Sobrevivientes de pederastia: ¡°Los pol¨ªticos no nos pueden seguir fallando¡±
Bogot¨¢ acoge la primera Conferencia Mundial para erradicar la violencia contra la ni?ez. Expertos de 130 pa¨ªses trazar¨¢n una hoja de ruta para acabar con el matrimonio infantil, el castigo corporal y la mutilaci¨®n genital
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A Victoria Marichal su psic¨®loga le dijo que la violaci¨®n que sufri¨® a los 17 a?os en Uruguay fue porque ella ¡°lo provoc¨®¡±. La fiscal mexicana del caso de Salvador Cacho sobre violencia sexual infantil se?al¨® a su madre como ¡°responsable del 50% de la culpa¡± por no haberlo ¡°vigilado¡±. La m¨¦dico forense que llevaba el caso de la boliviana Mar¨ªa Mart¨ªnez le dijo que ¡°era imposible¡± que hubiera habido penetraci¨®n en los episodios de m¨¢s de cinco a?os de agresiones sexuales porque ¡°a¨²n ten¨ªa himen¡±. Las historias de violencia sexual en Am¨¦rica Latina se parecen mucho entre s¨ª. M¨¢s del 80% se dan en entornos considerados seguros por los ni?os, los perpetradores son hombres mayores que ellos y cercanos a la familia o el colegio y los pocos casos que llegan a los tribunales son, en un gran porcentaje, revictimizantes. ¡°Los pol¨ªticos no nos pueden seguir fallando¡±, sentencia Mart¨ªnez. ¡°Quedan muchas deudas por saldar¡±, a?ade Cacho. ¡°Con nosotros, que ya somos adultos, y con quienes est¨¢n siendo v¨ªctimas ahora¡±.
Los datos son insoportables. M¨¢s de mil millones de personas en el mundo -una de cada ocho- fue v¨ªctima de pederastia; 650 millones de ellas fueron mujeres, de acuerdo con datos de Unicef publicados este martes. En Am¨¦rica Latina y el Caribe son m¨¢s de 45 millones. Tocamientos por parte de hombres de confianza que aseguran ser ¡°solo un juego¡±, violaciones en el patio de la casa familiar o felaciones a ni?os que nadie cree. Estas situaciones, tan frecuentes como espantosas, reunir¨¢n este jueves y viernes a m¨¢s de 130 pa¨ªses en la primera Conferencia Mundial para erradicar la violencia contra la ni?ez. El evento, que se celebra en Bogot¨¢, contar¨¢ con la presencia de 75 ministros, decenas de sobrevivientes y una larga lista de expertos del m¨¢s alto nivel. El objetivo es com¨²n: empezar a hablar de la violencia hacia los m¨¢s peque?os en pasado.
A Mart¨ªnez a¨²n le cuesta conjugar en pasado las secuelas que le provocaron las repetidas violaciones desde los 6 a los 11 a?os. A¨²n sigue en tratamiento psicol¨®gico y psiqui¨¢trico y las pesadillas vuelven recurrentemente. Pero, tras las autolesiones y los des¨®rdenes alimenticios, cuentan, queda la superaci¨®n. Esta superviviente boliviana fue abusada por dos primos en el patio trasero de la casa hasta perder la cuenta. Call¨® por a?os. Solo logr¨® hablar cuando descubri¨® que sus mismos perpetradores hab¨ªan violentado primero a su hermana mayor y, a?os despu¨¦s, a la menor, de ahora 23 a?os. ¡°Cuando vi los dibujos de mi hermanita en el taller de educaci¨®n sexual, sent¨ª mucha culpa de no haber hablado antes¡±, dice en una videollamada. Ahora, junto a Cacho y Marichal, encuentra m¨¢s resiliencia en el activismo y desde el Movimiento de Valientes.
En Bolivia, el delito de violaci¨®n no prescribe desde abril. Sin embargo, una gran parte de las denuncias de violencia sexual son tipificadas por el delito de estupro, una figura que permite atenuar otros delitos como la violaci¨®n, y que contempla una pena menor, de 2 a 6 a?os de prisi¨®n. ¡°Los Estados tienen que escucharnos a nosotros, porque hemos pasado por eso. Sabemos d¨®nde nos fallaron¡±, explica. En Chile, El Salvador, Colombia, M¨¦xico, Per¨² y Ecuador y otros 27 pa¨ªses del mundo, la pederastia tampoco prescribe. En Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil, s¨ª. Que a las v¨ªctimas se les arrebate el derecho al tiempo tiene consecuencias fatales. Uno de los casos m¨¢s recientes es el suicidio de Milagros Chamorro, una uruguaya a la que violaron grupalmente y a la que la justicia cerr¨® la puerta cuando decidi¨® compartir su historia.
La prescripci¨®n del delito, cuentan los sobrevivientes, es una piedra en el zapato de quien quiere denunciar. Mart¨ªnez, Cacho y Marichal decidieron contarlo, pero son la excepci¨®n. Entre el 70% y el 80% de las v¨ªctimas nunca rompe el silencio. Y, quien decide hacerlo, tarda una media de 24 a?os. ¡°Los que han pasado por esto sienten mucha verg¨¹enza y miedo de que no les crean¡±, explica Marichal, psic¨®loga uruguaya y autora de Por qu¨¦ ahora. Para Leandra Becerra, consultora de la organizaci¨®n Equality Now, esto se debe a los debilitados sistemas judiciales en esta materia: ¡°Aunque hay esfuerzos importantes para incorporar normativas, protocolos y pol¨ªticas p¨²blicas para atender estas violencias, no basta s¨®lo con el cambio normativo. Es necesario robustecer los sistemas judiciales¡±.
El peligro de normalizar la violencia
El doctor Etienne Krug, director encargado del programa de prevenci¨®n de violencia en la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, organizadora junto al Gobierno de Colombia, Suecia y Unicef del evento, coincide. Para ¨¦l, las soluciones tienen que sostenerse sobre cuatro pilares: una legislaci¨®n m¨¢s s¨®lida, trabajo con los padres, recolecci¨®n de datos y deconstrucci¨®n de una sociedad ¡°muy machista a¨²n¡±. ¡°Am¨¦rica Latina y el Caribe ha convivido con la violencia y la tiene muy normalizada¡±, zanja. Es precisamente esta complejidad la que, seg¨²n Steve Miller, director global de protecci¨®n de los ni?os en Save the Children, aleja a los l¨ªderes pol¨ªticos: ¡°La violencia sexual es compleja y se solapa en muchos ¨¢mbitos. Hasta ahora se ha abordado de manera individual, a veces desde la educaci¨®n, la salud o los servicios sociales. Pero los datos y los relatos de los sobrevivientes muestran que se tiene que abordar de manera integral. Eso asusta a muchos pol¨ªticos¡±.
Victoria Marichal pasea por la exhibici¨®n Habitaciones que no callan un d¨ªa antes de la conferencia. En la planta alta del hotel Hilton hay tres espacios recreados por sobrevivientes de pederastia. Un cuarto con s¨¢banas de rosas, cuadros de Jesucristo y un peluche que acompa?¨® a Claudia durante las sucesivas violaciones; una iglesia cat¨®lica con el maniqu¨ª de un ni?o escondido bajo el p¨²lpito y una sala de gimnasio con una joven en ba?ador. ¡°Es una performance muy fuerte, pero que tambi¨¦n resignifica los espacios de la infancia. Cuando piensen en esos lugares, se les vendr¨¢ a la cabeza esta exhibici¨®n, con nosotros, en un espacio seguro¡±, explica.
Lo cuenta en primera persona porque a ella tambi¨¦n le pas¨®. Sufri¨® una violaci¨®n a los 17 a?os y entendi¨® que era el segundo episodio de ese tipo que sufr¨ªa. El primer perpetrador fue su abuelo materno, que la violent¨® de los 4 a los 8 a?os. Si bien logr¨® una condena por la violaci¨®n de su adolescencia, su abuelo muri¨® antes de que ella pudiera denunciar. ¡°Tard¨¦ a?os en reapropiarme de Punta del Diablo ¡ªel pueblo donde sucedi¨®¡ª, volver y decir ¡®este sitio era m¨ªo antes que todo¡±, cuenta. En Uruguay, el 86% de los delitos de violencia sexual quedan impunes. En M¨¦xico, este porcentaje alcanza el 91%. En la mayor¨ªa de pa¨ªses latinoamericanos, explica Paula Ximena S¨¢nchez, de Misi¨®n Internacional de Justicia, ronda el 90%. ¡°A pesar de los altos ¨ªndices de violencia, el acceso a la justicia no corresponde a ese n¨²mero¡±, narra. ¡°La justicia est¨¢ adaptada a los adultos, no a los ni?os. Falta el enfoque en la infancia para dejar de exigirle a un ni?o lo que se le pide a un adulto¡±.
¡°Lo que me pas¨® me marca, pero no me define¡±
Si bien la mayor¨ªa de las v¨ªctimas son mujeres, uno de cada ocho varones ha estado expuesto a estos traumas infantiles. Para Salvador Cacho, el propio patriarcado hace que sea dif¨ªcil sanar esta herida tan honda. Los hechos comenzaron a sus 6 a?os. El primo de su madre abus¨® sexualmente de ¨¦l hasta los 14. Empez¨® con tocamientos y continu¨® con agresiones sexuales que se repitieron asiduamente. ¡°Me dec¨ªa que me iba a ense?ar cosas de ni?os grandes¡±, cuenta. ¡°Cuando eres un ni?o, los abusos no son tan claros y m¨¢s si vienen de una figura tan jerarquizada. Su pap¨¢ era el t¨ªpico macho mexicano. ?C¨®mo me iba a atrever yo a contar lo que me hac¨ªa?¡±, se pregunta.
Aunque su abusador huy¨® a Espa?a, fue detenido por Interpol y est¨¢ en proceso de extradici¨®n a M¨¦xico. Cacho es consciente de que, a pesar de todo, est¨¢ en el porcentaje de los ¡°privilegiados¡± por haberse podido permitir el costo de los abogados y la terapia y por haber tenido a su familia de su lado. Seg¨²n los expertos, de cada 100 casos, 10 se llevan a juicio y s¨®lo uno consigue un fallo. ¡°Estoy esperando a ser parte del 1%¡±, dice.
Muchos a?os de terapia, el apoyo de su familia y un caso judicial que avanza (lento, pero avanza) han sido los pilares sobre los que Cacho grab¨® su mantra: ¡°Lo que me pas¨® me marca, pero no me define¡±. A este mexicano le representa m¨¢s, cuenta, su carrera en marketing, su pasi¨®n por los libros y la pesca. A Marichal, su carcajada alegre y la pasi¨®n por viajar. Y a Mart¨ªnez sus ganas de ayudar desde el activismo y la psicolog¨ªa. ¡°Existe el estigma de que tu vida se arruina despu¨¦s de algo as¨ª¡±, dice Marichal. ¡°Pero la reparaci¨®n es posible¡±.
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