El ¨¢rbol que dio nombre a Brasil casi se extingue tras la conquista. Esta bi¨®loga quiere rescatarlo
Patricia da Rosa est¨¢ empe?ada en averiguar cu¨¢ntos ejemplares quedan de Pau Brasil, un ¨¢rbol que los portugueses casi erradicaron en el siglo XVI por su valor para el tinte y que sigue amenazado
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¡°Rojo como unas brasas, brasil¡±. El color rojo brillante de su madera bautiz¨® primero al ¨¢rbol, y despu¨¦s, al pa¨ªs. Cuando los primeros conquistadores portugueses empezaron a explorar la selva tropical de la costa atl¨¢ntica, enseguida dieron con un ¨¢rbol cuya madera rojiza pod¨ªa servir para te?ir tejidos. Esas fibras que recordaban a unas brasas podr¨ªan conseguir el brillante rojo escarlata que codiciaban los reyes y arist¨®cratas de media Europa. El descubrimiento del Pau Brasil (palo Brasil, Paubrasilia Echinata) caus¨® furor y el ¨¢rbol empez¨® a talarse masivamente. Los que comerciaban con ¨¦l empezaron a llamarse ¡®brasileiros¡¯. M¨¢s de 500 a?os despu¨¦s, otros brasile?os luchan ahora por resucitar a la especie. Entre ellos est¨¢ Patricia da Rosa, una bi¨®loga y bot¨¢nica de la Universidad del Estado de R¨ªo de Janeiro (UERJ) que se ha propuesto hacer una radiograf¨ªa general de su estado, averiguar cu¨¢ntos quedan para entender qu¨¦ se puede hacer para salvarlo.
Acompa?arla en una de sus expediciones no es cosa f¨¢cil. En la sierra de la Pedra Branca, a las afueras de R¨ªo de Janeiro, Rosa avanza a trav¨¦s de la selva como una aut¨¦ntica exploradora: cubierta de la cabeza a los pies (a prueba de mosquitos, serpientes e inc¨®modas lianas) y con un chaleco repleto de artilugios, sube hacia una parte escarpada de la selva donde sabe que hay una treintena de ejemplares. El camino es bastante imaginario. Le acompa?a un colega, el bi¨®logo Ja¨ªlton Costa, que con un machete abre paso entre la frondosa vegetaci¨®n. Por el camino, los dos se paran constantemente, elucubrando a qu¨¦ especie pertenecer¨¢ aquella flor o comentando lo bien que ha crecido aquel arbusto desde la ¨²ltima vez que pasaron por aqu¨ª. Al rato, surgen las primeras se?ales de alerta: las especies ¡°compa?eras¡±. As¨ª llaman a los ¨¢rboles m¨¢s comunes que suelen aparecer en la misma zona donde crece el Pau Brasil. Hay que estar atentos, porque si ellos est¨¢n, es posible que el ilustre vegetal tambi¨¦n, aunque la pista, claro est¨¢, no siempre funciona. Al llegar a la zona caliente, la bot¨¢nica no oculta su alegr¨ªa. ¡°?Qu¨¦ hermosura! ?Mira c¨®mo han crecido!¡±. Saca su cinta m¨¦trica para medir los troncos y su enorme tijera de podar de varios metros para llegar a la copa y llevarse unas muestras de las hojas para el herbolario de la universidad.
La visita es especialmente productiva porque encuentra cinco nuevos arbolitos, de apenas unos cent¨ªmetros, los llamados ¡°regeneradores¡±. Los rodea con un manto negro para poder medirlos y fotografiarlos bien y luego se aleja con cuidado, esperando que sobrevivan en la desafiadora escalada hacia el cielo. No tendr¨¢n ninguna ayuda extra: ni riego, ni vallas, ni se?alizaci¨®n para evitar un accidental pisot¨®n que podr¨ªa ser fatal. Mejor ser discretos y que crezcan como las miles de plantas que hay a su alrededor, aunque no lo son. No s¨®lo porque est¨¢n en peligro de extinci¨®n. Este peque?o grupo es, adem¨¢s, posiblemente el m¨¢s meridional de Brasil. El Pau Brasil se encuentra principalmente en la costa este del pa¨ªs, entre los estados de Rio Grande do Norte y R¨ªo de Janeiro, justamente la costa donde empez¨® la colonizaci¨®n y que a d¨ªa de hoy es de las zonas m¨¢s pobladas del pa¨ªs. Los pocos ejemplares que quedan crecen en las zonas m¨¢s rec¨®nditas y secas de la Mata Atl¨¢ntica, un exuberante bioma de bosque tropical. Pueden alcanzar los 30 metros (no hay que confundirlos con la peque?a planta palo de Brasil, que en muchos pa¨ªses se usa de forma ornamental). El Pau Brasil es un ¨¢rbol imponente, de tronco robusto y hojas diminutas. Antes del nombre que le pusieron los portugueses, los ind¨ªgenas lo llamaban Ibirapitanga, ya que en tup¨ª-guaran¨ª ybir¨¢ es ¨¢rbol, y pitanga, rojo.
Ya con sus muestras en la mochila, y contenta por haber descubierto nuevos espec¨ªmenes, Da Rosa comenta que la fragmentaci¨®n ¡°es el gran drama de la Mata Atl¨¢ntica, y del Pau Brasil¡±. Los ejemplares que quedan est¨¢n en pedazos de selva muy alejados los unos de los otros. Las abejas, principales polinizadoras, no logran llevar al polen de una poblaci¨®n a otra, por lo que crece el riesgo de que se produzca una ¡°ruina gen¨¦tica¡±. La calidad de su material gen¨¦tico disminuye tanto que, si de repente aparece una plaga, el invasor puede ganar la batalla, porque los ¨¢rboles ya estar¨¢n muy debilitados. La falta de renovaci¨®n gen¨¦tica no es la ¨²nica amenaza que a¨²n pesa sobre la especie. Los tiempos del corte ilegal no quedaron en los tiempos de las carabelas, sigue siendo un problema en el siglo XXI.
La tala para el tinte dio un respiro a partir del siglo XVII, cuando aparecieron los compuestos qu¨ªmicos, pero despu¨¦s lleg¨® la moda de los instrumentos musicales. Por su dureza y por la longitud de sus fibras, el Pau Brasil es muy apreciado para fabricar arcos para instrumentos de viento, como violines y contrabajos. La especie est¨¢ en el libro rojo de la flora brasile?a desde el a?o 1968, pero aun as¨ª, como explica el bot¨¢nico Haroldo Cavalcante, su madera se sigue comercializando de forma ilegal. Cavalcante trabaja con este ¨¢rbol desde hace 40 a?os y es el mayor especialista del pa¨ªs en esta especie. Supervisa el trabajo que Da Rosa est¨¢ desarrollando en la Escuela Nacional de Bot¨¢nica Tropical del Jard¨ªn Bot¨¢nico de R¨ªo para arrojar luz sobre la situaci¨®n actual del ¨¢rbol, y tambi¨¦n realiza expediciones para contarlos en el Estado de Esp¨ªrito Santo, al norte de R¨ªo. Explica que muchos listones salen del pa¨ªs catalogados como madera de otros ¨¢rboles, y que tambi¨¦n se comercializan legalmente lotes de maderas que supuestamente fueron cortadas hace d¨¦cadas, cuando el ¨¢rbol no estaba protegido. La falta de controles y de capacidad de rastreo hace que el fraude sea la norma.
El a?o pasado, la Polic¨ªa Federal desarticul¨® una organizaci¨®n que talaba ilegalmente ejemplares de Pau Brasil dentro de un parque nacional y que lleg¨® a facturar 370 millones de reales (76 millones de d¨®lares o 70,6 millones de euros) exportando su madera. En los ¨²ltimos dos a?os, las autoridades confiscaron m¨¢s de 72.000 varas que iban a salir de Brasil ilegalmente para convertirse en delicados arcos que har¨¢n sonar sofisticadas notas de m¨²sica cl¨¢sica. Es un negocio muy lucrativo: en Brasil, las varetas son adquiridas por valores que no suelen superar los 40 reales (ocho d¨®lares, 7,6 euros), pero en el extranjero los arcos pueden llegar a costar hasta 14.600 reales (3.000 d¨®lares, 2.800 euros).
El ¨²ltimo censo del Pau Brasil se hizo en 2012, y desde entonces no hay datos actualizados. No se sabe a ciencia cierta cu¨¢ntos ¨¢rboles quedan, pero Cavalcante teme que el trabajo de su pupila no aportar¨¢ precisamente buenas noticias: ¡°Contin¨²a en estado cr¨ªtico, en los ¨²ltimos diez a?os hemos visto como muchas poblaciones se han reducido sobre todo por la explotaci¨®n ilegal (¡) los que quedan est¨¢n en ¨¢reas muy peque?as, y no est¨¢n protegidos¡±, alerta. El principal problema ahora, asegura, es que el comercio ilegal aument¨® much¨ªsimo tras la entrada de China en el mercado de los arcos para violines.
Da Rosa se prepara para viajar al noreste de Brasil a finales de este a?o para seguir contando ¨¢rboles, y en 2025 prev¨¦ finalizar su estudio, que conf¨ªa que sirva para que las autoridades tracen las pol¨ªticas p¨²blicas definitivas para salvar la especie. La prioridad, seg¨²n cuenta, deber¨ªa ser proteger lo poco que queda e intentar comunicar esas ¨¢reas con corredores reforestados. La presencia de Pau Brasil en viveros ya es bastante com¨²n, y de hecho en ciudades como R¨ªo de Janeiro ya se usa bastante como ¨¢rbol ornamental en calles y plazas. El desaf¨ªo es que crezca en plena selva, donde tiene muchos competidores y tambi¨¦n muchas m¨¢s amenazas. La joven bot¨¢nica sabe muy bien que los ni?os brasile?os escuchan hablar de este ¨¢rbol por primera vez en las clases de Historia, pero insiste todo el tiempo en que ella no est¨¢ haciendo un trabajo de arqueolog¨ªa. ¡°El Pau Brasil cuenta el pasado, pero tambi¨¦n nos dice lo que haremos en el futuro de la conservaci¨®n de la Mata Atl¨¢ntica¡±, asegura convencida ya en el coche de regreso a casa. Al llegar, nada de tumbarse a descansar: tendr¨¢ que darse prisa y colocar todas las muestras de hojas en las prensas de madera antes de que se marchiten.
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