Maryam El Gardoum, la joven bereber que venci¨® a las olas del Atl¨¢ntico
La cinco veces campeona marroqu¨ª de surf se abri¨® camino en un deporte en el que no hay muchas mujeres. Pero, adem¨¢s de como atleta, lo hizo como empresaria
Una ma?ana de un s¨¢bado, Maryam El Gardoum (Tamghart, Marruecos, 26 a?os) avanza por las calles de Taghazout, un rinc¨®n pesquero y la meca del surf de la costa marroqu¨ª, a escasos kil¨®metros de Agadir. A cada paso que da, alguien la para y la abraza, intercambia una mirada con ella o le manda un saludo desde lejos. La joven bereber que aprendi¨® de ni?a a sortear las olas en la playa de Devil¡¯s Rock es hoy un referente en este deporte acu¨¢tico, en el que se ha proclamado cinco veces campeona en su pa¨ªs.
El Gardoum es adem¨¢s una de las pocas mujeres marroqu¨ªes, si no la ¨²nica, que dirige una escuela de surf en esta parte de la costa del Atl¨¢ntico, donde la mayor¨ªa de negocios relacionados con deportes del mar est¨¢n regentados por hombres, muchos extranjeros. La joven fund¨® Dihya Surf School a finales de 2022, cuando una lesi¨®n la oblig¨® a descansar un tiempo. ¡°Bendita lesi¨®n¡±, bromea entre risas durante una entrevista con este medio.
De afici¨®n a negocio
Con tan solo 11 a?os, El Gardoum se subi¨® por primera vez a una tabla. Y aprendi¨® de los hombres de su familia y amigos, a quienes llama ¡°hermanos del surf¡±. ¡°El d¨ªa que cog¨ª la primera ola, mi vida cambi¨®¡±, cuenta. Por aquel entonces, no hab¨ªa escuelas de este deporte en las costas de Taghazhout y en su vecina Tamghart, de donde la deportista es originaria, decenas de hombres se api?aban con las ca?as de pescar. ¡°Mi padre era pescador y mi madre recog¨ªa mejillones de las rocas. ?ramos y somos una familia de clase media-baja¡±, apunta.
¡°El surf no era tan masivo como es ahora. Despu¨¦s de mucho insistir, construyeron la primera escuela en 2003, y no como un reclamo tur¨ªstico, sino como un lugar donde los chavales locales pod¨ªan aprender a surfear de verdad¡±, cuenta. Los primeros centros de ense?anza estaban en manos de extranjeros, principalmente brit¨¢nicos y sudafricanos, pero pronto tambi¨¦n se convirti¨® en una oportunidad de negocio para los locales. ¡°Muchos aprendemos de lo que nos ense?an estos grandes negocios del surf. No solo eso, sino que, adem¨¢s, nos brindan con oportunidades laborales. La gente joven puede dedicarse a ser instructores, gu¨ªas o cualquier trabajo relacionado¡±, a?ade.
El d¨ªa que cog¨ª la primera ola, mi vida cambi¨®
Antes de esta fiebre del surf, las principales fuentes de ingreso de los habitantes en esta zona de Marruecos eran la pesca, las plantaciones de pl¨¢tanos y la producci¨®n de aceite de arg¨¢n. Hoy, ¡°el surf es el negocio estrella¡±, afirma El Gardoum. ¡°Ya no hablamos de una afici¨®n o de un deporte. En mi caso, antes era un pasatiempo, luego pas¨® a ser mi trabajo como atleta nacional y, ahora, es mi principal fuente de ingresos¡±.
Antes de que El Gardoum se lanzara al mundo del emprendimiento, pis¨® el primer puesto del podio marroqu¨ª hasta en cinco ocasiones. Y tambi¨¦n represent¨® a su pa¨ªs en citas europeas e internacionales. A pesar del ¨¦xito, las condiciones para seguir labr¨¢ndose una carrera como deportista de ¨¦lite no eran f¨¢ciles. ¡°Ser atleta en Marruecos es un camino dif¨ªcil. No hay suficiente financiaci¨®n y menos a¨²n en el surf¡±, desvela. Con m¨¢s gastos que ingresos, El Gardoum tuvo que abandonar las competiciones. ¡°La federaci¨®n marroqu¨ª no me ayud¨® a continuar y el dinero que me daban los patrocinadores no daba para pagar nuevo material, las clases privadas para mejorar mi rendimiento y habilidades o todos los gastos que involucraban un viaje al extranjero para competir en otros pa¨ªses¡±, explica.
¡°Antes de mi primera competici¨®n, no ten¨ªa nada de dinero. Mis amigos y mis padres me ayudaban como pod¨ªan. Lo hac¨ªan a ciegas porque nadie pod¨ªa imaginar que iba a ganar¡±, cuenta. En 2011, consigui¨® que la tomaran en serio. ¡°Se dieron cuenta de que una mujer bereber tambi¨¦n pod¨ªa surfear como un hombre marroqu¨ª¡±. Echa de menos competir, se sincera, pero la comunidad surfera ya no es lo que era: ¡°Ahora somos m¨¢s, y tambi¨¦n mejores, pero no hay un sentimiento de compa?erismo. El negocio se ha comido a la pasi¨®n por el surf¡±.
Recuperar y transmitir la pasi¨®n por el surf
Una motivaci¨®n importante para fundar una escuela de surf, asegura, fue pasar por una mala experiencia laboral. ¡°Empec¨¦ trabajando en otra de las grandes escuelas de la zona. Primero como instructora y poco despu¨¦s como responsable de la administraci¨®n y la gesti¨®n de las reservas¡±, cuenta. No se sent¨ªa apreciada. ¡°Lloraba antes de llegar a la oficina¡±, recuerda. Fue entonces cuando se dio cuenta de que quer¨ªa trabajar por y para ella. ¡°Puedo levantarme con mis propios pies, ten¨ªa que hacer algo por mi cuenta. Con cari?o y pasi¨®n¡±.
Desde entonces, y sin perder la vista a sus or¨ªgenes bereberes, El Gardoum gestiona su escuela, que promociona a trav¨¦s de sus redes sociales y su sitio web, e imparte clases individuales y grupales. Sus clientes m¨¢s frecuentes son mujeres j¨®venes que llegan de Alemania, Pa¨ªses Bajos, Suiza o Nueva Zelanda. ¡°A veces es dif¨ªcil controlar la carga de trabajo, pero soy la ¨²nica que puede sacar este negocio adelante¡±.
El Gardoum sue?a con disponer de unas instalaciones f¨ªsicas en las que reunir a sus alumnos, dar clases te¨®ricas y formar un equipo de mujeres marroqu¨ªes relacionadas con el mundo del surf. ¡°Uno de mis objetivos para el pr¨®ximo a?o es construir un bungal¨® en la playa. As¨ª podr¨¦ formar a chicas que, como yo, sue?an con dedicarse a este deporte¡±, avanza.
¡°Vivimos en un pa¨ªs en el que te ense?an a no hablar, a no quejarte. Si queremos mostrar lo que valemos, solo podemos demostrarlo con hechos y con el reconocimiento p¨²blico de los dem¨¢s. Hoy puedo decir que se respeta mi trabajo como mujer y surfista¡±. Unos segundos despu¨¦s, un grupo de chicas se acercan a la joven. Son algunas de sus alumnas. El Gardoum sonr¨ªe.
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