Las mujeres toman el relevo de la defensa de los r¨ªos
Sebasti¨¢n Alonzo fue asesinado en una protesta contra una hidroel¨¦ctrica que pretend¨ªa desviar el agua de su comunidad en Guatemala. Aunque el proyecto perdi¨® a su principal financiador, sus vecinos mantienen la lucha
Mar¨ªa Bautista, una maestra de primaria de 39 a?os de San Mateo Ixtat¨¢n, una remota comunidad de Huehuetenango, en el norte de Guatemala, recuerda el momento en el que su vida dio un giro: la muerte de su vecino y compa?ero de lucha Sebasti¨¢n Alonzo, un campesino de 68 a?os que en 2017 fue herido de bala en una protesta contra la implantaci¨®n de un proyecto hidroel¨¦ctrico en el valle Ixquisis, un oasis de r¨ªos y plantaciones a 45 kil¨®metros al norte de su ciudad.
¡°Cuando mataron a Sebasti¨¢n Alonzo fue una intimidaci¨®n. Fue como decirnos: ¡®No se manifiesten m¨¢s¡¯. Pero, al contrario, nos empuj¨® a continuar la lucha y a organizarnos m¨¢s¡±, dice Bautista desde una terraza que da a su restaurante, mientras portea a su nieto. Despu¨¦s de ver c¨®mo la oposici¨®n a la hidroel¨¦ctrica se convirti¨® en violencia contra su comunidad, esta mujer que viste un huipil bordado t¨ªpico del pueblo maya chuj, decidi¨® ponerse en primera l¨ªnea de la lucha por la defensa de su tierra.
Aunque vive en San Mateo Ixtat¨¢n, Bautista, posee un modesto terreno con una casa de l¨¢minas en el valle Ixquisis, en el pueblo de Yulch¨¦n Frontera, al lado del r¨ªo que amenazaba con desviar la hidroel¨¦ctrica. Seis a?os despu¨¦s de la muerte del agricultor, la necesidad de defender el agua ha colocado a mujeres como ella en el centro de una batalla por la supervivencia. ¡°Al principio, s¨ª costaba un poco la participaci¨®n de las mujeres¡±, confiesa Bautista. ¡°A veces ten¨ªamos que quedarnos en casa, pero ya despu¨¦s fuimos perdiendo el miedo. Y tambi¨¦n demostramos el apoyo a los compa?eros, que tambi¨¦n nosotras podemos luchar y podemos participar. Ha sido un poco lento, pero no imposible¡±.
Todo empez¨® en 2010 con la llegada de la empresa hidroel¨¦ctrica guatemalteca PDH (ahora Energ¨ªa y Renovaci¨®n), que marc¨® el principio del conflicto por los recursos naturales en el valle. ¡°Vinieron a enga?ar a la gente viendo las necesidades que tenemos¡±, recuerda amargamente.
Frijoles rojos, ma¨ªz, trigo, caf¨¦, cardamomo: todo crece en el valle de Ixquisis, generosamente regado por el R¨ªo Negro, con sus aguas oscuras, el R¨ªo Pojom, que aprecian especialmente los ni?os por su tranquilidad, y el R¨ªo Yalowitz, ancho, orgulloso y seguro de su fuerza. Peces, algas y cangrejos pueblan los r¨ªos de esta tierra f¨¦rtil. A pesar de toda la riqueza natural de la regi¨®n, el acceso a la red el¨¦ctrica no est¨¢ bien desarrollado y sus habitantes, en su mayor¨ªa ind¨ªgenas chuj y kanjobal, tienen muy poco y emigran en masa a Estados Unidos.
Por eso, cuando lleg¨® la empresa hidroel¨¦ctrica y convoc¨® a los ocho pueblos del valle de Ixquisis a una reuni¨®n prometiendo la construcci¨®n de escuelas, el acceso al agua potable, centros de salud y, sobre todo, la tan anhelada electricidad, la mayor¨ªa de los habitantes se entusiasmaron.
Mar¨ªa Bautista conoce la ley: tiene estudios superiores ¡ªestudi¨® para ser maestra de primaria¡ª y domina el espa?ol, algo poco frecuente en esta regi¨®n. Despu¨¦s de que llegara la empresa en 2010, identific¨® incoherencias en su propuesta. Seg¨²n la legislaci¨®n guatemalteca, la generaci¨®n y la distribuci¨®n de electricidad son dos actividades separadas. Ella sab¨ªa que el Instituto Nacional de Electrificaci¨®n de Guatemala es la ¨²nica entidad autorizada para desarrollar la red el¨¦ctrica y distribuir la electricidad. Por lo tanto, sab¨ªa que esta compa?¨ªa no estaba facultada para ofrecer garant¨ªas sobre su distribuci¨®n a nivel local.
¡°Ellos ya llevaban un acta donde hac¨ªan firmar a la gente. Me di cuenta de que los compa?eros no entend¨ªan mucho lo que le¨ªan y que nos ment¨ªan. Entonces yo opin¨¦ y, gracias a mi opini¨®n, la gente no firm¨®¡±, cuenta Bautista. Ella fue la primera persona que se opuso al proyecto hidroel¨¦ctrico. Despu¨¦s se le sumaron otras madres y, m¨¢s tarde, m¨¢s vecinos se dieron cuenta de que hab¨ªan sido manipulados: la electricidad producida por el proyecto no abastecer¨ªa al valle, sino que ir¨ªa a la red central de electricidad.
A pesar de la oposici¨®n de parte de la poblaci¨®n, en 2013 la empresa obtuvo financiaci¨®n de BID Invest para la construcci¨®n de dos centrales. Este organismo privado, filial del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que tiene entre sus objetivos contribuir al desarrollo sostenible de la regi¨®n y que recibe fondos de 48 pa¨ªses, decidi¨® financiar el proyecto por valor de 13 millones de euros.
Con el liderazgo de vecinos como Mar¨ªa Bautista, Yulch¨¦n Frontera se transform¨® r¨¢pidamente en el coraz¨®n de la oposici¨®n al proyecto hidroel¨¦ctrico. Y el lugar donde ahora nadie olvida la muerte violenta del patriarca de la comunidad.
Sebasti¨¢n Alonzo era un hombre de pocas palabras. Como todos los ancianos, era respetado por su comunidad. Su voz contaba doble en las reuniones comunitarias, en las que se tomaban las decisiones importantes. El informe policial elaborado tras su muerte lo define como un hombre soltero, sin estudios, de tez morena, ojos casta?os, cejas ligeramente pobladas, nariz aguile?a, labios finos, pelo sal y pimienta, bigote afeitado y de aproximadamente 1,65 metros.
Su hijo Juan, de 28 a?os, tartamudea desde el d¨ªa en que fue testigo de su muerte. Dos de sus cuatro hijas se sientan en sus rodillas mientras lo recuerda. ¡°Siempre est¨¢bamos trabajando en el campo con mi padre. ?l estaba muy involucrado en la comunidad en la lucha por los recursos naturales. Dec¨ªa que era una lucha por nuestros hijos y nuestros nietos m¨¢s despu¨¦s. Fue por eso que asesinaron a mi pap¨¢¡°.
Cuando el padre viv¨ªa, ambos sal¨ªan de casa antes de que amaneciera, machete en mano, a limpiar sus campos. Regresaban despu¨¦s de largas horas de trabajo, bajo un sol abrasador, cargando en sus espaldas el caf¨¦ y el cardamomo reci¨¦n cortado. Sus cultivos necesitan mucha agua y la vida de las familias del valle depende de los r¨ªos. Cuando se dieron cuenta de que el r¨ªo que riega sus tierras estaba amenazado por el proyecto hidroel¨¦ctrico de Energ¨ªa y Renovaci¨®n, decidieron oponerse. Su hijo cuenta que, una vez, su padre se encontr¨® con un trabajador de la empresa que le confes¨® que estaban construyendo un t¨²nel para desviar el r¨ªo Pojom. ¡°Pero ,?nos van a dejar sin nada?¡±, le interpel¨® entonces. Su oposici¨®n fue firme hasta el d¨ªa de su muerte.
En 2017 ya se hab¨ªa ejecutado el 30% del proyecto final. El monte Yal Witz, considerado sagrado por la poblaci¨®n, fue dinamitado para desviar el r¨ªo Pojom. La empresa ten¨ªa previsto modificar otros cuatro cursos de agua: los r¨ªos Primavera, Varsovia, Palmira y Negro. Las manifestaciones contra el proyecto se hicieron cada vez m¨¢s fuertes y convocaron a m¨¢s gente. El 17 de enero de 2017, entre 600 y 1.000 personas de diferentes municipios de los alrededores de San Mateo Ixtat¨¢n se manifestaron en Ixquisis contra Energ¨ªa y Renovaci¨®n.
All¨ª estaba Sebasti¨¢n Alonzo como de costumbre con los que ¨¦l llamaba sus compa?eros de lucha. Drones de la empresa sobrevolaban el recorrido de la marcha. Un poblador utiliz¨® un tirachinas para derribar un dron, que cay¨® al suelo antes de ser pisoteado por la multitud. Justo cuando la protesta llegaba a un prado, individuos armados comenzaron a disparar. Los manifestantes intentaron huir.
Los disparos dispersaron a la multitud. Todos salieron corriendo, salvo Sebasti¨¢n Alonzo. Su cuerpo yac¨ªa inm¨®vil en el suelo y su camiseta verde estaba empapada de sangre. ¡°Cuando mir¨¦ para atr¨¢s, ya estaba tirado y ten¨ªa un golpe en su ojo y un machetazo en la mejilla¡±, recuerda su hijo Juan. El hombre permaneci¨® all¨ª cuatro horas sin asistencia m¨¦dica. Cuando sus amigos regresaron, segu¨ªa en el suelo. Ten¨ªa dos heridas de bala, una en la nuca y otra en el pecho, pero a¨²n estaba vivo. Alonzo muri¨® unas horas despu¨¦s, mientras era trasladado al hospital m¨¢s cercano, a tres horas de Ixquisis.
Como Sebasti¨¢n Alonzo, 1.910 defensores del medio ambiente asesinados en el mundo desde 2012, la mayor¨ªa de ellos en Am¨¦rica Latina, la regi¨®n m¨¢s peligrosa para ser ambientalista del mundo. Como en el 95% de los asesinatos de ecologistas en todo el mundo, el crimen sigue impune hasta la fecha.
Cristian Otzin, abogado especializado en la defensa de los derechos ind¨ªgenas, a quien la familia Alonzo encarg¨® la investigaci¨®n del asesinato, sostiene que fueron guardias de seguridad privada de Energ¨ªa y Renovaci¨®n quienes dispararon contra los manifestantes e hirieron de muerte a Sebasti¨¢n Alonzo en 2017. ¡°Es la hip¨®tesis m¨¢s probable¡±, dice. Cinco a?os despu¨¦s, los documentos de la investigaci¨®n sobre la muerte del agricultor, se reducen a un lac¨®nico: ¡°Investigaci¨®n en curso¡±.
Entrevistado en su despacho en una exclusiva zona de Ciudad de Guatemala, Alfonso de Le¨®n, director de Obras de Energ¨ªa y Renovaci¨®n, asegura que los guardias de seguridad no fueron responsables de los disparos que acabaron con su vida. ¡°Para ellos [los manifestantes], todo es responsabilidad de la empresa. Si llueve o no llueve, es culpa de la empresa¡±, se lamenta De Le¨®n, quien dijo haber estado en la zona el d¨ªa del asesinato de Alonzo. ¡°Corresponde a las autoridades determinar qu¨¦ pas¨® ese d¨ªa¡±, dice. Hasta la fecha, aparte de algunos interrogatorios a testigos, la polic¨ªa no ha realizado ninguna investigaci¨®n en profundidad sobre estos hechos.
Adem¨¢s del asesinato de Sebasti¨¢n Alonzo, entre 2014 y 2022, la Asociaci¨®n Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA) ha registrado casi un centenar de agresiones como intimidaciones, mascotas envenenadas o palizas en contra de opositores al proyecto hidroel¨¦ctrico del valle de Ixquisis. Durante meses, Mar¨ªa Bautista tambi¨¦n recibi¨® amenazas de muerte an¨®nimas todos los d¨ªas. ¡°Me dec¨ªan que no me meta en este problema y que no llorara cuando me iba a pasar algo porque ya me hab¨ªan avisado¡±.
A medida que se iban sumando al movimiento, las mujeres como ella se convirtieron en blanco de amenazas. ¡°Unos que estaban a favor de la empresa, porque estaban pagados, nos trataban muy mal por ser mujeres. A las que nos manifest¨¢bamos nos trataban de putas, nos prohib¨ªan el tr¨¢nsito y nos amenazaban de que nos iban a violentar. Nos daba miedo caminar solas de noche¡±, recuerda. Pero a pesar del temor, eso no la detuvo. ¡°Al principio, mi familia no estaba tan de acuerdo en esta lucha y hasta ahora siempre me dicen mis padres: ¡®Bueno, ten cuidado, cu¨ªdate mucho. No nos gusta que est¨¦s metida en esto, no nos gusta, ya no vayas¡¯. Pero yo digo es que siento que es un trabajo que empec¨¦ y tengo que terminar¡±. Las mujeres lideradas por Bautista se organizaron y comenzaron a documentar c¨®mo les afectaba la presencia de la empresa y la modificaci¨®n de los r¨ªos.
Despu¨¦s de una queja interpuesta por la comunidad ante el Mecanismo Independiente de Control e Investigaci¨®n del BID (MICI), el BID decidi¨® retirar los fondos de apoyo al proyecto. Era la primera vez que algo as¨ª pasaba en su historia. El banco de desarrollo aleg¨® que la empresa no hab¨ªa revelado que hab¨ªa pueblos ind¨ªgenas en el lugar, cuando en realidad estos constitu¨ªan el 86% de la poblaci¨®n. Tambi¨¦n asegur¨® que les hab¨ªan dicho que la electricidad del proyecto ir¨ªa a la red central sin pasar por el pueblo, a pesar de lo que hab¨ªan prometido a los lugare?os. Tras la p¨¦rdida de su mayor financiador, el proyecto se encuentra paralizado. Pero el abogado Alfonso de Le¨®n sigue confiando en su desarrollo: ¡°Tiene viabilidad t¨¦cnica y social y debe continuar¡±, defiende.
El papel de las mujeres tambi¨¦n fue clave para el retiro de los fondos al proyecto: el MICI reconoci¨® que el proyecto no cumpl¨ªa con su pol¨ªtica de g¨¦nero, ya que las mujeres estaban particularmente perjudicadas, al ser las que m¨¢s depend¨ªan del agua de los r¨ªos. ¡°?Sin agua, estamos acabadas! Yo, desde las 5 de la ma?ana, uso el agua del r¨ªo para calentar el caf¨¦, y luego para cocinar y beber y para limpiar la ropa, como todas las mujeres de aqu¨ª¡±, dice Catalina, una campesina de Bella Linda, uno de los pueblos del valle, que est¨¢ embarazada de su quinto hijo. ¡°El mejor futuro que podemos dar a nuestros hijos es proteger el agua¡Se lo debemos a Sebasti¨¢n¡±, a?ade.
¡°El r¨ªo es un lugar de convivencia para las mujeres, por eso tambi¨¦n somos protagonistas en esta lucha¡±, coincide Mar¨ªa Bautista. Las mujeres, ahora formadas en derecho con el apoyo de asociaciones internacionales, asisten y toman la palabra en las asambleas en las que se decide el futuro del pueblo. Al salir de una reuni¨®n en Ixquisis, un grupo de cinco mujeres conversa. ¡°Ahora sentimos que somos parte de las decisiones y que nuestra opini¨®n sirve¡±, dice la m¨¢s joven de ellas. Al concluir la asamblea, Mar¨ªa Bautista se emociona: ¡°Me ha conmovido porque hay pocas oportunidades de que las compa?eras mujeres puedan expresarse, que puedan defenderse¡±.
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