Marco Rubio, ?y la corrupci¨®n en Colombia?
Esperemos que medidas de sanci¨®n social y que afecten el bolsillo y vida social de los corruptos no sea solo un rumor de las noticias falsas, sino una pol¨ªtica real
![El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, el 10 de febrero en Washington.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KB4NQHZ2PXBSIYGZCQU4AVO4KA.jpg?auth=d607668b0df9cd07f7aaa254f4280a37f3196a80d28125fe2ff54ae3655c025c&width=414)
Cuando un Estado es incapaz de resolver un problema de cualquier ¨ªndole, no es inusual que solicite ayuda a otros pa¨ªses para hacerlo. La historia est¨¢ llena de ejemplos, desde las guerras de los griegos hasta la Segunda Guerra Mundial. La OTAN es un claro resultado de la cooperaci¨®n militar entre naciones. Del mismo modo, este conflicto dio origen a instituciones como la ONU, donde el mundo entero debate sobre sus crisis y dilemas pol¨ªticos, adem¨¢s de organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Pero no vayamos m¨¢s all¨¢ de nuestro propio pa¨ªs. Hace 101 a?os, Colombia recibi¨® la misi¨®n Kemmerer en su recorrido por Latinoam¨¦rica, lo que permiti¨® la creaci¨®n del Banco de la Rep¨²blica, una instituci¨®n clave en el fortalecimiento de nuestra econom¨ªa, y la Contralor¨ªa General de la Rep¨²blica. O el respaldo de la Universidad de Harvard durante la Constituyente, cuando el profesor Philip Heymann asesor¨® a la Comisi¨®n de Justicia, presidida por Fernando Carrillo, en la creaci¨®n e implementaci¨®n del sistema penal acusatorio y la consolidaci¨®n de la Fiscal¨ªa General de la Naci¨®n.
La extradici¨®n de criminales de alta peligrosidad y dif¨ªcil manejo interno, como Carlos Lehder, los hermanos Ochoa o los Rodr¨ªguez Orejuela, ha aliviado la carga del sistema judicial colombiano, permiti¨¦ndole enfocarse en casos que s¨ª puede gestionar. Nuestro fr¨¢gil sistema penal y carcelario simplemente no tiene la capacidad de procesar eficazmente ciertos criminales con sus enormes redes de poder.
Personalmente, creo que la corrupci¨®n en Colombia es uno de los mayores males que nos afectan, si no el peor de todos. Como muchos problemas estructurales, comienza en las altas esferas, y en gran medida, en el Congreso y el ejercicio de la pol¨ªtica. Desde all¨ª, se filtra a los antiguos auxilios parlamentarios, que con el tiempo han cambiado de nombre en nuestro eterno juego de eufemismos, hasta materializarse en contratos recientes como los de la Unidad Nacional para la Gesti¨®n del Riesgo de Desastres (UNGRD). Luego, la corrupci¨®n se extiende a las gobernaciones, a las asambleas, a las alcald¨ªas y a los concejos municipales. All¨ª, el cohecho de Yidis Medina en su ¨¦poca es hoy una pr¨¢ctica cotidiana.
No hay Fiscal¨ªa, Contralor¨ªa ni Personer¨ªa que frene los contratos que los alcaldes otorgan a los concejales a cambio de votos en debates clave sobre presupuestos, planes de ordenamiento territorial o impuestos. La corrupci¨®n es un c¨¢ncer que debilita nuestra democracia y no hay bala de plata para combatirla.
En ocasiones, son otros pa¨ªses los que, al proteger sus propios intereses, terminan influyendo en gobiernos que no siempre miden el impacto de sus decisiones. Hace unos d¨ªas, circul¨® en X una noticia, cuya veracidad a¨²n es incierta, seg¨²n la cual el reci¨¦n posesionado secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, habr¨ªa manifestado su intenci¨®n de ¡°observar con especial atenci¨®n las votaciones en el Congreso colombiano que atenten contra las instituciones, el funcionamiento de la econom¨ªa o que busquen beneficios personales indebidos¡±. Se mencionaba que los congresistas involucrados podr¨ªan perder su visa de por vida, lo que adem¨¢s les impedir¨ªa viajar a otros pa¨ªses aliados de Estados Unidos.
De ser ver¨ªdica, esta medida afectar¨ªa no solo a los congresistas, sino tambi¨¦n a los funcionarios con los que interact¨²an, incluidos sus testaferros. (?Estoy so?ando!). La supuesta propuesta de Rubio ser¨ªa un golpe trascendental en un pa¨ªs como Colombia, donde el saqueo del erario es tan repudiado que permiti¨® que un candidato casi desconocido como Rodolfo Hern¨¢ndez, de la Liga Anticorrupci¨®n, llegara a disputar la Presidencia y luego se probar¨¢ judicialmente su participaci¨®n en hechos de corrupci¨®n como gobernador.
Considero que, como pa¨ªs, deber¨ªamos acoger esta nueva forma de sanci¨®n social. En Colombia, rige la l¨®gica de ¡°hecha la ley, hecha la trampa¡±. Hace algunos a?os, el exsenador apodado El Negro Mart¨ªnez declar¨® con cinismo: ¡°?Para qu¨¦ meterse con el narcotr¨¢fico y arriesgarse a la extradici¨®n, si robando los entes regionales, a lo sumo, lo m¨¢ximo que puede pasar es recibir unos pocos a?os de casa por c¨¢rcel y luego salir a disfrutar de la fortuna?¡±. Dicho y hecho.
Esperemos que medidas de sanci¨®n social y que afecten, por ejemplo, el bolsillo y vida social de los corruptos no sea solo un rumor de las noticias falsas, sino una pol¨ªtica real. Un cambio de este tipo transformar¨ªa el comportamiento de quienes hoy derrumban ¨¦ticamente la democracia y el Estado.
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