Egidio, la nota al Cuadrado que necesitaba el vallenato
Siempre generoso y buen tipo, este m¨²sico de la Guajira le apost¨® al proyecto de Carlos Vives para que el vallenato, a pesar de estar compuesto por cuatro aires, buscara uno nuevo
Hay d¨ªas en que no me siento en capacidad de escuchar vallenato: para m¨ª, el g¨¦nero est¨¢ sustentado en un trabajo enorme de memoria antes de convertirse en m¨²sica. Y hay canciones que me llevan a momentos, recuerdos y sentimientos que a veces simplemente no quiero volver a sentir, ni mucho menos volver a vivir. Con el vallenato recuerdo a mis familiares que ya no est¨¢n, a los amigos que hacen su vida lejos, a esa vida que va pasando y pasando hasta que llegue el llamado de la eternidad.
Los juglares ¡ªaquellos h¨¦roes de carne y hueso que llevaban las razones, la vida misma, a lomo de mula por esos caminos polvorientos¡ª acud¨ªan a la remembranza para llevar esos recados de un punto a otro. Sabemos que la muerte es inevitable. El estar tan aferrados a la existencia misma no nos hace conscientes que este paso por tierra firme es ef¨ªmero, y debemos hacer lo posible por hacerlo amable, feliz y tratar de dejar una huella. Esa huella que dejaron los juglares. La huella que marcaron precursores como Chico Bola?o, Moralito, Emilianito. La que dio a conocer Jorge O?ate, Diomedes, Los Zuleta. Y la que luch¨®, defendi¨® y cultiv¨® Egidio Cuadrado.
Cuando el vallenato demandaba ya otro sonido, lleg¨® en los a?os noventa una revoluci¨®n encabezada por Carlos Vives y su disco Cl¨¢sicos de La Provincia. El primer gran paso fue la inclusi¨®n de la gaita. El homenaje a nuestro instrumento musical por antonomasia fue uno de los grandes aciertos. Pero, el mejor, fue sin duda Egidio Cuadrado. Hijo de Villanueva, Guajira, fue Rey Aficionado del Festival de la Leyenda Vallenata en 1973, y Rey Profesional del mismo festival en 1985. Siempre generoso, bondadoso y buen tipo, Cuadrado le apost¨® al proyecto de Vives para que el vallenato, a pesar de estar compuesto por cuatro aires, buscara uno nuevo, m¨¢s fresco, sin perder su esencia, y que, a partir de esa piedra angular, se tomara el mundo.
Con un sonido moderno, con un acorde¨®n perfectamente ejecutado, Egidio fue la esencia de La Provincia. Hicieron un homenaje tan impecable a los grandes cl¨¢sicos que muchos cre¨ªamos que Matilde Lina, La gota fr¨ªa o Pedazo de Acorde¨®n eran temas originales de ellos.
Su sombrero ¡®vueltiao¡¯ y una mochila inconfundible fueron el sello de Egidio. Orgulloso de su m¨²sica, cre¨® su propia juglar¨ªa, y aunque no andaba en los caminos de herradura como sus antecesores, su acorde¨®n lo llev¨® por el mundo, siendo ese el basti¨®n que necesitaba el vallenato para internacionalizarse.
Egidio, tal vez, sufri¨® los ataques de aquellos ac¨¦rrimos cr¨ªticos del vallenato. Sin embargo, ¨¦l sigui¨® adelante. Sab¨ªa que esa era su huella, su legado. Estaba destinado a ser la cara del vallenato frente al desaf¨ªo de convertirlo en un fen¨®meno mundial, sonriendo bajo su sombrero, sin olvidar su Villanueva natal.
En ¨¦pocas en que las parejas vallenatas no importan, Egidio y Carlos dieron una muestra de fidelidad, de creatividad y de diversidad. Eran fuertes, eran uno solo. Egidio siempre fue el polo a tierra vallenato que necesitaba Vives, y Vives fue la pareja perfecta para Egidio. Finaliz¨® como un matrimonio, hasta que la muerte los separ¨®.
Por eso no quer¨ªa escuchar sus notas, maestro. Cuando me enter¨¦ de su muerte, solo maldec¨ªa. ?Cu¨¢ntas muertes debemos soportar en un a?o para entender que la vida es ese ratico? ?Por qu¨¦ se posa esa sensaci¨®n de que este a?o el vallenato aumenta su agon¨ªa con su partida, la de Omar Geles y la de Luis Egurrola?
?Est¨¢ tan enfadado el diablo por ese duelo que perdi¨® con Francisco El Hombre, que solo nos queda el desconsuelo de saber que tiene a la muerte de su lado?
No lo s¨¦, pero de algo estoy seguro: si la m¨¢s negra de las almas lo llega a escuchar, y sobre todo a sentir, seguramente se conmover¨¢, y decretar¨¢ m¨¢s vida para un vallenato que lo necesita de manera urgente.
Espero que sus notas sean eternas, que muchos se acerquen a su historia y reciba todos los honores posibles, como un hombre de su grandeza lo merece. Le damos gracias por ser abanderado de una m¨²sica que amamos y sentimos. La sentimos tanto que ahora la parranda ser¨¢ triste, pero con el pasar de los d¨ªas, y como suele suceder con el vallenato, lo recordaremos con alegr¨ªa, con volumen a todo taco, y con la certeza de saber que usted lo dej¨® todo por el folclore que m¨¢s identifica al pa¨ªs.
Gracias por responderme aquel chat, maestro. Hago este homenaje con el dolor de saber que no logramos hacer esa entrevista. No nos conocimos en persona, pero esa corta y a su vez entusiasta respuesta me hizo sentir afortunado. Por eso despido estas l¨ªneas con esa frase que me escribi¨® entonces:
¡°Hola compadre Gustavo. Con mucho gusto quedamos pendientes¡±.
Y as¨ª es maestro, quedamos pendientes.
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