El oficio de curar con plantas: cuando la medicina no viene en pastillas
Una asociaci¨®n de hierbateras en Quito trabaja para perpetuar las ense?anzas de la medicina andina. Durante la pandemia, sus conocimientos significaron una importante fuente de sanaci¨®n complementaria, aunque siguen teniendo resistencia en algunos sectores
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Es una madrugada de octubre, pero podr¨ªa ser cualquier otra. Madrugadas as¨ª esta familia las ha tenido desde hace m¨¢s de cuatro d¨¦cadas. Evelin Lugua?a, 27 a?os, tercera generaci¨®n de una l¨ªnea de hierbateras oriundas de Nay¨®n, un peque?o poblado al nororiente de Quito, se alista junto a su madre, Norma Jui?a, sabia de 63 a?os y 40 en el oficio, para una jornada m¨¢s de recolecci¨®n de plantas medicinales silvestres. Una jornada m¨¢s, pero hoy hay que considerar las complicaciones que han tra¨ªdo el cambio clim¨¢tico y la embestida inmobiliaria. ¡°Antes era m¨¢s f¨¢cil, se entraba nom¨¢s a las quebradas y no hab¨ªa qui¨¦n mezquine, se recolectaba de todo¡±, dice Jui?a. ¡°Hoy todo se privatiza, hasta los chaqui?anes (senderos) se est¨¢n cerrando, y no es justo porque as¨ª se van perdiendo las plantas medicinales¡±.
La camioneta que alquilan para la ocasi¨®n llega hacia las 04.00. En las horas previas prepararon la tonga, es decir, los alimentos que les dar¨¢n energ¨ªa durante las caminatas por cerros, bosques y quebradas a las afueras de la ciudad. En una mochila llevan papas, habas, ma¨ªz tostado, m¨¢chica (harina de cebada con panela), de vez en cuando unas presas de pollo horneado y, en los bolsillos, unos dientes de ajo y unas ramas de ruda. ¡°Son por respeto a los cerros, para evitar el mal aire. A veces puede caer la neblina y desviarnos del camino. Son como un amuleto¡±, dice Evelin Lugua?a con franco entusiasmo por su oficio.
Viajar¨¢n una, dos horas, y a veces m¨¢s, hasta la entrada a la Amazonia, donde el ecosistema se vuelve h¨²medo y en las quebradas se consigue caballo chupa, planta que se usa para tratar inflamaciones de los ri?ones y la vejiga. En sus excursiones m¨¢s frecuentes por la Sierra recoger¨¢n, oz en mano, chilca, eucalipto, ?achag, hierba del ¨¢ngel. ¡°Todo se va cogiendo en el camino¡±, explica Evelin. ¡°Hay que dejar el carro lejos y caminar hacia adentro. Luego hay que hacer r¨¢pido paquetitos con las hierbas y salir, porque hay gente que puede pensar que vamos por ah¨ª a robar ganado¡±. Y as¨ª se ir¨¢ la ma?ana y estar¨¢n de vuelta en casa a eso de las tres de la tarde. Descargar¨¢n las plantas, las limpiar¨¢n y cortar¨¢n de 65 cent¨ªmetros para que todas queden uniformemente vistosas. Luego las pondr¨¢n, paradas, en tinas con agua o en el piso sobre una estera, porque si las dejaran acostadas y hechas un mont¨®n, se ahogar¨ªan hasta morir. Dar¨¢n las 10 de la noche cuando todo esto acabe, y si al d¨ªa siguiente hay feria, a la medianoche ya estar¨¢n de pie para hacer las maletas, como llaman a los bultos grandes copados de plantas que se atan con pedazos de costal.
Hoy es d¨ªa de feria, un viernes del mismo mes. Son las cuatro de la ma?ana, pero las hierbateras han empezado a atender desde la una. La pl, como se le conoce al mercado de plantas medicinales m¨¢s grande de la ciudad, luce agitado. Al frente, cruzando una gran avenida que conecta los polos de la ciudad, est¨¢ otro mercado, el San Roque, emblema de esta zona del Centro Hist¨®rico afamada por sus comerciantes, artesanos y malechores.
El ambiente en la plataforma carga un aroma dulce a hierbaluisa y lavanda, y en un altoparlante suena, discretamente, m¨²sica rockolera. Hay unos 30 locales entre puestos de venta de papas y hortalizas y unos cuantos quioscos de comidas populares, pero la mayor actividad se concentra en los 50 puestos de plantas medicinales. Las hierbateras provienen de comunas ancestrales y parroquias rurales de Quito. Lo que ofrecen es fruto de la recolecci¨®n, de cosechas en sus propias huertas, y de compras que hacen a otras productoras o que los mismos d¨ªas de feria intercambian entre ellas para tener suficiente variedad. Estas son las horas de la venta al por mayor. Intermediarios llegan para comprar barato lo que luego revender¨¢n en sus propios puestos en otros mercados de Quito. Aqu¨ª, un buen ramo de plantas dulces, por ejemplo, cuesta 75 centavos de d¨®lar. Ellos luego los revender¨¢n al doble.
El ritmo acelerado del comercio avanzar¨¢ hasta las seis de la ma?ana, cuando muchas vendedoras har¨¢n una pausa para desayunar. En las horas siguientes, hasta el mediod¨ªa, llegar¨¢n los clientes que compran al por menor, y entre ellos quienes buscan consejos de sanaci¨®n. Mala digesti¨®n: or¨¦gano, malva olorosa, eneldo. V¨ªas urinarias: mashua, casamarucha, llant¨¦n. Circulaci¨®n de la sangre: ortiga. Norma Jui?a sabr¨¢ recomendar lo adecuado, conf¨ªa en su don. ¡°Dios da a cada uno una sabidur¨ªa. A nosotros nos ha dado el conocimiento de las hierbas medicinales. Saber utilizarlas, saber mezclarlas para tratar una enfermedad, ese es el don¡±.
La plataforma Primero de Mayo es un terreno de conquista. ¡°Antes era todo de tierra y lodo, lleno de chilcas, de sixes, de matorrales, y las primeras dirigentes nos fueron organizando en mingas para limpiar todo. Todo ha sido hecho de nuestro esfuerzo¡±. Rosa Mila, 67 a?os, una de las hierbateras m¨¢s antiguas en el lugar, recuerda los inicios de la feria. Su historia es la de esa generaci¨®n de mujeres que quiso sacar al espacio p¨²blico los conocimientos que sus mayores les hab¨ªan transmitido en el ¨¢mbito privado.
Durante a?os se instalaron en las veredas alrededor del Mercado San Roque, un par de horas por all¨ª, otras m¨¢s all¨¢, atando y desatando las maletas que cargaban a la espalda, hasta que la polic¨ªa municipal llegaba a desalojarlas, usualmente con desprecio. No se pod¨ªa seguir as¨ª, por lo que algunos de esos vendedores, hombres adem¨¢s de mujeres, fueron a hablar con el director del Colegio Central T¨¦cnico, que en ese entonces funcionaba en ese sector y a cuya espalda quedaba aquel terreno abandonado, para que les dejara ocuparlo y asentar las bases de un mercado. El 15 de enero de 1975 se form¨® la Asociaci¨®n de Peque?os Comerciantes Central Primero de Mayo, y de ah¨ª en adelante se impulsaron las obras ¡ªunas por autogesti¨®n y otras con la ayuda de autoridades locales¡ª indispensables para poder trabajar. La lucha de las hierbateras por un espacio digno se ha sostenido por casi cinco d¨¦cadas. Hace apenas un a?o, el Municipio de la ciudad les instal¨® las estructuras con techo que cubren algunos de los puestos. Hasta ese momento los comerciantes deb¨ªan levantar carpas por su cuenta.
El mercado se constituy¨® tambi¨¦n en un espacio de expresi¨®n y organizaci¨®n colectiva. A lo largo de los a?os, las hierbateras se han involucrado de manera comprometida en mingas barriales, brigadas de seguridad, talleres de desarrollo comunitario, y durante sus dos primeras d¨¦cadas participaron activamente en movilizaciones para conseguir reivindicaciones sociales junto a colectivos obreros y pol¨ªticos como el Frente Unitario de Trabajadores y el Movimiento Popular Democr¨¢tico. M¨¢s a¨²n, han generado una din¨¢mica de econom¨ªa solidaria entre mujeres, y por medio de la defensa de la sabidur¨ªa andina sobre la salud, han sabido sostener un patrimonio colectivo. Como ocurri¨® respecto a la producci¨®n agr¨ªcola campesina, el remez¨®n de conciencia que provoc¨® la crisis sanitaria del covid-19 tambi¨¦n hizo que mucha gente se interesara por las bondades de las plantas y reconociera la labor de sus productoras. ¡°La enfermedad hizo que la gente volviera a la ra¨ªz, a nuestra medicina natural¡±, dice Evelin Lugua?a. La potente p¨®cima que recomendaba: dos hojas de matico, una flor de chuquiragua, un poco de verbena, tres hojas de eucalipto arom¨¢tico, flores de borraja, un poco de tilo, otro de hierbaluisa, un pedazo de jengibre, c¨²rcuma rallada, jugo de tres limones, miel.
La covid hizo que la gente volviera a la ra¨ªz, a nuestra medicina natural¡±Evelin Lugua?a, hierbatera
A finales de 2021 la asociaci¨®n de hierbateras recibi¨® la Condecoraci¨®n Eugenio Espejo, otorgada por el municipio de Quito a personas u organizaciones que han contribuido de manera significativa al cuidado de la salud en la ciudad. Hasta entonces, dicha distinci¨®n hab¨ªa sido entregada solamente a m¨¦dicos y cient¨ªficos. Sin embargo, las restricciones que debieron imponerse al inicio de la pandemia, entre ellas los cierres de mercados, inevitablemente dejaron consecuencias que se perciben hasta la actualidad: de los 300 miembros activos que ten¨ªa la asociaci¨®n, hoy alrededor de la mitad atienden en el mercado de manera regular. La p¨¦rdida de clientes por los meses de encierro hizo que muchas hierbateras decidieran ya no salir m¨¢s, aunque algunas contin¨²an sembrando plantas para proveer a sus compa?eras. Adem¨¢s, la arremetida inmobiliaria, que en los alrededores de Quito copa incluso zonas de protecci¨®n ecol¨®gica; fen¨®menos relacionados al cambio clim¨¢tico y la contaminaci¨®n ambiental; la incertidumbre sobre el relevo generacional en el oficio, y la expansi¨®n de las cadenas de supermercados, que acaparan clientela en detrimento de los mercados populares, conforman las principales amenazas a las que se enfrentan.
En agosto, el Museo de la Ciudad, en colaboraci¨®n con la Plataforma Primero de Mayo, mont¨® la exposici¨®n Territorios que sanan: al encuentro de las hierbateras. Se trata de una extensi¨®n del esfuerzo iniciado por instituciones culturales en 2013, cuando las autoridades de la ciudad propusieron sacar del Centro Hist¨®rico al mercado San Roque, lo que en adelante gener¨® un importante debate acerca de los procesos de control y reivindicaci¨®n de las organizaciones de comercio popular. ¡°La exposici¨®n es una continuaci¨®n de estos procesos¡±, explica Alejandro Cevallos, coordinador del Museo de la Ciudad, ¡°pero con la caracter¨ªstica de que sal¨ªamos de la crisis sanitaria y entonces nos preguntamos sobre la importancia de reconocer los trabajos que cuidan la vida. Las hierbateras estuvieron sosteniendo algunos de los cuidados de acceso popular¡±.
A trav¨¦s de una s¨®lida documentaci¨®n que deriva en importantes materiales educativos, la muestra resalta la importancia de las hierbateras de Quito como cuidadoras de la salud, los ecosistemas y los saberes andinos. Entre las colaboraciones de artistas e investigadores que trabajan el tema destaca lo hecho por la Campa?a por la memoria de las mujeres perseguidas por brujer¨ªa, un colectivo ecuatoriano vinculado a una red internacional que documenta y analiza las experiencias de mujeres acusadas de brujer¨ªa a lo largo de la historia, y c¨®mo eso tiene repercusiones hasta hoy.
La medicina natural de ra¨ªz andina tambi¨¦n est¨¢ atravesada por un prejuicio muy euroc¨¦ntrico, blanqueado
Una ordenanza municipal de control de comercio popular, vigente en la actualidad, castiga la llamada hechicer¨ªa en puestos de mercado. Con este estigma apuntando a las hierbateras desde la oficialidad, cabe preguntarse cu¨¢l es la valoraci¨®n que tiene la sociedad acerca de su trabajo. ¡°Por un lado hay un sector popular que encontr¨® en las plantas una estrategia de salud preventiva¡±, explica Cevallos. ¡°Esto no est¨¢ documentado ni legitimado, pero existen testimonios recurrentes de que las plantas ayudaron a contrarrestar la crisis sanitaria. Sin embargo, la medicina natural de ra¨ªz andina tambi¨¦n est¨¢ atravesada por un prejuicio muy euroc¨¦ntrico, blanqueado. Una idea muy posicionada en las clases medias es que la medicina natural sirve hasta cierto punto y que el resto es superstici¨®n. En los ¨²ltimos a?os, por ejemplo, se han acentuado los mecanismos de persecuci¨®n y criminalizaci¨®n a las vendedoras que, para terminar una carga de plantas, salen a darse una vuelta por el Centro Hist¨®rico. Eso deja ver lo contradictorio de su situaci¨®n. Por un lado tienen prestigio y por otro son perseguidas en la calle¡±.
Otras vendedoras corren con mejor suerte. Cuando no se vende todo al final de la jornada, algunas llevan las plantas de vuelta a casa y, cortadas muy peque?as, las ponen a secar, idealmente al interior de un invernadero, para luego venderlas en ramos secos o en simp¨¢ticas bolsas de popurr¨ª, como las que Evelin Lugua?a ofrece para ba?os dulces contra el estr¨¦s: manzanilla, albahaca dulce, seguidora, lavanda, hierbaluisa, cedr¨®n, esencia de rosas, entre otras que suman veinte. Acompa?ar¨¢ su venta con un: ¡°que tenga un excelente y bendecido d¨ªa¡±.
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