Pacientes de VIH contra Guatemala: ¡°Si fuera por el Estado, estar¨ªamos muertos¡±
La Corte IDH inst¨® al Estado a garantizarles atenci¨®n, pero los enfermos denuncian desabasto de medicamentos y falta de voluntad pol¨ªtica. Desde que comenz¨® el litigio, han fallecido 18 de los 49 demandantes
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A F¨¦lix Cabrera, 46 a?os, le dieron el diagn¨®stico de su prueba de VIH en un sobre que abri¨® volviendo de la cl¨ªnica a su casa el 25 de octubre de 2000, en Zacapa, Guatemala. ¡°Positivo¡±. Lo que vino despu¨¦s del resultado fueron a?os de desprecio laboral, un despido improcedente, la ausencia absoluta del Estado, tres intentos de suicidio y mucha soledad. ¡°Lo primero que se me vino a la mente fueron los anuncios de prevenci¨®n oficiales, que eran con f¨¦retros y fantasmas... Nunca imagin¨¦ que se pod¨ªa tener una vida normal con un tratamiento adecuado¡±, cuenta por tel¨¦fono. Cabrera no tard¨® en darse cuenta de que su pa¨ªs no prove¨ªa medicamentos ni atenci¨®n integral a los pacientes y mucho menos ten¨ªa activa una estrategia de prevenci¨®n precoz; una meta hacia la que caminan la mayor¨ªa de pa¨ªses de la regi¨®n. A¨²n y con un fuerte subregistro, Guatemala es de los pa¨ªses con mayor incidencia del virus en Centroam¨¦rica.
Eso le llev¨® a denunciar, junto a otros 48 pacientes, en situaciones similares (de departamentos alejados de la capital y de bajos recursos econ¨®micos) a Guatemala. Hoy, cuatro a?os despu¨¦s de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) en la que se responsabiliza al Estado de la ¡°violaci¨®n al derecho a la salud¡±, el abandono gubernamental es igual de notorio. ¡°Si fuera por el Estado, estar¨ªamos muertos¡±, zanja Cabrera.
El proceso de demandar a Guatemala fue uno de esos tantos casos de David contra Goliat. Empezaron siendo 10 pacientes, pero agotaron todas las instancias nacionales sin reconocimiento ni reparaci¨®n. A principios de los 2000, este grupo ascendi¨® a 49 y lograron escalar el caso a la Comisi¨®n y posteriormente a la Corte Interamericana, quien les dio la raz¨®n y oblig¨® al Estado a garantizar la salud de los demandantes y los 38.000 casos conocidos en el pa¨ªs centroamericano. En esta d¨¦cada de litigios, fallecieron 18 pacientes de los denunciantes por enfermedades oportunistas, aquellas que se agravan ante un sistema inmune debilitado y que son m¨¢s graves en las personas con VIH positivo.
Aprovech¨¦ los medicamentos de tres pacientes, amigos m¨ªos, que hab¨ªan fallecido en el caminoF¨¦lix Cabrera, portador de VIH desde 2000
El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ataca el sistema inmunitario y complica la inercia del cuerpo de defenderse ante las infecciones y determinados tipos de c¨¢nceres. Aunque no tiene cura, las terapias antirretrovirales (ARV) consiguen que la carga viral sea pr¨¢cticamente indetectable, que las personas seropositivas puedan hacer una vida normal y que se reduzca tremendamente (entre un 95% y un 97%) el riesgo de infectar a otras. La interrupci¨®n de los medicamentos o una detecci¨®n tard¨ªa cambian el escenario radicalmente. ¡°Mi tratamiento no se interrumpi¨® porque me prestaba medicamentos con mis compa?eros. No porque hubiera¡±, lamenta Cabrera. ¡°Tambi¨¦n aprovech¨¦ los medicamentos de tres pacientes, amigos m¨ªos, que hab¨ªan fallecido en el camino¡±.
Uno de los principales problemas que critican los pacientes es que, cuando los hay, los antirretrovirales suelen llegar a cuentagotas y a los centros sanitarios de Ciudad de Guatemala, lo que dificulta que quienes viven lejos de la capital tengan acceso a ellos. ¡°Desde Pet¨¦n son 500 kil¨®metros. ?Qui¨¦n puede ir cada dos semanas?¡±, se pregunta. ¡°Pasa siempre igual, los m¨¢s pobres y los campesinos son los m¨¢s afectados¡±.
Seg¨²n las cifras del doctor Eduardo Arathoon, director M¨¦dico de Cl¨ªnica Familiar Luis ?ngel Garc¨ªa, Hospital General San Juan de Dios, el 52% de los nuevos diagn¨®sticos de VIH llegan con sida avanzado, lo cual los hace m¨¢s vulnerables a tener infecciones oportunistas graves, altamente letales. Estos datos son peores en la poblaci¨®n maya, el 65% llegan con sida avanzado al hacer el diagn¨®stico de VIH. ¡°Esto muestra el abandono en el que el Ministerio de Salud tiene a estas poblaciones. No hemos encontrado en el mundo una poblaci¨®n que llegue tan tarde como a los grupos ind¨ªgenas de Guatemala¡±, cuenta.
Para detener esta epidemia que ha provocado la muerte de 650.000 personas en el mundo en el ¨²ltimo a?o y m¨¢s de un mill¨®n de nuevos contagios, seg¨²n el ¨²ltimo informe de ONUsida, el primer paso es la detecci¨®n. Es por ello que, adem¨¢s de las compensaciones econ¨®micas a las v¨ªctimas, la Corte IDH exigi¨® al Estado siete medidas de reparaci¨®n como ¡°ofrecer a la poblaci¨®n las pruebas diagn¨®sticas para detecci¨®n del VIH, implementar un programa de capacitaci¨®n para funcionarios del sistema de salud, garantizar tratamiento m¨¦dico adecuado a mujeres embarazadas que viven con el VIH, y realizar una campa?a nacional de concienciaci¨®n y sensibilizaci¨®n¡±. Seg¨²n los entrevistados, la atenci¨®n m¨¦dica estuvo siempre delegada a ONGs como Proyecto Hombre y M¨¦dicos Sin Fronteras.
¡°Al Gobierno le vale madre¡±
Adem¨¢s, la sentencia, conocida como el caso Cuscul Pivaral y otros vs Guatemala, exige que se brinde ¡°atenci¨®n m¨¦dica psicol¨®gica de manera gratuita e inmediata a las v¨ªctimas y sus familiares¡±, que la atenci¨®n cl¨ªnica se otorgue en la m¨¢s cercana al lugar de residencia de las v¨ªctimas, ¡°y que asuma los costos de traslado de aquellas que se encuentren alejadas¡±. Pero, seg¨²n apunta la doctora Cristina Calder¨®n, representante de las v¨ªctimas del caso, ¡°al Gobierno le vale madre¡±. ¡±Lo ¨²nico que cumpli¨® Guatemala fueron las compensaciones econ¨®micas, y ¡°tarde¡±, lamenta la doctora. ¡°No existe una atenci¨®n integral, no hay suficientes antirretrovirales, no se hacen pruebas de detecci¨®n y se interrumpen o cambian los tratamientos de los pacientes sin pruebas de compatibilidad, no hay prevenci¨®n de transmisi¨®n vertical, para embarazadas¡El Estado es responsable de las muertes prematuras¡±. Am¨¦rica Futura solicit¨® un comentario al Ministerio de Salud P¨²blica y Asistencia Social de Guatemala, pero no ha obtenido respuesta.
Para Paulina Jim¨¦nez Fregoso, abogada del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), esta es una sentencia ¡°muy significativa¡± al hablar de discriminaci¨®n interseccional: ¡°Las reparaciones ordenadas implican cambios estructurales, no solo se busca transformar la realidad de las v¨ªctimas sino tambi¨¦n de la poblaci¨®n en general que vive con VIH/sida¡±. La letrada lamenta el ¡°nulo¡± cumplimiento: ¡°La falta de fiscalizaci¨®n de los servicios puede perpetuar la discriminaci¨®n a la cual se enfrentan estas personas. No cumplir tiene dimensiones que afectan a personas m¨¢s all¨¢ de las 49 v¨ªctimas y sus familiares¡±.
Aproximadamente 1,3 millones de personas que viven con VIH estaban recibiendo tratamiento antirretroviral en Am¨¦rica Latina y el Caribe a finales de 2017, lo que representa cerca de un 60% de cobertura, seg¨²n la Organizaci¨®n Panamericana de Salud. En Guatemala, ONUsida estim¨® que exist¨ªan 46.000 personas viviendo con el VIH en 2016, de los cuales solo el 36% tuvo acceso a terapia antirretroviral. Entre las mujeres embarazadas, apenas el 19% obtuvo acceso a profilaxis para prevenir la transmisi¨®n a sus hijos. Este a?o, Guatemala era el pa¨ªs con el de mayor n¨²mero de personas viviendo con el virus en Centroam¨¦rica.
¡°Cuidado, que tiene CD (sid¨ª)¡±
Cuando Lucas Ben¨ªtez (nombre ficticio) se enter¨® de que ten¨ªa sida, pens¨® en dos cosas: que no quer¨ªa enfermar a su mujer ni a su hijo, de nueve meses, y que ¡°iba a morir¡±. Era el a?o 2000 y en el municipio guatemalteco en el que vive, Coatepeque, en el departamento de Quetzaltenango, solo se escuchaban casos lejanos y ninguno con un tratamiento exitoso y una vida normal, algo que permite el correspondiente tratamiento.
Aunque son muchas las enfermedades y afecciones que casi acaban con la vida de Ben¨ªtez, como depresi¨®n, meningitis o tuberculosis, lo que m¨¢s le pesa a este padre de familia, que ya tiene una carga v¨ªrica indetectable, es el trato ¡°humillante¡± que recibe cotidianamente en las consultas. ¡°En 2002, en una de mis reca¨ªdas, me ingresaron al hospital y recib¨ª mucho maltrato sanitario. Nos aislaban y escuchaba c¨®mo se dec¨ªan de un doctor a otro: ¡®Cuidado, este tiene CD (pronunciado como sid¨ª)¡¯¡±, lamenta a¨²n afectado.
¡°Fui mi propio psic¨®logo. Me daban recetas para medicamentos que no hab¨ªa. Me ofrec¨ªan a cambio sueros y antibi¨®ticos o un tratamiento para ni?os. Parec¨ªa que nos prefer¨ªan muertos¡±. Cabrera conoce mejor de lo que le gustar¨ªa esa sensaci¨®n de rechazo. Desde enfermeros que le preguntaban en qu¨¦ restaurante trabajaba, para no ir; a familiares que le sacaban una vajilla diferente o un jefe que lo despidi¨® ¡°por lo que usted ya sabe¡±. ¡°Existe a¨²n mucha ignorancia y sigue siendo un tab¨² enorme¡±, narra el activista. ¡°Ahora, doy la cara para que nadie pase por lo que pasamos nosotros. Pero no te voy a enga?ar, tengo miedo de que pierda acceso a mi tratamiento. Eso no se me va¡±.
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