Canal¨®n de Timbiqu¨ª, 25 a?os de resiliencia al ritmo del Pac¨ªfico colombiano
La agrupaci¨®n afrocolombiana, que naci¨® en una escuela del peque?o municipio caucano, ha preservado el legado cultural a trav¨¦s de cuatro generaciones
Unas mujeres buscan la luz sutil de las l¨¢mparas mientras se maquillan frente al espejo. Otras sacuden las faldas para disimular los pliegues de la tela. Los hombres pulen sus camisas con una plancha de vapor. El ritual comienza desde que se alistan para la presentaci¨®n, en una sincron¨ªa comparable con su m¨²sica. El escenario, a pocos metros del camerino, pronto estar¨¢ envuelto en el repicar de la marimba, el retumbar de bombos y cununos, y el sonido parecido al de una noche de lluvia que emerge del guas¨¢, todos instrumentos fabricados con madera, guadua y otros elementos que brotan de la naturaleza en el sur de la costa Pac¨ªfica de Colombia. Canal¨®n de Timbiqu¨ª ha unido las voces y el talento de las ¨²ltimas cuatro generaciones para conservar la identidad musical de esa regi¨®n del pa¨ªs y hacer que trascienda sus r¨ªos y selvas.
Es la tarde del s¨¢bado en la que estar¨¢n en la tercera edici¨®n del Festival Cordillera de Bogot¨¢. La profe Licha, como nombran cari?osamente a la maestra Elizabeth Sinisterra (70 a?os), luce un vestido blanco con encajes dorados, sombrero ancho y unos aretes redondos que le iluminan el rostro. Sube a la tarima con delicadeza, junto a otros diez integrantes del grupo que fund¨® cuando ense?aba espa?ol y literatura en una escuela de Timbiqu¨ª, un peque?o municipio de la selv¨¢tica costa del departamento del Cauca, donde los pobladores se transportan en motocarros, canoas o lanchas.
Hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, la profe Licha encontr¨® en las tradiciones del pueblo la manera de transmitir conocimientos a sus alumnos, mantener vivas las costumbres de su pueblo afrodescendiente y despertar su curiosidad sin limitarse a r¨ªgidos planes de estudios. Les asignaba como tarea la composici¨®n de d¨¦cimas o coplas como las que se interpretan en los arrullos, los encuentros propios de esa zona del Pac¨ªfico en los que se entonan cantos ancestrales para celebrar los nacimientos. En municipios como Timbiqu¨ª, tambi¨¦n cantan alabaos para despedir a los muertos.
¡°Todo esto se met¨ªa a las aulas de clase y yo les dec¨ªa a mis estudiantes: ¡°me hacen el favor y se organizan en grupos y cada uno monta una danza¡±, recuerda la maestra Elizabeth, como recreando la escena en el antiguo sal¨®n de clases. ¡°Profe, ?c¨®mo?¡±, le preguntaban con sobresalto. ¡°Toman un acontecimiento que haya sucedido en la comunidad, lo cuentan y as¨ª van organizando la letra. La m¨²sica se la ponen basada en currulao o arrullo. De esos ritmos no se pueden salir¡±, les explicaba en el colegio mixto Julio Arboleda, hoy denominada instituci¨®n educativa Justiniano Ocor¨®, un cambio de nombre significativo, de un antiguo minero y pol¨ªtico blanco a un l¨ªder afro. Fue all¨ª donde surgieron las primeras composiciones.
Cuando la Alcald¨ªa municipal recib¨ªa invitaciones a festivales, se las remit¨ªan a la profesora Licha para que se encargara de conformar la delegaci¨®n que los representar¨ªa. La maestra se paseaba por los corregimientos en busca de cantoras tradicionales, en compa?¨ªa de Oliva Bonilla, empleada del colegio y amiga entra?able, una hermana con quien compart¨ªa la determinaci¨®n de preservar la cultura local.
La profesora bailaba con sus estudiantes las melod¨ªas que interpretaban las otras mujeres. J¨®venes y mayores se juntaban en torno a las canciones. ¡°Los mismos muchachos, en compa?¨ªa de los viejos bail¨¢bamos la danza del trapiche. O la de la pesca del camar¨®n. Yo bailaba el currulao, entraba un parejo, luego sal¨ªa ese, entraba otro. Qu¨¦ cosa tan hermosa que hac¨ªamos¡±, recuerda la profe Licha. Habla largo y tendido, como queriendo ignorar el tiempo para sumergirse en los detalles de la historia. ¡°Hay mucho que contar¡±, justifica mientras la espera el bus que los llevar¨¢ desde un hotel al parque Sim¨®n Bol¨ªvar de Bogot¨¢, donde se lleva a cabo el Cordillera.
La primera vez que salieron en representaci¨®n del municipio, hoy con cerca de 28.000 habitantes, lo hicieron para participar en el Festival Folcl¨®rico de Buenaventura (Valle del Cauca), el principal puerto de Colombia en el Pac¨ªfico. Luego, asistieron a las primeras ediciones de Expoartesan¨ªas, una feria artesanal que promueve oficios tradicionales en Bogot¨¢ desde comienzos de los a?os noventa, antes de que se creara el Ministerio de Cultura.
Cuando empezaron a viajar para exponer las tradiciones del Pac¨ªfico, Oliva Bonilla dejaba a sus dos hijas, Yuli Magali Castro, de tres a?os, y Nidia G¨®ngora, de pocos meses de nacida, al cuidado de los abuelos. Cuando las ni?as crecieron, fueron alumnas de la profe Licha en la misma escuela donde trabajaba su madre, recordada como una ¡°mam¨¢ alcahueta¡±, de sonrisa contagiosa, que llevaba a las hijas agarradas de la falda a los arrullos. ¡°Nos sent¨¢bamos a revisar libros y donde ve¨ªamos un cuento, ah¨ª cre¨¢bamos las canciones¡±, rememora Castro. ¡°Est¨¢bamos peque?as para ir al monte a cortar la guadua, pero se nos ocurr¨ªa coger un tarro, echarle piedras y hacerles huequitos para que sonara como el guas¨¢¡±, agrega.
La profe Licha se fue de Timbiqu¨ª cuando sus padres murieron. Ni las canciones, ni las danzas ayudaron a los estudiantes a llenar el vac¨ªo que dej¨® entonces. Siendo adolescentes, las hermanas Nidia y Yuli Magali buscaron a la maestra para darle continuidad a lo que hab¨ªa iniciado en las aulas de clases. ¡°Yo les digo ¡°?claro!¡±. Y como ten¨ªa en mi ser todo el contexto de lo que era la cultura de Timbiqu¨ª y ya estaba el festival Petronio ?lvarez, propuse llevar el grupo¡±, cuenta la maestra. En el a?o 2002, con el nombre de Socav¨®n, obtuvieron el premio en el festival afro m¨¢s importante de Am¨¦rica Latina a mejor conjunto de marimba, mejor canci¨®n in¨¦dita con Zapateando y coqueteando y mejor int¨¦rprete vocal con Qu¨ªtate de mi escalera, en la voz de G¨®ngora.
El nombre de la agrupaci¨®n cambi¨® a Canal¨®n de Timbiqu¨ª ¡ªcanal¨®n es el utensilio que separa el oro del barro en la miner¨ªa ancestral en esa zona del pa¨ªs¡ª. Pero su mayor riqueza era cultural: en el a?o 2008 consiguieron el reconocimiento como mejor agrupaci¨®n de marimba en el Petronio ?lvarez. ¡°Lo que hoy en d¨ªa tiene Canal¨®n no es gratuito. Ha sido fruto de mucho esfuerzo, muchos a?os¡±, enfatiza Yuli Magali. Antes, organizaban rifas y ollas comunitarias para recoger fondos. ¡°?bamos a un concierto y no hab¨ªa pago. Lo hac¨ªamos por dar a conocer el grupo¡±, a?ade Policarpa Angulo, otra integrante del coro. Ahora complementan la m¨²sica con otras actividades o profesiones.
El Petronio ?lvarez les abri¨® puertas. En los ¨²ltimos 20 a?os han grabado cuatro ¨¢lbumes: D¨¦jame sub¨ª (2004), Una sola raza (2011), Arrullando (2016) y De mar y r¨ªo (2019). En 2019 recibieron la nominaci¨®n a los premios Grammy Latino como Mejor ?lbum Folcl¨®rico. Hoy representan al Pac¨ªfico en teatros, ferias y fiestas de diferentes lugares de Colombia y festivales musicales como el Est¨¦reo Picnic, que re¨²ne cada a?o a m¨¢s de 150.000 asistentes en Bogot¨¢. Adem¨¢s, han realizado giras por Europa, M¨¦xico y Estados Unidos. En sus canciones narran vivencias, les cantan a los r¨ªos, a los amores, a sus luchas, a las mujeres y a la dignidad. ¡°Lo importante de toda esta historia es que, por medio de cada letra, siempre le estamos mostrando al mundo qui¨¦nes somos¡±, destaca Yuli Magali, cantora de 47 a?os. La voz de la ni?a estudiante ahora es la de una mujer madura.
Canal¨®n de Timbiqu¨ª es hoy el resultado del relevo generacional. ¡°Canal¨®n es amor, identidad, tradici¨®n pura de un municipio que ha conservado sus valores. Somos un medio para seguir sembrando en las futuras generaciones todo lo que recibimos de nuestros viejos¡±, comenta la profe Licha. As¨ª lo entienden los m¨¢s j¨®venes. ¡°Somos una familia unida, hay proceso y dedicaci¨®n. Representamos la lucha de reivindicaci¨®n de nuestros ancestros. Es algo que debemos continuar¡±, comenta Cristian Camilo Bonilla, de 27 a?os, el marimbero del grupo. ¡°La marimba significa todo. Es alegr¨ªa y agradecimiento a esos maestros que cuando est¨¢bamos aprendiendo nos dec¨ªan: ¡®mijo, no es por aqu¨ª, es por all¨¢¡±, remarca. Estudi¨® Contabilidad, pero lo suyo es el instrumento que, cuentan, antes era satanizado. ¡°Nuestros viejos ten¨ªan que ocultarse en la selva durante semanas para construir las marimbas y aprenderlas a tocar. A las mujeres no nos permit¨ªan tocar porque era muy dif¨ªcil que una mujer se internara en la selva¡±, narra Nidia, de 44 a?os, la voz l¨ªder del grupo.
En el escenario, evocan la fuerza del Pac¨ªfico. La voz de las mujeres, la marimba, los bombos y los cununos que hacen sonar los hombres, y el baile de la corporaci¨®n Bambuco Viejo se entretejen. El ritmo les fluye como si viajaran a la selva donde se internaban sus abuelos para fabricar los instrumentos que ahora ellos tocan en una expresi¨®n de libertad. El m¨¢s t¨ªmido de los asistentes se entrega al comp¨¢s de la m¨²sica.
¡°Tengo una pena, tengo una pena
Elo¨ªsa no me quiere m¨¢s
Tengo una pena, tengo una pena
Elo¨ªsa no me quiere m¨¢s¡±¡
Nicol Bonilla, con 21 a?os, interpreta Qu¨¦ pena, una de las canciones m¨¢s populares de Canal¨®n. El p¨²blico saca pa?uelos blancos para sacudirlos con los sonidos que los transportan a las ra¨ªces del Pac¨ªfico colombiano. ¡°Canal¨®n de Timbiqu¨ª es mi vida. Me siento realizada. S¨¦ que si me voy, el legado contin¨²a¡±, celebra la profe Licha. Nicol, la m¨¢s joven del grupo, hab¨ªa anticipado instantes previos al show: ¡°?Vamos a darla toda!¡±. Quiz¨¢ no solo ve su semblante, sino el de sus ancestros cuando se alista frente al espejo.
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