¡°Gratias agere¡±: el acto de agradecer

La vida es ofrenda, un infinito de posibilidades que se manifiesta mediante sencillas acciones. Al vivir, nos entregamos a lo que hacemos, a quienes amamos, a nuestra relaci¨®n con el entorno y a la pregunta fundamental sobre qui¨¦nes somos. En este camino de b¨²squeda de sentido, repleto de peque?os gestos, cada d¨ªa es una oportunidad y cada despertar nos brinda un nuevo comienzo.

En este viaje, que es la experiencia humana, he aprendido que existe un acto vital que nos constituye: agradecer.

Una meditaci¨®n de gratitud diaria es un buen h¨¢bito para iniciar un nuevo d¨ªa y un ejercicio reflexivo para concluirlo. Este gesto es un ritual de reciprocidad ante lo recibido, ya sea una alegr¨ªa o un peque?o fracaso que se convierte en aprendizaje.

Cuando se acerca el fin de a?o y las festividades navide?as ya han comenzado, cada celebraci¨®n nos invita a reflexionar acerca de la gratitud. Meditemos sobre esta virtud que el fil¨®sofo romano Marco Tulio Cicer¨®n describi¨® como la madre de todas las virtudes: ?por qu¨¦ es importante cultivar el h¨¢bito de agradecer?, ?c¨®mo resignificar esa lecci¨®n que nos impart¨ªan nuestros padres con la sencilla frase ¡°dar las gracias¡±?

Empecemos por indagar en esta expresi¨®n: ¡°dar las gracias¡±, que proviene del lat¨ªn gratias agere, originada en la cultura romana como reconocimiento por los favores o los beneficios recibidos. La particularidad radica en sus dos componentes: agere, que implica acci¨®n, y gratia, que en su ra¨ªz m¨¢s profunda significa ¡°alabar en voz alta¡±. As¨ª, ¡°dar las gracias¡± se convierte en una acci¨®n de reciprocidad expresada en voz alta, un gesto que se debe hacer visible en nuestras acciones.

Esta locuci¨®n se encuentra repetidamente en la Vulgata Latina, enfatizando la importancia de la alabanza y la gratitud a Dios; y tambi¨¦n tiene conexi¨®n con la palabra ¡°gracia¡± que, en la antig¨¹edad, tanto en la tradici¨®n griega como en la romana, se asociaba con el favor y la benevolencia, ya sea divina o humana. Para los griegos, charis (gracia) representaba una manifestaci¨®n de belleza y bondad, un regalo que deb¨ªa ser correspondido. Las Tres Gracias (Charites) simbolizaban la interconexi¨®n entre la esplendidez, la alegr¨ªa y la abundancia.

He querido volver a las ra¨ªces de esta palabra para resaltar la virtud de agradecer y su capacidad transformadora. Tres aspectos me conmueven en los or¨ªgenes de la expresi¨®n: primero, que es un acto; no es solo un enunciado, sino que debe pasar a la acci¨®n. Como sol¨ªan decir los ancianos, debe notarse en nuestros actos. Segundo, se declara en voz alta, lo que implica que debe manifestarse en comunidad. Y tercero, est¨¢ ¨ªntimamente ligada a la belleza, la alegr¨ªa y la abundancia, lo que nos invita a reconocer su poder como un efecto de expansi¨®n y grandeza.

La gratitud es una manifestaci¨®n consciente que convoca el poder de la gracia. Vale la pena vivirla con otros para magnificar su valor y convertirla en un h¨¢bito. Es un mantra de conexi¨®n con el todo. Es por ello por lo que quiero compartirles mis propios votos de agradecimiento:

Agradezco por la vida diaria, tan simple y sencilla. La vida que es filosof¨ªa cotidiana.

Por mis afectos y compa?¨ªas: familia, amigos, c¨®mplices de vida.

Por la vitalidad y energ¨ªa para actuar.

Por el trabajo entusiasta de la comunidad a la que pertenezco, que se moviliza por una causa superior: inspirar, crear y transformar.

Por mis p¨¦rdidas, por quienes se anticiparon en mi viaje a la eternidad.

Por los problemas, que me han obligado a ser creativa.

Por los errores que comet¨ª y todo lo que aprend¨ª de ellos.

Por las alegr¨ªas de los peque?os triunfos.

Gracias por la vida tal como es: imperfecta y, a la vez, tan m¨ªa.

Los invito a construir su propio acto de gratitud, en voz alta y en comunidad. Y recordemos la expresi¨®n coloquial de nuestros ancestros:

- ?C¨®mo se dice? ?GRACIAS!

Y agregar¨ªa:

- ?C¨®mo se act¨²a? Con gratitud.