Los j¨®venes que mantienen el legado del futbolista asesinado por defender el agua
Desde el asesinato de Haroldo Betcel, un jugador de f¨²tbol y ambientalista, la lucha por el agua se ha intensificado en el pueblo amaz¨®nico de Tiningu
Con sus botas y una gorra para protegerse del sol, Alissa Mota camina en el bosque de Tiningu, una peque?a localidad en el l¨ªmite de la selva amaz¨®nica, en el norte del Estado de Par¨¢. Es d¨ªa de servicio en la comunidad. Como cada tres meses, la joven de 21 a?os convence a un grupo de voluntarios para ayudar a mantener el microsistema comunitario de acceso al agua potable del pueblo. Kil¨®metros de tuber¨ªas conectan una fuente de agua en las monta?as hasta los inodoros, los grifos de los habitantes y el centro de salud. Esta actividad es crucial en el pueblo de 300 habitantes que est¨¢ en el centro de una lucha feroz por el agua frente a los grandes terratenientes, los fazendeiros.
Mientras Alissa comprueba una a una que las tuber¨ªas est¨¢n bien conectadas para evitar la p¨¦rdida de agua, recuerda la muerte violenta de Haroldo Betcel, estrella de f¨²tbol local que usaba su fama para defender el agua de la comunidad. A los 34 a?os, fue apu?alado por la espalda con un destornillador por el empleado de una fazenda. ¡°Parte de los habitantes de la comunidad ni recuerdan que lo mataron por defender nuestro agua y yo creo que es un legado que tenemos que continuar. No podemos ser cobardes, los j¨®venes tenemos que proteger nuestro pueblo¡±, dice. ¡°Sin este trabajo colectivo que hacemos, la comunidad ya no tendr¨ªa acceso al agua¡±.
A pesar de que se fue a vivir a 80 kil¨®metros del pueblo, en la ciudad de Santar¨¦m para estudiar, Alissa vuelve cada fin de semana a su pueblo para ayudar su comunidad. Forma parte de un grupo de j¨®venes ¡ªentre ellos varios excompa?eros de f¨²tbol de Haroldo Betcel¡ª movilizados en torno a la Asociaci¨®n Tiningu, que mantienen la lucha por el agua que le cost¨® la vida al futbolista m¨¢s famoso del pueblo.
Tiningu era originalmente un quilombo, un pueblo fundado por esclavos fugitivos negros. Desde principios de los 2000, las f¨¦rtiles tierras de la regi¨®n empezaron a ser codiciadas. Numerosos agricultores y fazendeiros vinieron a instalarse a la regi¨®n para cultivar cereales y dedicarse a la piscicultura; unas actividades que requieren un uso intensivo del agua. Con sus cinco fuentes de aguas naturales, empez¨® una lucha intensa por los recursos h¨ªdricos.
¡°La comunidad hab¨ªa instalado un primer microsistema de acceso al agua potable, gracias a una recaudaci¨®n de fondos, 40 tubos de seis metros conectados a otro punto de agua que el que usamos ahora¡±, recuerda Ademil Mart¨ªnez Riveira, presidente de la Asociaci¨®n Tiningu entre 2014 y 2018 y t¨ªo de Haroldo Betcel.
Cleia Betcel, la viuda del futbolista de 41 a?os, recuerda el momento en que las tensiones empezaron a crecer en el pueblo. Fue cuando un fazendeiro que se instal¨® en Tiningu y dijo que la fuente de agua que usaban en el pueblo le pertenec¨ªa. ¡°Ah¨ª mi marido reaccion¨® porque el agua es de todos¡±, dice.
Vel, como le conoc¨ªan, fue un delantero emblem¨¢tico que jug¨® en dos equipos paraenses. Era uno de esos futbolistas que no dejaba que lo pisotearan y que se mostraba virulento con el ¨¢rbitro. Cuando estall¨® un conflicto por el acceso al agua en Tiningu, puso su energ¨ªa en defender a su comunidad.
Silvio Tadeu ten¨ªa un terreno de 15 hect¨¢reas en Tiningu en el que criaba peces. Reclam¨® la plena propiedad del punto de agua situado en sus tierras y que abastec¨ªa a todo el pueblo, especialmente al centro de salud comunitario. Tambi¨¦n prohibi¨® que los ni?os se ba?aran en los arroyos que consideraba suyos. Betcel sab¨ªa por su mujer, enfermera, que un empleado de la hacienda de Tadeu cortaba el agua del centro de salud ¡°una o dos veces por semana¡±, impidiendo as¨ª el funcionamiento de una parte de la maquinaria sanitaria. Los estragos de estos comportamientos eran incalculables, ya que el hospital m¨¢s cercano a la localidad se encuentra a 45 kil¨®metros.
El futbolista se enfrent¨® en varias ocasiones a Doriedson Rodrigues Da Silva, el empleado de la fazenda, para que dejara de cortar el acceso al agua al centro de salud de la comunidad. Todos los intentos fueron en vano. Las peleas se volvieron diarias hasta el domingo 29 de septiembre de 2018. Despu¨¦s de un torneo de f¨²tbol, Haroldo Betcel fue atacado por la espalda con un destornillador por Da Silva. El futbolista muri¨® de camino al hospital.
¡°Intent¨¦ decirle varias veces que dejara de meterse en l¨ªos, aqu¨ª las disputas por los recursos naturales son delicadas, pero no pudo evitarlo¡±, se lamenta Cleia. El nombre de su esposo aparece en la lista de Global Witness de los 1.910 defensores del medio ambiente asesinados en el mundo desde 2012. Unas 500 personas asistieron al funeral de Haroldo Betcel y se convirti¨® en un s¨ªmbolo de la resistencia. Doriedson fue detenido en 2021 por otro asesinato que cometi¨® en otra localidad. El 16 de febrero de 2023 fue condenado ante un jurado popular a veinte a?os de c¨¢rcel por el asesinato del defensor del medio ambiente.
Pero la condena no puso fin al conflicto que atraviesa la comunidad por los recursos h¨ªdricos. En el ¨²ltimo lustro, los densos bosques que rodean Tiningu se han convertido en una inmensa pradera verde utilizada para el cultivo de soja transg¨¦nica, que requiere mucha agua y pesticidas. Las comunidades est¨¢n siendo invadidas por estas enormes explotaciones, que legalmente solo pueden cultivar el 20% de sus tierras, aunque esta ley apenas se aplica.
Alrededor de una de las cuencas, no lejos de la fuente de agua de las monta?as que utilizan en Tiningu para beber, muere un ¨¢rbol tras otro. ¡°Est¨¢ todo contaminado por los fazendeiros que rodean el pueblo y al cultivo intensivo de soja¡±, lamenta Alissa Mota. Lo que le preocupa tambi¨¦n son los dos arroyos porque el agua est¨¢ estancada y turbia. Antes eran charcas de agua cristalina.
La comunidad vecina a Tiningu est¨¢ en primera l¨ªnea de este conflicto por el agua. El pueblo ind¨ªgena munduruku de A?aizal est¨¢ soportando todo el peso de la acelerada carrera por la soja, una situaci¨®n que, para el expresidente de Tiningu, Ademil Mart¨ªnez Riveira, podr¨ªa tener que enfrentar tambi¨¦n su pueblo si no siguen luchando.
La comunidad est¨¢ invadida por gigantescas explotaciones de varios centenares de hect¨¢reas. Los habitantes viven con el hedor de los pesticidas rociados en masa en tierras que antes eran suyas. Manoel da Rocha, autoridad ind¨ªgena que representa a cinco comunidades, entre ellas A?aizal, est¨¢ constantemente en alerta, tras haber recibido varias amenazas p¨²blicas de los mayores agricultores de la regi¨®n. En junio, su adjunto entr¨® en una propiedad para observar la deforestaci¨®n y acab¨® siendo localizado por dos empleados de la finca a caballo que le amenazaron de muerte.
¡°Nuestros r¨ªos pasan por la comunidad de A?aizal y, si nadie detiene a los grandes terratenientes, no tendremos m¨¢s agua y no podremos ba?arnos¡±, dijo Alissa Mota en una reuni¨®n con los l¨ªderes de A?aizal en la primavera de 2022.
Desde el 15 de octubre 2018 y gracias a las acciones legales emprendidas por el clan de Haroldo Betcel, el pueblo Tiningu es reconocido oficialmente como tierra de descendientes de esclavos. Ratificada en 1988, la Constituci¨®n Federal de Brasil garantiza a los descendientes de esclavos el derecho de posesi¨®n permanente e intransferible sobre las tierras tradicionalmente ocupadas. Por lo tanto, este reconocimiento oficial es un primer paso por la ¡°demarcaci¨®n¡± de este territorio. Es decir, para que este territorio pase a pertenecer de forma colectiva a la comunidad quilombola. Ello impedir¨ªa que los fazendeiros puedan instalarse o comprar tierras en el territorio Tiningu sin el acuerdo colectivo de toda la comunidad. Es la ¨²nica esperanza de los aldeanos.
Ello les permitir¨ªa expropiar a Silvio Tadeu, as¨ª como a otros agricultores que viven en las tierras circundantes, a cambio de una compensaci¨®n econ¨®mica que el Estado proporcionar¨ªa. Esperan poder recuperar 15 parcelas en las que se encuentran los puntos de agua m¨¢s estrat¨¦gicos.
Mientras, la comunidad organiza torneos de f¨²tbol semanales, que son la ocasi¨®n de recaudar fondos que sirven para obtener ayuda jur¨ªdica, financiar mejoras en el sistema de acceso al agua o ayudar a quien lo necesite. Alissa Mota se encuentra en el estadio para apoyar al equipo Tiningu y la causa del pueblo. Para recaudar fondos, puede contar con la ayuda de todos los excompa?eros de equipo de Haroldo Betcel.
Wenesow Mota era el mejor amigo de futbolista, con quien compart¨ªa colores. Desde las gradas del terreno de f¨²tbol, dice que no se rendir¨¢n: ¡°Pensaban que bajar¨ªamos la cabeza, pero somos unos cuantos que no lo haremos. Ahora hicimos todos los procedimientos legales para obtener la demarcaci¨®n, solo falta un Estado que tenga el coraje de d¨¢rnosla¡±.
El 20 de noviembre del 2023, d¨ªa de la conciencia negra, Luiz Inacio Lula da Silva, presidente del pa¨ªs, anunci¨® un plan de ¡°igualdad racial¡± que consiste en avanzar con el proceso de demarcaci¨®n de tierras quilombolas, lo que denomin¨® el ¡°pago de una deuda hist¨®rica¡±. La poblaci¨®n local espera que su lucha triunfe por fin. ¡°Todo el equipo de f¨²tbol de los Tiningu y muchos de los habitantes estaremos presionando para que por fin nuestras tierras est¨¦n protegidos por ley¡±, dice Wenesow Mota.
¡°Algunos piensan que la batalla ya est¨¢ perdida y ya han abandonado el pueblo, pero yo no¡±, dice por su parte Alissa en alusi¨®n a los vecinos que est¨¢n vendiendo sus tierras. ¡°Yo he nacido aqu¨ª y quiero que un d¨ªa mis hijos puedan vivir aqu¨ª como yo¡±.
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