Las lecciones de Rosario y Encarnaci¨®n a Buenos Aires y Asunci¨®n para no vivir de espaldas al r¨ªo
Las dos primeras urbes tienen frentes fluviales accesibles y muy frecuentados, al contrario que las capitales de Argentina y Paraguay
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La cuenca del r¨ªo de la Plata es una de las mayores reservas de agua dulce del planeta. La segunda en Am¨¦rica Latina, despu¨¦s de la Amaz¨®nica. En ella est¨¢n las cataratas de Iguaz¨² y el acu¨ªfero Guaran¨ª, esa bolsa enorme de agua subterr¨¢nea que fluye bajo Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay. No es casualidad que en torno a ¨¦l tambi¨¦n est¨¦n algunas de las ciudades principales de Am¨¦rica, como S?o Paulo, Asunci¨®n, Montevideo y Buenos Aires; adem¨¢s de las secundarias Foz do Igua?u, Ciudad del Este, Encarnaci¨®n, Posadas, Corrientes, Resistencia, Santa F¨¦ y Rosario. Desde que los colonos europeos navegaron por estas aguas, las poblaciones ribere?as han visto pasar toneladas de materias primas americanas para enriquecer a pa¨ªses lejanos. Las ciudades de paso se han consolidado y hoy se relacionan de maneras diversas con los r¨ªos que las atraviesan. El r¨ªo principal de la cuenca del Plata es el Paran¨¢, un pariente del mar en lengua tup¨ª guaran¨ª, que ha marcado el desarrollo urbano de ciudades como Rosario y Encarnaci¨®n.
Rosario es una de esas ciudades de las que se dice que miran al r¨ªo. Naci¨® como puerto y gracias a ¨¦l es la tercera ciudad m¨¢s poblada de Argentina, con dos millones de habitantes en su ¨¢rea metropolitana. A 300 kil¨®metros de Buenos Aires, r¨ªo arriba, y es relativamente nueva, de 1852. No se fund¨® durante la colonia espa?ola como muchas de la regi¨®n, era solo un cruce de caminos entre Asunci¨®n, C¨®rdoba y Buenos Aires. Pero un lugar tan estrat¨¦gico se ha convertido en uno de los puertos m¨¢s importantes de Am¨¦rica, de los primeros en agroexportaciones, que compite con Nueva Orleans, en Estados Unidos y Santos, en Brasil. Aunque hace d¨¦cadas que los puertos industriales rosarinos se sacaron del centro, y a partir del Plan Estrat¨¦gico de 1998 el frente fluvial se convirti¨® en un gran espacio de ocio para la ciudadan¨ªa.
Hoy, Rosario es conocida por su relaci¨®n con el r¨ªo. Para bien y para mal. Adem¨¢s de distribuir soja y ma¨ªz de los grandes monocultivos de Brasil, Paraguay y Argentina, es un epicentro del narcotr¨¢fico internacional. Y all¨ª se multiplica por cinco la tasa de homicidio media argentina. Pero la ciudad m¨¢s violenta de Argentina es tambi¨¦n la m¨¢s verde del pa¨ªs, seg¨²n el Banco Interamericano de Desarrollo, con un promedio de 12 metros cuadrados por habitante. El margen derecho del Paran¨¢ es un parque lineal y la mayor¨ªa de las infraestructuras portuarias se han transformado en espacios de uso p¨²blico; como las escalinatas emblem¨¢ticas del parque Espa?a, construido sobre muelles antiguos, o los silos que albergan el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Rosario (MACRo). En Rosario, miles de personas pasean, practican deporte o toman mate junto al r¨ªo, viendo pasar los barcos de carga. En la otra orilla est¨¢ ¡®la isla¡¯, un ecosistema de humedales que forman parte del gigantesco delta del Paran¨¢.
Es domingo, hace sol y Julio Menna recoge su kayak para ir a la isla. Hoy no ventea como ayer, cuando el r¨ªo se llen¨® de velas y cometas. Rema 20 minutos para juntarse en la playa con amigos y asar un par de s¨¢balos, peces abundantes del Paran¨¢. Ama el r¨ªo desde que tiene memoria: ¡°De ni?o ven¨ªa a remar y nadar con mis padres y abuelos¡±, dice el arquitecto y artista pl¨¢stico. Sus murales colorean la ciudad, inspirados en los paisajes rosarinos. Al lado est¨¢ Pablo Borsani Savoini, que trabaja con los materiales y formas del r¨ªo. ¡°Uso arcillas para crear esculturas y pinturas, centradas en esa tem¨¢tica a partir de los incendios provocados por ganaderos en la isla, que gestaron un movimiento ciudadano en defensa de los humedales¡±, explica. Recuerda c¨®mo esos d¨ªas todo se llenaba de humo. Hoy el cielo es azul y detr¨¢s de la playa, las vacas pastan tranquilas junto a una laguna, con los rascacielos rosarinos de fondo.
¡°La ganader¨ªa despeja de vegetaci¨®n y transforma el ambiente de los humedales, sobre todo por la infraestructura relacionada. Se crean terraplenes y diques que modifican su funcionamiento¡±, afirma Dami¨¢n Lescano, rodeado de peceras. Es biotecn¨®logo y acuarista en el acuario Provincial R¨ªo Paran¨¢, uno de esos nuevos equipamientos junto al r¨ªo. Cree que las actividades en los humedales deber¨ªan regularse: ¡°Se ven como tierras improductivas, pero hay que valorar sus servicios ecosist¨¦micos: evitan inundaciones y gracias a ellos, en Rosario tenemos buena calidad de aire y agua. El Paran¨¢ es marr¨®n rojizo por la arcilla que arrastra, pero las lagunas internas de la isla son transparentes por la filtraci¨®n de las plantas, que tambi¨¦n purifican los vertidos de actividades humanas¡±, dice, y explica que en Rosario todo va directo al r¨ªo porque su enorme caudal lo diluye, pero que tiene l¨ªmite: ¡°No podr¨¢ absorberlo si la ciudad sigue creciendo¡±.
Eso pasa en el r¨ªo de la Plata, incapaz de absorber los vertidos y que est¨¢ entre los m¨¢s contaminados del mundo. Buenos Aires apenas se relaciona con su r¨ªo enorme porque, a diferencia de Rosario, hay pocos accesos. Uno de ellos es la reserva ecol¨®gica Costanera Sur, junto al flamante barrio Puerto Madero, donde el agua de los canales est¨¢ sucia y los peces asoman constantemente sus bocas para sobrevivir. La orilla del r¨ªo de la Plata est¨¢ llena de escombros y vallada, pero algunas personas lo saltan para acercarse al r¨ªo que parece un mar. Ya le queda poco al ambicioso proyecto para descontaminar la cuenca Matanza-Riachuelo, que arroja toneladas de desechos al r¨ªo de la Plata hace siglos, desde La Boca. Un gran paso para que Buenos Aires recupere el paisaje que tiene delante y sus habitantes vuelvan a disfrutar del r¨ªo.
Encarnaci¨®n, la ciudad sumergida; Asunci¨®n, la ciudad que se inunda
Comparada con Buenos Aires o Rosario, Encarnaci¨®n, en el sur de Paraguay, es una ciudad muy modesta. Su ¨¢rea metropolitana apenas supera los 250.000 habitantes, medio mill¨®n si se suman los de Posadas, la capital de la provincia argentina Misiones, justo al otro lado del Paran¨¢. Encarnaci¨®n existe desde 1615, cuando la fundaron los jesuitas, pero su relaci¨®n con el r¨ªo cambi¨® dr¨¢sticamente a finales del siglo XX cuando se construy¨® la represa de Yacyret¨¢, la central hidroel¨¦ctrica que comparten Paraguay y Argentina. Se inundaron 1.600 kil¨®metros cuadrados de bosques, campos agr¨ªcolas y varias poblaciones, incluido parte del centro hist¨®rico de Encarnaci¨®n, donde se ahogaron edificios, el ferrocarril y relaciones sociales. A cambio, la nueva Encarnaci¨®n gan¨® un frente fluvial con paseo y playas. Desde que se inaugur¨® el primer tramo de la Costanera en 2010 lo llaman ¡®Encarna York¡¯.
La avenida bordea 27 kil¨®metros del embalse que ensanch¨® el Paran¨¢ y reafirm¨® a Encarnaci¨®n como destino tur¨ªstico, ahora famoso por sus playas urbanas, adem¨¢s de por las ruinas jesu¨ªticas de sus alrededores. La playa de San Jos¨¦ es la m¨¢s emblem¨¢tica, con puestas de sol sobre el Paran¨¢ y buenas vistas de Posadas. Al lado, siguen en pie el molino harinero y el silo que atestiguan que all¨ª estuvo el centro de Encarnaci¨®n, antes de sumergirlo.
Con ¨¦l bajo agua, miles de personas perdieron su arraigo, y fueron desplazadas a barrios perif¨¦ricos construidos a toda prisa, donde apenas ten¨ªan conexiones sociales ni fuentes de ingresos. ¡°Se pas¨® por encima de lo local¡±, dice Jorge Toledo, arquitecto y urbanista espa?ol experto en procesos participativos y que conoce bien la ciudad. Trabaj¨® en Ecosistema Urbano, un equipo internacional especializado en dise?o social urbano y regeneraci¨®n urbana sostenible que, tras un proceso participativo intenso, se encarg¨® de redactar los planes de Desarrollo Sustentable y de Ordenamiento Territorial de Encarnaci¨®n. Fueron aprobados en 2021 y son la hoja de ruta para el futuro de la ciudad.
¡°En Encarnaci¨®n el proceso de transformaci¨®n fue muy traum¨¢tico, la inundaron y despu¨¦s dise?aron la costa¡±, afirma Toledo, que prefiere las soluciones basadas en la naturaleza a la ingenier¨ªa dura del nuevo frente fluvial. ¡°No hubo di¨¢logo con lo existente, hab¨ªa vegetaci¨®n aut¨®ctona y ahora es una l¨ªnea de arena y agua¡±. Tampoco lo hubo con muchos habitantes de las zonas inundadas que se sintieron ignorados, especialmente los pueblos originarios, a pesar de que su idioma d¨¦ nombre a la hidroel¨¦ctrica Yacyret¨¢. Seg¨²n la EBY, entidad binacional que la gestiona, significa ¡®lugar donde brilla la Luna¡¯ o ¡®lugar de aguas dif¨ªciles¡¯ en guaran¨ª.
Pero Encarnaci¨®n se percibe como un caso de ¨¦xito en Paraguay porque ahora la ciudad mira al r¨ªo y se puede disfrutar de ¨¦l. No es as¨ª en Asunci¨®n, donde el r¨ªo Paraguay es la trastienda. Su orilla es un cintur¨®n de pobreza que se conoce como ¡°los ba?ados¡±. All¨ª est¨¢n la mayor¨ªa de los barrios informales, que se inundan cada vez que el r¨ªo crece. Solo en una parte del centro de Asunci¨®n hay una peque?a costanera con una playa muy frecuentada los fines de semana, cuando las personas pescan y se ba?an, aunque est¨¦ contaminado. En una ciudad con un clima subtropical h¨²medo y temperaturas cada vez m¨¢s altas, quieren disfrutar del agua y disponer de m¨¢s espacios p¨²blicos exteriores donde reunirse. Una buena relaci¨®n entre la ciudad y el r¨ªo mitigar¨ªa las consecuencias de la crisis clim¨¢tica y mejorar¨ªa la calidad de vida de sus habitantes humanos, animales y vegetales.
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