen los acuerdos.
Tampoco es una presi¨®n ¡°indebida¡± al Congreso, como calificaron algunos, una protesta de un sector social mientras se tramita una ley. Por inc¨®moda que resulte para los dem¨¢s una manifestaci¨®n, siempre que sea pac¨ªfica, es parte sustancial de la democracia. Que los ciudadanos puedan exigir al Congreso o al Gobierno que escuche sus demandas y solicitudes es parte del juego. Cuesta entender que sectores que se dicen democr¨¢ticos rechacen las expresiones propias y naturales de una democracia que se alimenta de las diferencias.
El reto de fondo en el tr¨¢mite de las leyes en el Congreso es c¨®mo lograr que todos los que puedan verse afectados por sus decisiones tengan la misma oportunidad de manifestar sus preguntas y plantear sus ideas para incidir en las decisiones. Si solamente los que pagan costosas empresas de lobby pueden llevar sus propuestas, siempre estaremos ante debates con los dados cargados. En el tr¨¢mite de la reforma pensional era apenas obvio que los fondos privados intervinieran, est¨¢n en su derecho, y tambi¨¦n los trabajadores, que son los que cotizan y tienen expectativa de lograr una pensi¨®n. All¨ª cuenta tambi¨¦n la voz de los pensionados que pueden dar testimonios de las ventajas y los errores del modelo actual. Los desempleados, los peque?os emprendedores, los expertos reales que llevan a?os estudiando los modelos en el mundo, todos ellos tienen algo que decir en el tema.
De la misma manera, en la reforma educativa Fecode tiene mucho por aportar, como las universidades, las asociaciones de estudiantes, los padres de familia, los acad¨¦micos, los colegios privados. Cada sector es una multiplicidad de microsectores y de intereses. Es leg¨ªtimo que cada quien busque medidas que los favorezcan. Los gremios y las asociaciones sociales tienen en su raz¨®n de ser, en su naturaleza, la protecci¨®n de los intereses de sus miembros.
Si esos debates se hacen con transparencia puede ser m¨¢s f¨¢cil llegar a acuerdos sobre lo que m¨¢s convenga a todo el pa¨ªs. Cada quien va a tirar la cuerda para su lado. Es natural. No hay que temerle al disenso. Nadie quiere perder beneficios ni gabelas. El papel del Congreso es tramitar los intereses cruzados de todos y buscar reformas que convengan a la mayor¨ªa y que sean viables con los recursos que se tienen. Eso deber¨ªa pasar en una democracia ideal que no existe, pero a la que debemos aspirar. Una reforma que apunte en el sentido correcto no va a generar aplausos un¨¢nimes porque todo cambio afecta a unos y beneficia a otros. Alguien pierde, alguien gana. Lo importante es que el Congreso intente apuntar al mayor beneficio colectivo posible.
Lo inaceptable es que haya triqui?uelas en el proceso, que se usen prebendas para inclinar el voto de los congresistas o mermelada para aprobar reformas. Eso es lo que afecta la democracia y no las protestas de un sector o las propuestas de art¨ªculos de otro. Los intereses existen, pretender no verlos es ingenuo. Querer demonizarlos, cuando son legales y leg¨ªtimos, no ayuda al proceso democr¨¢tico. Es conveniente, por el bien de todos, que esos intereses se hagan muy visibles y que los congresistas digan de frente a quienes atienden en su labor y que las propuestas de los distintos involucrados se pongan sobre la mesa. Eso es democracia.
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