Frivolidad y crueldad
La frivolidad y la crueldad parecen un sello de las cosas que pasan en Colombia. Casi no hay estamento que no las padezca
?De qu¨¦ hay que salvar a Colombia? De nuestra propia frivolidad y crueldad. ?Qu¨¦ asimila a Pablo Escobar, los falsos positivos, las FARC y el ELN, los caviares, la UNGRD, los trinos intergal¨¢cticos de Petro y la actitud actual de muchos candidatos presidenciales? Lo fr¨ªvolos y crueles que son al mismo tiempo.
Pablo Escobar fue producto de la Colombia contrabandista, rebuscadora, ambiciosa y recursiva. Fue tambi¨¦n una c¨²spide de crueldad, deshumanizaci¨®n y desproporci¨®n. Que pensara llegar a la Presidencia con Alberto Santofimio, o en cabeza propia, que se arrogara la potestad de ordenar la muerte de Luis Carlos Gal¨¢n y la de miles de personas m¨¢s, derribar un avi¨®n de pasajeros en el aire, poner la bomba del DAS en Paloquemao y otras m¨¢s en decenas en centros comerciales, y librar una guerra absurda para doblegar a Colombia, simplemente porque pod¨ªa hacerlo y nadie se lo imped¨ªa, es una mezcla de frivolidad y crueldad.
Fue a dar a su propia c¨¢rcel, a la que entr¨® cuando quiso, en la que rumbe¨®, tortur¨® y se escap¨® el d¨ªa que quiso. Hizo fiesta de Colombia y hered¨® para esa mafia de narcos, que ahora son legi¨®n por todas partes, la marca de Ca¨ªn, tantas veces presente en nuestra historia. Un hombre fr¨ªvolo y cruel como el que m¨¢s.
En segundo lugar, vienen los inenarrables e irreparables falsos positivos. Unas personas contratadas, organizadas, entrenadas y dotadas de aparatos de inteligencia y de armamento para defender a 45 millones de colombianos de las acciones crueles de 20.000 delincuentes, pertenecientes a temibles organizaciones criminales, se dieron la vuelta y, en lugar de atacar a los malos, atacaron a los buenos. Se dedicaron a asesinar a quienes hab¨ªan jurado defender.
Los falsos positivos se presentaron en los frentes de batalla. Justo donde deb¨ªan doblegar al enemigo, decidieron traer bajas ficticias y hacerlas pasar por bajas del enemigo, y dejar a ¨¦ste ¨²ltimo tranquilo con su control del ¨¢rea y sus actividades il¨ªcitas. Sugiere esto que pudo haber un acuerdo de ambos lados, escondido tras estos cr¨ªmenes. De ah¨ª surge la pregunta: ?Contamos de verdad con un ej¨¦rcito con la voluntad y la capacidad de ganar la guerra?
La frivolidad estuvo en la motivaci¨®n: un sistema de premios monetarios, vacaciones, ascensos, metas de bajas en combate y competencias con otros regimientos. Es decir, por un plato de lentejas, muchos militares, de todos los rangos, dejaron de ser seres humanos y de ver a sus cong¨¦neres como seres humanos. Este hecho estremece a¨²n m¨¢s que la maldad de los malos, que tambi¨¦n ha alcanzado bajezas bestiales. ?Hay un punto m¨¢s bajo de la historia de dolor de Colombia? Desmoraliza hasta la m¨¦dula que alguien pueda alcanzar tanta crueldad, y disuelve el entendimiento que su motivo sea tal frivolidad.
El tercer representante en nuestra historia infame de frivolidad y crueldad lo tienen las FARC y el ELN. No justifico su motivaci¨®n guerrillera en los a?os sesenta. En esa ¨¦poca j¨®venes de la UIS y campesinos de la Colombia profunda se unieron voluntariamente a unas empresas criminales. Eso es muy diferente a lo que decidieron hacer unas d¨¦cadas despu¨¦s: secuestrar ni?os y ni?as de los campos m¨¢s pobres y de la frontera de Colombia, esclavizarlos a permanecer en sus filas, someterlos a las pr¨¢cticas de entrenamiento m¨¢s desalmadas para extirpar su humanidad, darles un fusil y ponerlos a caminar por las monta?as de Colombia en tareas de matar, secuestrar, asolar, extorsionar, contrabandear, chantajear, y encarcelar prisioneros por m¨¢s de diez a?os, entre otras cosas. En las noches violaban una y otra vez a sus subalternos.
Las FARC y el ELN justifican semejante crueldad con la pomposidad de congresos guerrilleros, la grandilocuencia de comunicados, la postura de machotes en las fotos y la propuesta de reemplazar al Estado. Lo cruel y lo fr¨ªvolo unido a lo desquiciado. Lo inmoral vestido de moral. La negaci¨®n de la pol¨ªtica como el estado superior de la pol¨ªtica.
Aparece aqu¨ª la frivolidad y la crueldad de los caviares de las ciudades capitales. Desde hace 50 a?os convirtieron en su misi¨®n vital e hist¨®rica hacer realidad la armon¨ªa entre las ¨¦lites capitalinas y las guerrillas rurales y urbanas. Si lo lograban, unir¨ªan lo que estaba desunido y desgarraba a Colombia. Iban a desandar los pasos equivocados de sus pap¨¢s y sus abuelos, hinc¨¢ndose de rodillas en una paz a cualquier costo. El resto de los 50 millones de colombianos deb¨ªamos estar alelados y expectantes a c¨®mo las dos ¨¦lites, la del fusil y la del golf y la pluma, zanjaban sus diferencias. Si ellos encontraban un futuro conjunto, todo se arreglaba para nosotros. Claro est¨¢, el PIB y los impuestos del resto de los colombianos deb¨ªan pagar la cuenta. No fue as¨ª. La crueldad sigui¨® y la pedagog¨ªa de la frivolidad sigui¨® tambi¨¦n.
Al fin se llega a la crueldad del Gobierno actual. La UNGRD, en manos de un ex M-19, y con el pretexto de solucionar el problema del agua de La Guajira, se convirti¨® en una oportunidad oscura de comprar unos camiones y configurar un fraude. ?La sed de los guajiros? A¨²n sigue ah¨ª mientras se resuelven las investigaciones. Esa misma unidad, con la prerrogativa de contratar de inmediato para atender desastres, se volvi¨® instrumento de transacciones pol¨ªticas. Es cruel poner a los desastres al servicio de la gobernabilidad. Tambi¨¦n es fr¨ªvolo.
Algo similar sucede con la salud. Deciden jugar con un sistema que da cerca de 1.000 millones de atenciones al a?o (!) para ensayar ideas a medio cocinar y reinstaurar un sistema p¨²blico de salud que funcion¨® muy mal y para poca gente, hace 40 a?os. Son fr¨ªvolos sus ide¨®logos y crueles sus ejecutores. Son penosas sus excusas frente al desmoronamiento del sistema y ser¨¢ lamentable el desenlace.
Algo similar sucede con la energ¨ªa el¨¦ctrica, el gas y el petr¨®leo. Las elucubraciones fr¨ªvolas del primer mandatario, arropadas en la ret¨®rica de redimir al g¨¦nero humano y a todas las especies de la vida animal y vegetal, le permiten entrar con pasos de elefante en la cristaler¨ªa de sistemas de oferta de energ¨ªa que demandan inversiones de d¨¦cadas, y toman otras m¨¢s en madurar y dar rendimientos. Esa oferta es clave para 18 millones de hogares colombianos. Exponerlos a posibles racionamientos de energ¨ªa e insuficiente abastecimiento de gas, y dejar sin explotar el petr¨®leo y el gas mientras pa¨ªses como Noruega, China, Brasil y Argentina extraen, usan y exportan, es soberbio y fr¨ªvolo. Es insensible y cruel someter a la gente a perder el acceso a salud y medicamentos, y poner en riesgo la seguridad energ¨¦tica.
La frivolidad y la crueldad parecen un sello de las cosas que pasan en Colombia. Casi no hay estamento que no las padezca. La propia campa?a presidencial est¨¢ marcada por la frivolidad. No se oye a los candidatos casi sobre ning¨²n tema substancial. La mayor¨ªa calla sobre la debacle diplom¨¢tica con Estados Unidos, la guerra en el Catatumbo, la seguridad, la salud, las transferencias territoriales, el gas, la energ¨ªa, el petr¨®leo, el d¨¦ficit fiscal, la deuda p¨²blica, la vivienda, la infraestructura y la educaci¨®n universitaria. S¨®lo quieren gobernar despu¨¦s de Petro. Sea lo que sea lo que ¨¦l les entregue. Eso es cruel, y es fr¨ªvolo.
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