Terapia con las olas: clases de surf en R¨ªo para ciegos, autistas o drogodependientes
La playa de Arpoador es el escenario de una peque?a revoluci¨®n que est¨¢ transformando la vida de decenas de cariocas

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Luca, de 13 a?os, sonr¨ªe de oreja a oreja cuando llega el momento de bajar del paseo mar¨ªtimo y pisar la arena de la playa de Arpoador, en R¨ªo de Janeiro. Es hora de surfear, y aunque es temprano por la ma?ana la energ¨ªa est¨¢ por las nubes. Anda decidido hacia la orilla, donde toma la tabla y pasar¨¢ la pr¨®xima hora entre sonrisas y emociones fuertes. La escena era impensable hasta poco tiempo atr¨¢s, confiesa su padre, Lucas Corr¨ºa. El chaval tuvo un problema al nacer y tiene par¨¢lisis cerebral, lo que le impide hablar y dificulta sus movimientos. Hasta hace poco, usaba un andador, pero el surf lo ha cambiado todo. ¡°Siempre le daba miedo caerse hacia atr¨¢s, pero el surf le ha dado mucha autoconfianza, ahora ya anda solo grandes distancias¡±, dice orgulloso su padre, que tambi¨¦n se lanza al agua.
Luca es uno de los 15 alumnos del proyecto Ondas Arpoador (olas Arpoador), una iniciativa de surf inclusivo que desde hace casi tres a?os da clases a personas con deficiencia, autistas, ciegos o drogodependientes. Se trabaja desde la autoestima hasta la coordinaci¨®n motora, el equilibrio o la concentraci¨®n, y liberando grandes dosis de adrenalina, endorfina y serotonina. Las clases empezaron por iniciativa del carioca Rog¨¦rio Pessoa y su socio Tito Gomes, y han ido ganando adeptos poco a poco, con la constancia del boca a boca. Cada sesi¨®n es diferente, pr¨¢cticamente personalizada, aunque en general la idea es conjugar la clase pr¨¢ctica de surf con conversaciones guiadas con objetivos terap¨¦uticos, sobre todo en el caso de los adultos.
Desde el paseo mar¨ªtimo, y sin despegar la vista del mar, Camila Viveiros de Castro sigue a su hijo Pedro entrando en el agua y se deshace en elogios hacia el proyecto. Pedro, de 11 a?os, es autista y ha pasado por todo tipo de terapias. La nataci¨®n era una opci¨®n, porque en general los autistas se desenvuelven muy bien en el agua, pero ning¨²n curso acababa de encajar. Al final, apareci¨® el surf y fue un amor a primera vista. ¡°?l se siente muy acogido, muy feliz. Ha sido el ¨²nico lugar en todo mi camino con el autismo en que no he tenido ning¨²n obst¨¢culo. No he tenido ninguna pega, todo fluy¨® desde el principio. Es una red de apoyo, personas con las que puedo contar, y un lugar donde ¨¦l es plenamente feliz. El surf mejor¨® la calidad de vida de todo el mundo¡±, comenta tranquila, mientras su hijo disfruta sobre la tabla.

Viveiros se queja de que en general las pol¨ªticas p¨²blicas para los ni?os como ¨¦l son ¡°un horror¡±, y que cualquier gesti¨®n es una carrera de obst¨¢culos. Una nunca llega a estar totalmente tranquila, siempre en tensi¨®n pendiente de que el hijo est¨¦ en buenas manos, dice. En cambio, aqu¨ª, ella llega y se relaja. ¡°Este lugar para m¨ª es un alivio. Aqu¨ª tengo lo que deber¨ªa tener en la sociedad entera, es una microc¨¦lula de inclusi¨®n, un modelo que funciona¡±, resume convencida.
Parte del ¨¦xito est¨¢ seguramente en que el ambiente de estas clases es distendido, mientras los ni?os est¨¢n en el agua los padres charlan en las mesas de un chiringuito, poco pendientes del horario. Unos alumnos llegan, otros se van. El horario es relativamente flexible. Lo importante es no estresarse, cero agobios. Tampoco con la progresi¨®n t¨¦cnica en el surf. Los ni?os con necesidades especiales suelen tener una rutina de terapias en ocasiones muy estresante. Cuando llegan al surf es casi como la hora del recreo, aunque tambi¨¦n est¨¢n en tratamiento.
Pessoa, el alma mater del proyecto, incide en que no trata el surf de manera aislada, sino que habla constantemente con los profesionales de otras terapias m¨¢s convencionales para ver c¨®mo puede ayudar a acelerar resultados. En el caso de un ni?o que lleva a?os para coger una cuchara, por ejemplo, una posici¨®n espec¨ªfica de los codos sobre la tabla de surf result¨® determinante. Ondas Arpoador no es uma ONG, en general cada clase se paga, aunque es com¨²n que cuando aparece alguien con dificultades econ¨®micas los dem¨¢s alumnos se junten para recaudar dinero. Pessoa sabe que su idea tiene un enorme potencial de crecimiento, pero de momento no recibe ayudas del poder p¨²blico. Tampoco las busca. Cree que la administraci¨®n p¨²blica en general suele ser inconstante y acaban generando frustraci¨®n. ¡°Crean algo, pero cuando cambia el gobierno de turno el proyecto no contin¨²a. Y yo no puedo lidiar con temas tan serios y decirles a estas personas que ya no las puedo ayudar. De momento hacemos lo que est¨¢ al alcance de nuestra mano¡±, resume. La idea es asociarse a la Surf Therapy Organisation (ISTO), que apoya m¨¢s de 50 proyectos en todo el mundo de una pr¨¢ctica que ya tiene bastantes adeptos, sobre todo en Estados Unidos y Europa.

Para personas como Paula Seixas, ese poquito del que hablaba Pessoa con humildad, es mucho. Ella, una profesora de 56 a?os, se qued¨® ciega en los ¨²ltimos a?os por un accidente vascular. Conserva la visi¨®n el 3% del ojo derecho y del 5% del izquierdo, tan solo la visi¨®n perif¨¦rica. Pero consigue ponerse de pie sobre la tabla, imaginando el tama?o de las olas por el ruido que hacen al chocar contra unas rocas cercanas. Antes de perder la visi¨®n hab¨ªa acabado de aprender a surfear, y pens¨® que retomar esa afici¨®n pod¨ªa irle bien en un momento en que estaba deprimida y hab¨ªa llegado a pesar 100 kilos por el tratamiento con cortisona al que estaba sometida. Sobre los beneficios del surf, es tajante: ¡°Es un antes y un despu¨¦s en mi vida, ah¨ª fue cuando empec¨¦ mi rehabilitaci¨®n¡±. Seixas siempre surfea acompa?ada por Pessoa, aunque en realidad, es toda la playa quien la arropa. Los ba?istas habituales la saludan al pasar, son muchos los que conocen sus progresos. La aplaud¨ªan cada vez que lograba erguirse sobre una ola.
La llegada de Seixas a las clases de surf fue el incentivo para crear la ¨²ltima pata de este proyecto de alma social, el llamado chapuz¨®n inclusivo, pensado para ciegos que quieren darse un ba?o tranquilamente. Si el tiempo acompa?a, llegan puntuales cada s¨¢bado por la ma?ana y entran en el mar acompa?ados por unos voluntarios, la mayor¨ªa surfistas o habituales de la playa de Arpoador. Los socorristas de la playa colaboraron dando consejos de seguridad y est¨¢n especialmente atentos a esta zona del mar mientras ellos se relajan. Algunos ya quieren ir un poco m¨¢s all¨¢ y ya piensan en lanzarse a las clases de surf, comenta Seixas satisfecha.
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